viernes, mayo 28, 2010

EL PAPA HABLA SOBRE EDUCACIÓN (Fuente: Zenit)

Las claves de la emergencia educativa, por Benedicto XVI


En su discurso a los obispos de Italia




CIUDAD DEL VATICANO, jueves 27 de mayo de 2010.


La clave de la crisis de la educación actual radica en una falsa idea de la autonomía del hombre. Así lo explicó el Papa Benedicto XVI hoy a los obispos italianos, a quienes recibió en audiencia con motivo de su 65ª Asamblea Plenaria.


El Papa dedicó un extenso discurso a profundizar en cuáles son las claves de la “emergencia educativa”, tema al que ha dedicado buena parte de su magisterio pontificio, especialmente en los últimos años.


En este sentido, alabó que la Conferencia Episcopal Italiana haya elegido este tema como centro de su plan pastoral para los próximos diez años.


Benedicto XVI invitó a los prelados a ir “hasta las raíces profundas de esta emergencia para encontrar también las respuestas adecuadas a este desafío”.


El Papa señaló dos causas “profundas” de la crisis: por un lado, “un falso concepto de autonomía del hombre”; y por otro, el escepticismo y el relativismo.



Falsa autonomía


Según la pedagogía actual, explicó el Papa, “el hombre debería desarrollarse solo por sí mismo, sin imposiciones por parte de los demás, los cuales podrían asistir a su autodesarrollo, pero no entrar en este proceso”.


Sin embargo, esto no es verdadero, pues para la persona humana “es esencial el hecho de que llega a ser ella misma sólo desde el otro, el 'yo' se convierte en sí mismo sólo desde el 'tu' y desde el 'vosotros', está creado para el diálogo, para la comunión sincrónica y diacrónica”.

“Por ello la llamada educación antiautoritaria no es educación, sino renuncia a la educación”, afirmó, señalando que este es un punto clave: “esta falsa idea de autonomía del hombre, como un 'yo' completo en sí mismo”.


Respecto la segunda clave, el escepticismo y el relativismo, el Papa explicó que éstos se basan “en la exclusión de las dos fuentes que orientan el camino humano”, la naturaleza y la Revelación.


La naturaleza “es considerada hoy como algo puramente mecánico, y que por ello de su ser no procede orientación alguna. La Revelación se considera como un momento del desarrollo histórico, y por tanto relativo, como todo el desarrollo histórico y cultural”, o como algo "sin contenido".

“Y si callan estas dos fuentes, la naturaleza y la Revelación, también la tercera fuente, la historia, deja de hablar, porque también la historia se convierte sólo en un aglomerado de decisiones culturales, ocasionales, arbitrarias, que no valen para el presente y para el futuro”.



Por tanto, explicó el Pontífice, es fundamental “volver a encontrar un concepto verdadero de la naturaleza como creación de Dios que nos habla”, y la Revelación, reconociendo “que el libro de la creación, en el que Dios nos da las orientaciones fundamentales, está descifrado en la Revelación, está aplicado y hecho propio en la historia cultural y religiosa, no sin errores, pero de una manera sustancialmente válida, que cada vez hay que desarrollar y purificar”.


“En un tiempo en el que la gran tradición del pasado corre el riesgo de quedarse en letra muerta, somos llamados a acercarnos a cada uno con disponibilidad siempre nueva, acompañándolo en el camino de descubrimiento y asimilación personal de la verdad”, añadió.



Nueva pedagogía


El Papa reconoció que “las dificultades son grandes”, pero sin embargo invitó a “no ceder a la desconfianza y a la resignación”.


“Educar no ha sido nunca fácil, pero no debemos rendirnos: minusvaloraríamos el mandato que el Señor mismo nos ha confiado, llamándonos a apacentar con amor a su rebaño”, afirmó.


Esta “pasión educativa”, explicó, debe ser “una pasión del 'yo' por el 'tu', por el 'nosotros', por Dios, y que no se resuelve en una didáctica, en un conjunto de técnicas ni tampoco en la transmisión de principios áridos”, sino un “acompañamiento”.


“Educar es formar a las nuevas generaciones, para que sepan entrar en relación con el mundo, fuertes en una memoria significativa que no es sólo ocasional, sino acrecentada por el lenguaje de Dios que encontramos en la naturaleza y en la Revelación, por un patrimonio interior compartido, por la verdadera sabiduría que, mientras reconoce el fin trascendental de la vida, orienta el pensamiento, los afectos y el juicio”, añadió el Papa.


Esta nueva forma de educar “necesita lugares creíbles: ante todo la familia, con su papel peculiar e irrenunciable; la escuela, horizonte común más allá de las opiniones ideológicas; la parroquia, 'fuente del pueblo', lugar de experiencia que inicia a la fe en el tejido de las relaciones cotidianas”.


En ellos la educación se juega en “la calidad del testimonio, vía privilegiada de la misión eclesial”, afirmó, subrayando que “la acogida de la propuesta cristiana pasa, de hecho, a través de relaciones de cercanía, lealtad y confianza”.


En este sentido, concluyó invitando a los prelados presentes a “no perder nunca la confianza en los jóvenes”, utilizando nuevos lenguajes y medios, pero sin adulterar el anuncio cristiano.


“No se trata de adecuar el Evangelio al mundo, sino de sacar del Evangelio esa perenne novedad, que permite en cada tiempo encontrar las formas adecuadas para anunciar la Palabra que no pasa, fecundando y sirviendo a la existencia humana”.


El Papa pide a los obispos italianos más esfuerzo en la educación “No hay que perder la esperanza en los jóvenes



CIUDAD DEL VATICANO, jueves 27 de mayo de 2010


La crisis espiritual y cultural de Occidente es tanto o más importante que la crisis económica, y la Iglesia debe responder con un mayor esfuerzo en la educación de las jóvenes generaciones.

Lo subrayó el Papa Benedicto XVI al dirigirse hoy a los obispos de Italia, a quienes recibió con motivo de la celebración de la Asamblea Plenaria de la CEI, que se ha celebrado esta semana en el Vaticano.


El Papa quiso profundizar en una de las mayores preocupaciones de su pontificado, la necesidad de responder a la “emergencia educativa”; obejtivo que han elegido los obispos de Italia para su Plan Pastoral de los próximos diez años.


El Papa les animó “a recorrer sin dudar el camino del compromiso educativo”, y a “no perder nunca la confianza en los jóvenes”, sino “salir a su encuentro, frecuentar sus ambientes de vida, incluyendo el constituido por las nuevas tecnologías de comunicación, que ya permean la cultura en todas sus expresiones”.


“No se trata de adecuar el Evangelio al mundo, sino de sacar del Evangelio esa perenne novedad, que permite en cada tiempo encontrar las formas adecuadas para anunciar la Palabra que no pasa, fecundando y sirviendo a la existencia humana”.


Es necesario, afirmó, “volver a proponer a los jóvenes la medida alta y trascendente de la vida, entendida como vocación: llamados a la vida consagrada, al sacerdocio, al matrimonio, sepan responder con generosidad a la llamada del Señor, porque sólo así podrán coger lo que es esencial para cada uno”.


Los jóvenes, explicó Benedicto XVI “tienen una sed en el corazón, y esta sed es una demanda de significado y de auténticas relaciones humanas, que ayuden a no sentirse solos ante los desafíos de la vida”.


El Papa observó que la época actual “está marcada por una incertidumbre sobre los valores, evidente en la dificultad de tantos adultos de mantener los compromisos asumidos: esto indica una crisis cultural y espiritual, tan seria como la económica”.


“Sería ilusorio – subrayó – pensar en responder a una ignorando a la otra”.


A la Iglesia “le preocupa el bien común, que nos compromete a compartir recursos económicos e intelectuales, morales y espirituales, aprendiendo a afrontar juntos, en un contexto de reciprocidad, los problemas y los desafíos del país”.


El Papa subrayó que la propuesta educativa de la Iglesia debe hacerse a través del “acompañamiento”, acercándose a los hombres “con delicadeza y respeto, proponiendo valores firmes a partir de los cuales crecer hacia metas altas pero alcanzables”.


Nuestra respuesta es el anuncio del Dios amigo del hombre, que en Jesús se hizo cercano a cada uno. La transmisión de la fe es parte irrenunciable de la formación integral de la persona, porque en Jesucristo se realiza el proyecto de una vida lograda”, subrayó.


En este sentido , animó a los prelados a dar ejemplo de empeño pastoral: “Vuestro ministerio, queridos hermanos, y la vivacidad de las comunidades diocesanas a cuya guía habéis sido puestos, son la mayor seguridad de que la Iglesia seguirá ofreciendo responsablemente su contribución al crecimiento social y moral de Italia”.



Los migrantes, importantes para construir “la única familia de los pueblos”

Plenaria del Consejo Pontificio para la Pastoral de Migrantes e Itinerantes



ROMA, jueves 27 de mayo de 2010


Los migrantes son un “coeficiente importante” para la integración de la humanidad, afirmó este miércoles por la mañana el arzobispo Antonio Maria Vegliò, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de Migrantes e Itinerantes.


El prelado intervino en la XIX sesión plenaria del dicasterio que está teniendo lugar en Roma hasta este viernes sobre el tema “Pastoral de la movilidad hoy, en el contexto de la corresponsabilidad de los Estados y de los Organismos Internacionales”.


El compromiso de la Iglesia universal en el ámbito de la pastoral de la movilidad humana, explicó, se explicita “en sus diversos niveles, es decir, a partir de las estructuras parroquiales y diocesanas, hasta las nacionales propias de las Conferencias Episcopales, y a las internacionales, que implican también a otros Organismos e Instituciones”.


La promoción humana, añadió, “sigue hoy dos directrices principales”: “la que ve las migraciones bajo el perfil de la pobreza, del sufrimiento y del malestar, donde se piden intervenciones de primeros auxilios para las numerosas emergencias que surgen de forma ininterrumpida”, y “la que evidencia potencialidades y recursos de los que las personas en situación de movilidad son portadoras, con la necesidad de acompañamiento hacia la progresiva inserción en el nuevo contexto socio-cultural, hasta la integración plena”.


En este contexto, la Iglesia “se siente comprometida en ambas direcciones”, actuando en sinergia con las realidades institucionales y de voluntariado y buscando instaurar con todos los actores “una relación de entendimiento, en la convicción de que los desplazamientos humanos, actualmente de modo particular, se presentan también como ligar de sintonía ideal y espacio operativo y de colaboración entre el mundo eclesial y el social-civil, en un clima de diálogo, en el respeto de los principios de solidaridad y subsidiariedad”.



Para monseñor Vegliò, hay “al menos cuatro factores fundamentales que colocan los desplazamientos humanos mundiales en los primeros lugares de la discusión nacional e internacional”, comenzando por el factor demográfico, “quizás el más evidente”.


Mientras los países de acogida experimentan “un rápido envejecimiento y una disminución de la población autóctona”, recordó, los de emigración “crecen rápidamente”.


El segundo factor es el económico. “Muchas naciones de desarrollo avanzado tienen que rendir cuentas con la disminución de la mano de obra, sufren la presión financiera en lo que respecta a las pensiones garantizadas por los Gobiernos, y se encuentran en dificultad para asegurar la asistencia sanitaria a los ancianos, cada vez más numerosos”, “al mismo tiempo, hombres y mujeres de los países pobres encuentran trabajo con dificultad y buscan empleo en países más ricos”.


Después está el factor cultural, particularmente importante porque, a diferencia del pasado, “hoy las personas en movimiento son a menudo muy distintas culturalmente de las de la sociedad de acogida”.


El cuarto factor, “crucial”, es finalmente “la seguridad nacional”.

“Los actos terroristas de la primera época del nuevo milenio (en Estados Unidos, Gran Bretaña, España, Indonesia y otros países), junto a crímenes violentos cometidos por inmigrantes y ampliamente recogidos por los medios de comunicación, han suscitado reacciones de rechazo hacia los migrantes, también con prejuicio para la seguridad nacional”, observó.


En consecuencia, “muchos países han reforzado el control de las fronteras, han restringido las políticas migratorias y han instituido nuevos procedimientos para controlar quién llega desde determinados países”.


“En semejantes circunstancias, la movilidad humana internacional seguirá sin duda en el futuro próximo estando en primera página en las discusiones nacionales e internacionales”.


En el complejo contexto actual, concluyó el prelado, la Iglesia “sigue ofreciendo una preciosa contribución en el complejo y vasto fenómeno de la movilidad humana, haciéndose portavoz de las personas más vulnerables y marginadas, pero intentando también valorar a los migrantes e itinerantes, dentro de la comunidad eclesial y de la sociedad, como coeficiente importante para el enriquecimiento recíproco y para la construcción de la única familia de los pueblos, en un fecundo intercambio cultural”.


Monseñor Agostino Marchetto, Secretario del dicasterio vaticano, subrayó por su parte cómo el Consejo Pontificio, “empujado por la solicitud pastoral del Santo Padre hacia todas las personas deseosas u obligadas a dejar la propia tierra nativa y hacia las que están de camino”, se dirija a “atraer la atención de la Iglesia universal y del mundo entero sobre el creciente fenómeno migratorio”.


De la misma forma, recordó, alerta “sobre las condiciones precarias o desastrosas de tantos refugiados, sobre el abandono de las personas que viven en la calle y de la calle, sobre los efectos del turismo y de las peregrinaciones, sobre el apostolado del mar, los problemas que viven los nómadas y la necesidad de un cuidado especial también para los estudiantes internacionales, además de la pastoral de agentes y pasajeros de la aviación civil”.


El prelado exhortó por tanto a acercarse al dicasterio para “conocer mejor su pensamiento y obra y para amarlo aún más, como expresión laboriosa y actual de la ‘sollicitudo omnium ecclesiarum’ del Obispo de Roma, en la que es la pastoral específica de la movilidad humana, verdadero signo de los tiempos”.


El tema de la movilidad humana, recuerda el Consejo Pontificio en un comunicado, requiere hoy “una aproximación multilateral, que favorezca la aportación específica de los Estados y de los Organismos Internacionales en el proceso de reconocimiento de los instrumentos internacionales existentes para combatir las diversas formas de discriminación, racismo, xenofobia e intolerancia, por una parte, y promueva, por la otra, la cooperación de todos en el desarrollo de programas que tutelen la dignidad y la centralidad de la persona humana”.


El punto culminante de la plenaria del dicasterio será el encuentro mañana viernes con el Papa Benedicto XVI, que recibirá a los participantes en una Audiencia particular.


Por Roberta Sciamplicotti, traducción del italiano por Inma Álvarez


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