viernes, junio 18, 2010

A propósito del Mundial. Sudáfrica 2010

EL PAPA Y EL FÚTBOL

Es impresionante la convocatoria que suscita el mundial de fútbol con gentes de distintas latitudes. Todos se congregan con entusiasmo y esperanza para ver un campeonato que gusta y hace vibrar hasta niveles increíbles.

Las barreras bulliciosas de los hinchas que no paran de gritar o tocar sus cornetillas o vuvuzelas africanas, las de los otros con sus tarolas o bombos para alentar a sus equipos, los disfraces, atuendos y pinturas de los más exóticos, que ponen la nota de color, los canales de televisión y las emisoras de radio, con los más sofisticados equipos de transmisión, los periodistas, fotógrafos y enviados especiales junto a una multitud variopinta que llena los modernos estadios, construidos para la ocasión. Todo un mundo de gente unida para ver y disfrutar las maravillas del fútbol.

En nuestro país muchas familias han aprovechado la oportunidad para comprarse un televisor nuevo con el sistema digital que pronto entrará en vigencia, el motivo es lógicamente, el mundial de fútbol. Se han instalado en sus casas con sus grandes pantallas planas para ver cómodamente las mejores jugadas. Los periódicos no dejan de aprovechar la ocasión para sacar encartes a todo color con todos los jugadores y equipos representativos. El periódico más vendido en el Perú, desde hace unos años, es el que trae todo sobre fútbol.

Una nota singular e interesante para observar son los elegantes ternos de los entrenadores, que entran a la cancha como si salieran de una exclusiva sastrería de alto nivel. Creo que todos hemos visto por primera vez a Maradona con saco y corbata dirigiendo a sus pupilos argentinos. No solo los entrenadores, también los comentaristas del fútbol de los canales de televisión van vestidos de punta en blanco con ternos y camisas de las mejores marcas.

Otra apreciación interesante para nuestro análisis de los ambientes del fútbol son las manifestaciones externas de piedad y amor a Dios que se dan en todo el mundo. Algunas veces las cámaras ponchan a los hinchas rezando por su equipo, o algún jugador de rodillas pidiéndole a Dios ayuda para triunfar en el partido, otras veces se ve que todo el equipo está rezando, antes de empezar un encuentro o en algún momento problemático, por ejemplo cuando hay que definir por penales. Gracias a las cámaras de televisión podemos apreciar, (en todos los campeonatos del mundo), que muchos jugadores se santiguan al entrar en la cancha y algunos señalan el Cielo cuando meten un gol, para agradecerle a Dios esa alegría inmensa e inolvidable. Quizá sea el deporte donde se pueden ver más manifestaciones de piedad, que salen naturalmente del fondo de las personas en momentos de tensión, emoción y alegría.


El Papa habla del fútbol

Estas vivencias y experiencias que unen a los seres humanos de muchos países en una gran fiesta alrededor del fútbol llama la atención del Papa Benedicto XVI que se suma con un comentario muy interesante para nuestras observaciones:

“Si se hojean los periódicos y se escuchan los programas de radio, se comprobará rápidamente que hay un tema dominante: el fútbol. Este deporte se ha convertido en un acontecimiento universal que une a los hombres de todo el orbe, por encima de las fronteras nacionales, en un mismo estado de ánimo, en idénticas esperanzas, miedos, pasiones y alegrías. Todo ello pone de manifiesto que se debe estar tocando algo originariamente humano. De ahí que surja con naturalidad la pregunta de dónde reside el poder de este juego. El pesimista dirá que es la misma situación de la antigua Roma: (pan y circo). Ahora bien, incluso si se acepta esta interpretación, debería hacerse una nueva pregunta: ¿a qué se debe la fascinación de este juego, que se pone, en idéntica importancia, al lado del pan? Con la mirada puesta de nuevo en la antigua Roma, se podría responder a ese interrogante diciendo que el grito reclamado pan y juego fue propiamente la expresión del anhelo de la vida paradisíaca. En este sentido, el juego sería, pues, una especie de vuelta al hogar en el paraíso: huir del rigor esclavizador de lo cotidiano. Ahora bien, el juego tiene, sobre todo en los niños, un carácter distinto: es ejercicio para la vida.

A mi juicio, la fascinación del fútbol consiste esencialmente en unir de modo convincente los dos aspectos referidos. El fútbol obliga al hombre ante todo a disciplinarse a sí mismo. También le enseña a colaborar con los demás y, por último, a enfrentarse con ellos limpiamente. Al contemplarlo, los hombres se identifican con el juego, participando de ese modo en la colaboración y en la pugna referidas. La seriedad sombría del dinero y del espíritu mercantil pueden, naturalmente, echarlo todo a perder. Al pensar con detenimiento en estas cosas, tal vez sea posible aprender a vivir a partir del juego: la libertad del hombre se nutre de reglas y de disciplina. El fenómeno de un mundo que vibra con el juego podría darnos más que entretenimiento. Si fuéramos al fondo, el fútbol podría darnos una forma de vida”


Los méritos del rey de los deportes

Efectivamente el fútbol es una muestra de unidad en un ambiente de alegría y grandes deseos. Los goles que dejan afónicos a los aficionados y el jolgorio constante son los deseos del paraíso del hombre que está esperando y se encuentra con el gol que le señala el camino del triunfo. Es darse cuenta que para llegar a la meta hay que luchar unidos, en un equipo donde se deben dar entendimientos y después de cada logro vienen los abrazos de fraternidad, felicitando al que ha cornado, con el esfuerzo final, el mérito de todos. Me imagino que la llegada al Cielo tendrá un recibimiento similar, con una alegría que hace vibrar a la humanidad entera.

Tiene razón el Papa cuando señala el peligro del espíritu mercantil en el fútbol. Es el mismo peligro que tenemos en la vida cuando ponemos el corazón en el dinero y empieza a convertirse en un fín. Los equipos comerciales no son los mejores. Los verdaderos hinchas saben bien quién juega mejor y quién es el mejor. No malogremos las relaciones humanas con afanes egoístas que hacen “crecer” indebidamente a las personas.


Oración para el Mundial de Fútbol 2010

Dios todopoderoso, creador de todo, mientras personas de todas las naciones se congregan, con pasión y entusiasmo para la Copa Mundial de Fútbol 2010, que nosotros los sudafricanos podamos ser buenos anfitriones, que nuestros visitantes sean huéspedes bienvenidos y que los jugadores de todos los equipos sean bendecidos con un buen espíritu deportivo y con la salud. Que tu Espíritu de equidad, justicia y paz prevalezca entre jugadores y participantes. Que puedan contribuir, cada uno a su manera, de forma positiva para la prevención, el control y la lucha contra el crimen y la corrupción, el vandalismo de cualquier tipo y la explotación y el abuso, sobre todo de los más vulnerables. Que aquellos que están lejos de sus hogares y de sus familias encuentren mucha alegría con ocasión de la celebración del hermoso juego del fútbol y del bello juego de la vida conforme a Tu plan para el bien común
de todos. Amén.

Conferencia Episcopal Sudafricana.

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