jueves, marzo 10, 2011

Recuperación de las personas (Conversiones en Cuaresma)

EL RETORNO (Todos pueden volver, pero no siempre de la misma manera)

Pareciera, por lo que se ve en algunos sectores de la sociedad, que si una persona falla, en algún asunto de cierta gravedad, habría que decirle que definitivamente se aleje y haga su vida por otro lado y que de ninguna manera pretenda volver a los mismos ambientes o situaciones donde estuvo antes.

“Rehaz tu vida” se escucha decir como consejo acertado, que es como decirle: “Haz tu vida por otro lado y no te preocupes” “¡No vuelvas a lo de antes porque te equivocaste!”, “¡No es lo tuyo!” Impresiona ver la seguridad con que se suele aconsejar, en estos casos, sin dar opción al retorno. Algunas personas lo tienen como criterio fijo e inamovible.

Se entiende bien que puedan haber muchas circunstancias que aconsejen la conveniencia del alejamiento de una persona por las fallas que tuvo en el pasado: la paz de otras personas, que no quede un precedente que roce con la impunidad, que no sea una injusticia con otros, que no tenga que saltarse un punto que estaba reglamentado y cuya sanción era la expulsión definitiva…

Efectivamente, hay personas que deberían arreglar su vida por otro lado, sin embargo no se puede decir que sea un camino a seguir por todos los que fallan. Es más, si se hacen bien las cosas, se conseguiría que el retorno sea el camino de la mayoría.

Aunque hubieran muchas razones lógicas y convenientes para no pensar en un retorno, no se debe dejar de lado esta posibilidad, que debe quedar siempre abierta para las circunstancias que puedan aconsejar la vuelta de la persona, agresora o incumplidora, a pesar de lo grave de su falta.

Estas consideraciones se basan en lo esencial del genuino espíritu cristiano que no solo se queda en el perdón sino que incluye también el retorno. El Buen Pastor de los Evangelios consigue que la oveja perdida vuelva otra vez al redil.

En muchos casos el perdón sin un retorno no sería un verdadero perdón:“Te perdono, no lo vuelvas a hacer, sé muy bueno, pero vete a otro sitio…” puede ser un consejo que quite amarguras pero también puede ser áspero, duro y poco paternal y tal vez injusto. Podría ser como decirle: “búscate otro padre que yo me desentiendo de ti.

El que perdona debe cuidar que no se cuelen en su interioridad matices de resentimiento o deseos de tener lejos a la persona que se portó mal o no hizo las cosas como debería hacerlas. La solución del que perdona no debería quedarse en lavarse las manos con una indicación teórica o esteriotipada, (de reglamento) que termina alejándolo de él, porque ya no puede confiar en él. Jesucristo perdona a Pedro que lo había negado 3 veces y además lo hace Jefe de la Iglesia. Confía en el arrepentimiento de uno que le había negado.


¿Quiénes son los que pueden retornar?

Una vez abierta la posibilidad del retorno, es necesario ver quiénes son los que pueden retornar. En primer lugar habría que precisar de qué retorno se trata:

· Un futbolista lesionado no puede volver al equipo, aunque lo desee ardientemente, si sigue lesionado.

· Un trabajador que cometió una falta grave contra su empresa podría ser perdonado si está realmente arrepentido y quiere a su empresa. Depende mucho de las disposiciones y de la actitud que tenga.

· El esposo que se fue de la casa y se portó mal podría volver si está realmente arrepentido. Su retorno depende de unas exigencias que debe cumplir. Deberes de justicia y de caridad.

· Un sacerdote que dejó su ministerio sacerdotal y reconsiderándolo después desea volver, pueden existir motivos válidos para su retorno, lo mismo podríamos decir de un seminarista que deja el seminario, o que le invitaron a alejarse por una falta que cometió, a no ser que existan circunstancias graves que lo impidan.

La parábola del Hijo pródigo nos da las pautas claras para actuar con acierto con cada persona. El hijo se fue de la casa y malgastó, lo que su padre le había dado, de una manera inmoral y desafiante. A pesar de esa mala conducta el padre no solo está dispuesto a perdonarlo sino a darle nuevamente lo que tenía como hijo: su propia casa y tenerlo a su lado.

Para proceder así fue necesario el arrepentimiento y el deseo de volver del hijo. El padre no le saca en cara lo mal que se portó, la autenticidad del arrepentimiento que le hizo retornar le bastaba para volver a confiar en él, tampoco pensó que cometía una injusticia con el hijo mayor, que luego le va a reclamar con resentimiento. El Padre le explica cómo son las cosas para que aprenda a perdonar y a recibir a su hermano en la casa, junto a él, sin hacer ascos. De ninguna manera era una injusticia para el hermano mayor todo lo que el Padre le da al menor por el retorno.

Volver al redil del que se aleja es volver al sitio de dónde salió. En el sitio están los que no se fueron. Estos tienen que esmerarse para ser buenos anfitriones de los que estaban perdidos y retornan arrepentidos. Retornar sin arrepentimiento no es retornar. Como es evidente, lo principal es la rectitud del arrepentido. La persona que cometió la falta debe dar verdaderas muestras de arrepentimiento y deseos auténticos de volver.

A veces nos preocupa lo que hacen o no hacen las personas, más que las personas mismas, y los juzgamos porque fallaron o porque están fallando en algo. Este sesgo puede impedir la visión de un arrepentimiento real en un mundo donde campea la desconfianza. El que quiere amarrarlo todo y desconfía no es el mejor. En la vida siempre existirá el factor riesgo. Quién no interviene por una excesiva “prudencia” pecará de omisión en muchos temas que podrían clamar al cielo, por las injusticias que se generan creando además un clima de desconfianza. La confianza engendra confianza.

Hicieron bien los formadores de San Agustín en poner el acento en el arrepentimiento y no en las graves faltas que cometió. Decidieron su futuro apostando por él. No cerraron los ojos a la realidad sino que los tuvieron abiertos fijándose más en la capacidad y en los propósitos de la persona arrepentida, y así acertaron.

Agradecemos sus comentarios

3 comentarios:

Christian dijo...

Considero que también están: en qué calidad regresan, los que no han cometido una falta, pero que tienen que vivir como si lo hubieran cometido. Hay personas injustamente encarceladas por delitos que no efectuaron, marginadas por hechos que no fueron de su entera responsabilidad, despedidos de su centro de labores o estudios por no sucumbir a la inmoralidad de terceros, o por no ser parte coludida de la corrupción muy presente en nuestra sociedad. Muchas veces culpados por lo que no dijeron, hicieron o quisieron, pero que de alguna manera son víctimas del sistema actual, donde hay que buscar siempre un culpable, perjudicando siempre al más débil o al de menos posibilidades de defensa. ¿Pueden retornar, y en qué situación de retorno volverían? Personas que tienen que ir por la vida, cargando encima con un antecedente o una culpa que no cometieron, y por la que muchas veces son separados o no considerados en el presente por respetos humanos, por evitarse problemas, por no averiguar más, o por lavarse las manos. Si hubiera personas enteramente paternales y comprensivas con la misma caridad que Jesús practico con la mujer adúltera, y con ese ilimitado perdón y amor que tuvo con Judas para llamarlo amigo aún después de haberlo traicionado, nuestra sociedad sería muy distinta en todos sus ámbitos de desarrollo.

Este diálogo nos debe de llevar, a pensar tambien en retornar al que aún está allí, y no se ha ido, pero que ya está siendo separado.

Manuel dijo...

¡Muchas gracias! por el comentario. Efectívamente todas estas situaciones de injusticia se pueden dar, de allí la importancia del artículo y de los comentarios que se hagan que invitan a la comprensión y el perdón, alqo que nos toca a todos si queremos ser siempre buenos cristianos.

Anónimo dijo...

Manuel:

Te envito a responder la pregunta que te hice en el artículo anterior.

Slds,