viernes, febrero 12, 2010

Cuando se cambia la verdad por la emotividad y la acción

MENTALIDADES CON YAYA



El relativismo actual ha generado un modo de ser social donde importan más las emociones y sentimientos que las razones. Lo razonable puede aceptarse en un nivel de conversación que no sale del ámbito de lo teórico. Cuando se trata de lo práctico predominan otros requerimientos: el sentir de la mayoría, la moda, la pasión por la música actual, el gusto por la acción. “Alucina que es chévere y bacán” esto basta para aceptar las propuestas de los ambientes juveniles.


Este modo de proceder no tendría mayor importancia si estuvieran presente los valores y con ellos los razonamientos que deberían regular las conductas de las personas. Lo dramático es que estas mentalidades, no quieren reaccionar frente a los argumentos.


Toleran todas las filosofías con tal de que los dejen tranquilos con sus sentimientos y emociones de la vida. Allí quieren ser libres y que nadie decida por ellos. Están convencidos que su sistema de vida es el que debe imperar en la sociedad. Ponen distancia a lo que no es de la época y a lo que no está en la “onda” del momento.


Es una mentalidad que ve la libertad desde convicciones contundentes que rechazan dogmas dogmatizando sus propias opiniones, y así, echan tierra, sin más, a los valores de siempre, con el propósito de encontrar una aparente seguridad con conductas rebeldes, desaliñadas y atrevidas que apuestan por experiencias emotivas y de acción constante.


Son muchos los que viven electrizados con mil ofertas de la modernidad, que juegan a favor de sentimientos melifluos que buscan pasarla bien sin mayores contratiempos. La tragedia de estas mentalidades es que no se dan cuenta de estar recibiendo “gato por liebre”, con la “bisutería” de lo que parece valioso y es bazofia.



El Papa pone el dedo en la llaga


El Papa Benedicto XVI ha manifestado constantemente su preocupación por el estado actual de la juventud en el mundo entero. Dice que el relativismo ha creado una gran superficialidad cultural que “daña la seriedad de la investigación y de la reflexión y en consecuencia también el diálogo, la comparación y la comunicación interpersonal”


Cuando la mentalidad está averiada, resulta difícil conversar razonando con la verdad, que busca llamar a las cosas por su nombre y sin dilaciones. El exceso de subjetividad de las mentalidades voluntaristas impide el diálogo sencillo y diáfano. Nos encontramos con mentes cargadas de prejuicios psicológicos o de imaginaciones fantásticas del mundo virtual.


Un botón de muestra los tenemos en la elección de las películas de cine. Las más taquilleras no suelen ser las mejores en cuanto a los argumentos y a la actuación artística. Suelen ser las que tienen más acción con efectos especiales espectaculares. Ya no importan el bien o el mal, con tal de que sea divertida, no sea lenta y tenga mucha acción.


Las ofertas del cine comercial actual no están contribuyendo al desarrollo de la cultura y están convirtiendo al espectador en un esquizofrénico que descansa y se divierte con lo que le perjudica.



La recuperación de los valores en una sociedad enferma


Es urgente encontrar el camino de retorno a los valores que se han perdido. Y si se admite que se han perdido hay que encontrarlos nuevamente. No son valores nuevos, son los que habían antes, y se han perdido.


El Papa afirma que es necesario “volver a crear las condiciones esenciales de una capacidad real de profundización en el estudio y en la investigación, para que se dialogue racionalmente”.


Promover la lectura y el estudio es una de las principales metas para revertir esta situación. Para fomentar esta actividad se deben señalar las consecuencias de su carencia. Los que tienen una confusión de vida y no viven de acuerdo con la verdad presentan una problemática más grave que la de los analfabetos. Con sus vidas desarregladas distorsionan el orden social. Es más fácil catequizar al que no sabe que al que tiene las ideas torcidas.


La actitud para orientar y curar estas mentalidades dañadas, debe estar lejos de una condescendencia o falsa comprensión de estas situaciones. El que quiere revertir este desorden debe dar ejemplo con una vida de contraste sustentada en argumentos y convicciones que están respaldadas por la verdad.




“¡No tengáis miedo!” decía el Papa Juan Pablo II


Lamentablemente vivimos en una época donde abundan los miedosos. A una gran mayoría les parece que la verdad les compromete demasiado. Temen decir las cosas como son, los que creen que pueden perder situaciones sociales de estabilidad, un status determinado, o prestigios ganados con esfuerzo. También se encuentran en esta situación de temor los que quieren quedar bien con todos.


Es verdad que muchos defensores de la verdad han sido marginados y hasta eliminados, por ser considerados peligrosos para la estabilidad de algunas estructuras innobles. Estas situaciones no justifican las faltas de justicia y honradez de las personas. Es necesario vencer el miedo y dar la cara con la claridad de la verdad.


El Papa apuntala, “en este sentido, es necesario realizar “una oferta ideal y práctica de valores y de verdades, de razones fuertes de vida y de esperanza, que pueda y deba interesar a todos, sobre todo a los jóvenes”.


Esta oferta debe empezar por la enseñanza de la verdad combatiendo la mentira. La cultura de un país necesita de la lealtad y honradez de sus habitantes. Una vida de sinceridad y trasparencia es fundamental para curar las yayas de una mentalidad que ha cambiado la verdad por la emotividad y la acción.



Agradecemos sus comentarios.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todo esto, se lo debemos a la falta de cultura religiosa, por culpa de los medios,pero con la ayuda de Dios cada día nos reafirmamos mas en la fe porque no solo de pan vive el hombre, en hora buena,por su dedicación y enseñanza.