jueves, enero 27, 2011

Nadie sabe para quién trabaja

EL LIMBO LABORAL

El hombre que ha nacido para trabajar buscará siempre un empleo estable donde pueda desarrollarse como persona y logre los recursos para subsistir y sacar a su familia adelante.

Necesita también ser valorado y reconocido por su trabajo, tener una adecuada estabilidad y sentir la alegría de estar haciendo algo útil para los demás. Esas valoraciones, que son indispensables para él, suelen proceder, fundamentalmente, de sus jefes (o autoridades), y también de su propia familia.

Sin embargo, en el contexto general de los trabajadores, no todos son valorados como debería ser. Pocos son reconocidos por todos, algunos solo por sus familiares, otros por sus jefes o por las personas vinculadas a su trabajo, otros por nadie.

Situaciones de trabajo incómodas (maltratos habituales)

Existen situaciones de trabajo incómodas para el mismo trabajador que le afectan negativamente y no le dejan alcanzar el prestigio que hubiera deseado entre los suyos.

Hay puestos que son como la despensa o el desván, espacios donde van a parar personas poco valoradas que se convierten en una especie de limbo, lugares de trabajo que no significan ningún progreso para ellos ni tampoco para la empresa. Existen para colocar al que, por alguna razón debería quedarse allí, tal vez para que no moleste o para que no intervenga en los asuntos importantes de la empresa o para justificar algún presupuesto.

La situación del que está en el limbo laboral es incómoda y degradante, no se le da mayor información, ni se le reconoce el trabajo, no se le consulta nada, el sueldo suele ser escaso y se le incordia para que se vaya.

Si el contratado de marras tiene suerte y encuentra otro trabajo mejor, no tendrá escrúpulos en pegar un portazo y mandarse mudar, cansado e indignado por el maltrato que ha sufrido y con el propósito de no volver más.

El problema clama al cielo cuando el trabajador no tiene dónde ir y no puede abandonar ese puesto porque tiene una carga familiar importante. Es entonces cuando no tiene más remedio que aceptar el limbo laboral, para subsistir.

Injusticias laborales que claman al cielo

Lamentablemente en este limbo se encuentran muchísimas personas honradas que además son buenos trabajadores. Es indignante que por cuestiones políticas o de influencias humanas, sean condenados a esos lugares indeseables, que no deberían existir en ninguna empresa privada o pública.

En muchos lugares de trabajo se amarran las cosas de tal modo que los empleados no tienen más remedio que aceptar esos puestos donde pasan fácilmente de la incomodidad de unas limitaciones, que parecían transitorias, a la perpetuidad de una situación injusta que se prolonga con el tiempo, a pesar de los méritos conseguidos, que no suelen ser reconocidos.

Muchas empresas, amparadas en leyes vigentes, se jactan en dar puestos de trabajo que son verdaderos limbos inhumanos, y los presentan como si fueran grandes oportunidades laborales para sus trabajadores.

Los empleados, que conocen bien en manejo interno de las personas de su empresa, callan en siete idiomas para no ser perjudicados por sus jefes. Las lealtades están maquilladas. Los que tienen la sartén por el mango manejan los hilos con las personas de su entorno y están totalmente al margen de las injusticias que puedan cometer con los demás trabajadores. Les trae sin cuidado si se perjudica o no a un trabajador. Así congelan, durante años, situaciones inhumanas, y para colmo, se hacen llamar benefactores de muchas personas y familias enteras.

Las torpezas de los malos jefes

Al trabajador que se encuentra en el limbo le hacen ver que debería agradecer a sus jefes la oportunidad que le están dando de tener un trabajo remunerado, que “ya quisieran otros tener” Él, en cambio, vive con la certeza de estar explotado y maltratado por sus propios jefes, que en realidad no quieren saber nada con él. Se encuentra impotente para salir de esa esclavitud que atropella y limita sus capacidades.

Sobre el limbo laboral se podría escribir un libro. Las consideraciones que se hagan en torno a esta realidad se quedan solo en el nivel del comentario de quienes pueden analizar el problema. Poner el dedo en la llaga no es resolver el problema. Sin embargo no se pueden callar estas situaciones de injusticia que todavía se dan en nuestra sociedad a vista y paciencia de todo el mundo.

Tal vez las legislaciones necesiten un ajuste para evitar estas injusticias en el mundo laboral, pero sobre todo es la conciencia del hombre la que se debe formar con rectitud para que cada persona quiera de verdad lo mejor para los demás y no tengan en su haber la triste deuda de haber maltratado a seres humanos.

Todo se termina conociendo, tarde o temprano, en esta vida y sobre todo en el umbral de la vida eterna, cuando hay que dar cuenta de la vida ante el Juez Supremo.

Agradecemos sus comentarios.

1 comentario:

María del Carmen dijo...

Es una pena reconocer la necesidad de ganar dinero para vivir. Si este elemento no fuese imprescindible, la persona maltratada en el trabajo lo dejaría sin pensarlo más hasta encontrar algo conveniente. Por ello lo indispensable de la formación profesional que les puede permitir tener otras alternativas.