jueves, julio 07, 2011

Una necesidad que viene con el progreso

EL MÉDICO DEL CUERPO Y EL MÉDICO DEL ALMA

El progreso cultural del hombre le hace ver en la actualidad la urgencia de tener un médico del cuerpo y otro del alma siempre al lado; sin embargo conforme avanzan los tiempos se da en la práctica una interesante paradoja: el afán de autonomía del hombre y la necesidad de que otros vean por él.

El progreso de la ciencia médica para la curación del hombre

En los aspectos de la salud ha sido notable el progreso. Diagnósticos precisos y nuevas medicinas de gran calidad están al alcance de todos, igualmente se ha multiplicado, como práctica habitual, el hecho de que mucha gente recurra a especialistas competentes. Cada vez son más las personas que hacen su chequeo periódico de salud para evitar enfermedades y alargar la vida. No nos estamos refiriendo a personas hipocondriácas, (las que siempre piensan que están enfermas y persiguen a los médicos por todas partes), sino a personas normales que han adquirido la cultura de la salud y de un modo responsable se cuidan ellos y cuidan a su familia.

Se puede decir que ya existe en el mundo una generación que tiene habitualmente un médico al lado que los orienta, según los diagnósticos, con los procedimientos necesarios para tener y conservar la buena salud. Estas personas contrastan con la mentalidad de otras que, siguiendo viejos y obsoletos esquemas, ponen distancia con los médicos y no quieren ir a los chequeos, porque les parece que los médicos no son seguros, o tienen miedo, o les da la impresión de que pierden el tiempo y piensan que las personas que se dedican a cuidarse demasiado son unos exagerados, o están obsesionados con su salud. Sin embargo; estos criterios van quedándose atrás porque poco a poco el hombre está adquiriendo, gracias a los avances de la medicina, la cultura de la salud.

El psiquiatra y el psicólogo para la salud espiritual de los pacientes

También es interesante comprobar que cada vez son más las personas que acuden al psicólogo o al psiquiatra. Según una antigua concepción, que ya está superada, solo deberían acudir a estos especialistas los locos o los que tienen serios trastornos mentales, sin embargo hoy por hoy se ve claramente la conveniencia de estos especialistas para resolver los conflictos de las personas normales. Sobre esto debemos recordar que el hombre no solo es un conjunto de órganos físicos o el resultado de una biología compleja; hay en el cada persona aspectos espirituales que no se pueden obviar y que son fundamentales para el desarrollo normal de cada uno.

El gran aporte de la religión para la salud espiritual de las personas

En el campo espiritual del hombre deben entrar la psicología la ciencia y también la religión. El hombre que se maneja bien en estos tres campos tiene asegurada su estabilidad como persona. Son campos distintos que tienen una íntima relación que los hace necesarios. Es fácil advertir cuando se da la ausencia de uno de ellos.

Si falta la atención de la ciencia médica y las personas no hacen su chequeo constante, los otros dos campos no podrán suplir las deficiencias que se presenten. Tampoco la religión sola, que trae la gracia de Dios, podría ayudar a la persona que se descuida en sus aspectos médicos o psicológicos. No son pocas las veces en las que el director espiritual recomienda a un fiel para que busque a un psiquiatra competente. Tampoco el psiquiatra solo o el psicólogo solo podrán orientar a una persona en los aspectos espirituales sin la ayuda del sacerdote que trae gracia de Dios y sin la colaboración de la familia del paciente, que es esencial para la recuperación de la salud.

La necesidad de la fe para el desarrollo del ser humano

Ningún hombre puede desarrollarse, de un modo completo como persona, sin los aspectos espirituales que la Iglesia le entrega a través de los sacramentos de un modo gratuito. En el campo de la fe el hombre también necesita de la ayuda de los demás. El que está cerca de Dios tiene gente que le orienta y le ayuda con sus consejos toda la vida. La experiencia de la religión da el conocimiento certero de la necesidad de un director espiritual para el alma. Una persona que ha madurado en su fe no descuidará el acudir periódicamente a la dirección espiritual personal.

La desconfianza en uno mismo es un signo de madurez espiritual, no es un complejo de inferioridad, al contrario es constatar que se tiene un poder con la obediencia al consejo de otra persona que Dios ha puesto para que nos oriente. El hombre de fe agradece oír voces que le corrijan para que sea mejor; se siente feliz cuando comprueba que esas voces proceden de personas buenas que lo quieren de verdad y buscan lo mejor para él. Un hombre de fe no se fía de sí mismo.

Es absurdo y denigrante ver en el mundo a personas que rechazan los consejos y preocupaciones de quienes más le quieren porque consideran que su propio criterio es mejor y el que deben seguir. Son los que creen que la confianza en uno mismo y la autoestima forman parte del camino de la libertad y por lo tanto del bien. Es un error de consideración que luego traerá consecuencias lamentables para la propia vida, como lo vemos en la mayoría de los casos. El peor enemigo lo tenemos en nosotros mismos.

¡Qué importante son los médicos, tanto del cuerpo como del alma! para que el hombre funcione con normalidad. Este descubrimiento es también una invitación a la docilidad, que es dejarse conducir por el buen consejo y no pensar que es una imposición de alguien que quiere encorsetarnos y quitarnos la libertad.

Aunque no guste la medicina amarga o nos duelan las curaciones que nos hace el médico, sabemos que son para nuestro bien y las aceptamos con agradecimiento.

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