jueves, marzo 03, 2011

Entre parientes o amigos

ACERCAMIENTOS INDEBIDOS


Las personas somos felices cuando sabemos amar. El amor, como algo valioso y profundo, tiene unas leyes que cuando se cumplen, llenan al hombre de alegría y felicidad y cuando no se cumplen, se puede caer en una profunda tristeza o depresión. Los enredos de un desorden amoroso pueden convertirse en una terrible esclavitud.

Las personas aprenden a amar en sus hogares con la ayuda de sus padres y familiares. Esas enseñanzas se refuerzan en el colegio o en la parroquia con la ayuda de los educadores y de otras personas competentes e idóneas.

Los desórdenes se producen cuando hay descuidos o ausencia de formación moral. Son muy graves cuando se dan en los ámbitos familiares.

La formación moral que los padres deben dar a sus hijos no debe limitarse a recordar criterios de conducta o señalar los peligros que existen en la sociedad. Los padres deben estar cerca de los hijos como los maestros de sus alumnos, para ver cómo viven y qué hacen.

Conocer bien a las personas

Para poder educar bien hay que saber cómo es el hombre y cómo son las personas del contorno, los familiares y las amistades. No todos son iguales, ni obedecen a los mismos patrones. Así como hay diferencias de temperamento también hay tendencias y conductas distintas. Lo importante es conocer bien a las personas con sus tendencias y particularidades, no para descalificarlas, sino para poder situarnos y, si es el caso, poder orientarlas convenientemente y a tiempo.

Con frecuencia ocurre, en determinadas familias, un escándalo por alguna conducta indebida que no se detectó a tiempo entre los mismos familiares: juegos eróticos entre los hermanos o primos, la incursión de alguna amistad con tendencias desordenadas en los aspectos sexuales, traumas por haber callado algo, relacionado con el sexo, que no se dijo en su momento, etc.

La experiencia de la vida nos coloca frente a situaciones difíciles de entender, por ejemplo cuando vemos caer a personas que considerábamos honorables y de una conducta recta e intachable. Es cuando surgen las preguntas: ¿qué pasó? ¿cuándo se quebró? ¿a qué se debe?, ¿por qué se portó así? y no hay ninguna respuesta que nos tranquilice.

Más dolor tienen los papás que creían que sus hijos estaban en buen camino y luego descubren que vivían otra vida, oculta para ellos y para toda la familia (en los aspectos sexuales y sentimentales), y sienten que se les cae por los suelos todo lo que hicieron, con mucho sacrificio, para que sean personas correctas y honradas.

Algunos papás, metidos en sus desánimos y llenos de vergüenza, no quieren saber nada con ese hijo o esa hija que sacó los pies del plato. ¡Qué difícil es tratar de arreglar algo cuando ya ocurrieron las cosas y cuando parece que las situaciones impropias se vuelven irreversibles!

A pesar de todo, no es prudente perder esperanza en la conversión de las personas y en la solución de los problemas con la recuperación de esas mismas personas.

Prevenir, antes que lamentar

Hoy quisiéramos poner el acento en la prevención. ¿Qué es lo que tienen que hacer los padres en el hogar, cuando deben orientar a sus hijos en los temas relacionados con el sexo y los afectos, para que no se den situaciones impropias que dañen el futuro de las personas?

En los párrafos iniciales incidíamos en la importancia de la presencia de los padres en el hogar. Deben observar constantemente a los hijos, no solo a los bebés pequeñitos, sino a todos los hijos, más si son adolescentes: qué quieren hacer, a donde van, con quien se juntan, qué hacen en la casa, quienes entran a la casa, cuanto rato se quedan.

Los padres de familia con buen criterio sabrán separar los dormitorios de los hombres y de las mujeres. Los dormitorios son para dormir, si hay una mesa de trabajo es para que estudien o trabajen los que viven allí.

No es prudente que en los dormitorios de los chicos se coloque un televisor. Los televisores y las computadoras deben estar en lugares donde todo el mundo entra (living o una sala común).

Tampoco es prudente que las personas ajenas a la casa entren en los dormitorios habitualmente. Se debe enseñar a los niños a no estar tirados en las camas y a no meterse nunca en una cama ajena.

En el hogar los niños deben aprender a vivir el pudor a la hora del aseo y de vestirse. Que ellos aprendan a vestirse y a bañarse solos. Las “naturalidades” no son un remedio contra las vergüenzas o temores, al contrario pueden perjudicar el desarrollo de sus virtudes, especialmente la virtud de la Pureza.

Los niños suelen aprender, en la conversación con sus padres, las bondades y maravillas del cuerpo humano, junto a los modos de proceder de acuerdo a las circunstancias y personas. Si se les orienta con la verdad, dicha a tiempo, sabrán claramente lo que es correcto o incorrecto en el proceder de las personas.

La orientación de los padres para que puedan educar bien a sus hijos

Cuando ocurren problemas por juegos indebidos (en los aspectos sexuales) entre parientes, los padres no deben desesperarse con la amargura o la ira y tomar medidas drásticas que dejan heridas o descalificadas a las personas.

Tampoco deben pensar que, por esos episodios, sus hijos o hijas tienen un problema de homosexualidad, o algo por el estilo. Estas dificultades suelen ocurrir cuando los padres no conversan habitualmente con sus hijos. Lo primero que deben hacer es empezar a conversar con ellos y tener en cuenta lo que se ha señalado en los párrafos anteriores.

Cada vez es más importantes que los padres reciban una orientación que los capacite para educar a sus hijos en estos temas delicados. El ambiente de desorden que se vive en la sociedad sobre estos temas influye negativamente para la solución de los problemas que puedan presentarse en el ámbito familiar. Cada caso debe solucionarse en cada casa, con el concurso de los padres y la ayuda de educadores competentes.

Cuando los padres actúan con rectitud y son ejemplares en sus conductas, encuentran en la familia los recursos necesarios para orientar y formar correctamente a sus hijos. Ellos tendrán la serenidad debida para hilar fino y conseguir que todos se quieran más, sin los desórdenes, que además son contrarios al amor.

Cuando hay una buena relación familiar y se viven las virtudes, no tienen porqué repetirse situaciones indebidas que pudieron haber ocurrido por descuido. Puede ser que los padres o la familia aconsejen, por prudencia (cuando han sucedido hechos indebidos), que se ponga una cierta distancia entre dos familiares para solucionar el problema.

Eso no impide el amor que se deben tener, al contrario, lo fortalece más. Las personas implicadas pueden entenderlo muy bien, sin que quede en ellos ningún trauma; es más: agradecerán con toda el alma esas ayudas que conseguirán una mejor estabilidad y seguridad en sus relaciones como personas y como familia.

Los familiares tampoco deben etiquetar a un pariente como peligroso, porque todas las personas pueden cambiar y mejorar. Si se hacen las cosas bien se consigue el cambio y la mejora de las personas. Estos logros le dan a las relaciones humanas la fortaleza necesaria para que exista una mejor comprensión entre todos. San Josemaría Escrivá decía que cuando una persona lucha para ser mejor, las lañas, que tuvieron que ponerle para recomponer sus roturas, se convierten en condecoraciones.

Agradecemos sus comentarios

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué pasa cuando el daño ya está hecho? ¿Cómo hacer que esa persona siga su vida sin que se pregunte dónde estuvo Dios en aquel momento?

Carmen Rosa P. de Viale dijo...

Anónimo,
El proceso de sanación de heridas es una tarea muy personal, especialmente cuando estas han sido muy graves se requiere de ayuda porque se afectan las principales dimensiones del ser.

Te invito a que averigües sobre los Talleres Es.Pe.Re. (Escuela de Perdón y Reconciliación) donde se aprende a mirar de otra manera la ofensa y al ofensor y a manejarse asertivamente porque se trabaja de manera vivencial las propias emociones y sobre las secuelas de las ofensas en las cuatro dimensiones del ser humano COGNITIVA (el pensar) - EMOCIONAL (el sentir) - COMPORTAMENTAL (el actuar) - ESPIRITUAL (el trascender)
En cada sesión de estos talleres se da la oportunidad de tomar -de manera personal- consciencia de uno mismo, de los demás y las relaciones humanas.
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CR