jueves, agosto 25, 2011

Los estrategas del economicismo

LA MULTIPLICACIÓN DE LAS BURBUJAS

Hace unos años escribíamos en este mismo portal una serie de artículos que hacían referencia a la crisis económica que azotaba el mundo (1). El tenor de esas publicaciones era un toque de campana para advertir que no se trataba de un error técnico sino de un problema moral que se estaba generalizando a nivel mundial.

Los hombres geniales del siglo XXI acompañados de un coro de “optimistas” de las altas esferas económicas y de miles de seguidores uniformados con el economicismo en boga, llenos de títulos académicos y sendos libros muy bien divulgados, podrán maquillar nuevamente el escenario para paliar las tormentas, pero seguirán siendo incapaces de resolver el problema moral, si no cambian los enfoques de fondo.

Cuando vemos que al gran bloque occidental democrático se le van sumando países partidarios de la ley de la oferta y la demanda y que todo ese bloque, casi en pleno, va desembocando en un fuerte liberalismo (libertad absoluta) que mina los campos éticos y morales de las personas, solo podemos advertir que está por llegar algo como las diez plagas de Egipto que hace urgente el surgimiento de un nuevo Moisés, con poderes para abrir los océanos y salvar a la gente de las olas gigantes que se están convirtiendo en tsunamis con proyección mundial.

(1) *vid: En los siguientes artículos de “Adeamus” : Los estragos de la Codicia (setiembre, 2008), El dinero no es Dios (octubre, 2008), ¿Quién salvará al mundo? (noviembre 2008), El síndrome de Atahualpa (diciembre, 2008), Legión de “optimistas” (abril 2009), La verdadera pandemia, ((mayo 2009), ¿Qué es lo que mueve al mundo? (agosto 2009), Un futuro de comunicación (agosto 2009), El desarrollo es imposible sin hombres rectos, (junio 2010), El miedo de Oriente a la libertad de Occidente (agosto 2010), Burbujas doradas (setiembre 2010), Las injusticias del consenso global (diciembre 2010).

¿Apocalipsis o reacción?

A simple vista el párrafo anterior podría parecer exagerado y tal vez apocalíptico. Así pudieron parecer los artículos escritos en anteriores oportunidades, sin embargo los hechos van confirmando la realidad de esas proyecciones. Resulta ingenuo ser “optimista” para no pecar de negativo. No peca de negativo quien advierte de los males reales, para tomar las medidas convenientes y evitar que el barco se hunda inexorablemente.

El mundo lo siguen manejando con los mismos argumentos, a vista y paciencia de las “grandes mayorías” que viven anestesiadas con un relativismo que les quita responsabilidad y preocupaciones trascendentes. Hay como una siesta generalizada que no deja ver la realidad y una suerte de optimismo voluntarista: “a pesar de todo, las cosas podrían ir mejor, vamos a seguir intentándolo…”

Mientras se viva cerrando los ojos a la verdad y se acepten personas que no son idóneas (por su trayectoria desordenada o por su falta de capacidad para los puestos que están ocupando) para manejar los problemas esenciales de los hombres y de la sociedad, nunca podremos salir de la crisis estructural que azota a la humanidad.

Dentro de la mentalidad imperante, que es relativista y economicista, no faltan padres de familia que viven ansiosos con la esperanza de que sus hijos cambien, no porque se les esté formando con la verdad sino por arte del birlibirloque, como si hubiera una esperanza en los consensos de una sociedad que acepta todo, menos a Dios (que les parece intolerante y entrometido); una sociedad que además está enferma y que es guiada por algunos “líderes” que han puesto en tela de juicio las leyes y normas morales, que son la brújula para no desorientarse y llegar a puerto seguro.

No le falta razón a quien dijo hace poco que las generaciones que salieron de las guerras mundiales eran mejores que las que están saliendo ahora de las grandes maestrías y doctorados de las mejores universidades del mundo. Aunque caben todas las excepciones del caso, la apreciación no se aleja mucho de la realidad.

Multiplicación de las burbujas: utopías del siglo XXI

Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que las burbujas en el siglo XXI se están multiplicando y dentro de ellas se encuentran muchos imberbes que viven tranquilos sin ver la realidad y algunos estrategas que creen que con un poco de magia se puede retomar el vuelo que se había perdido y que ¡no pasa nada!!!!

El optimismo y la esperanza para salvar a la sociedad se pueden aceptar solo si están fundamentados en la verdad sobre el hombre y su destino. Como esto no ocurre, estamos frente a teorías utópicas que no conducen al éxito y a la excelencia que anuncian, sino al despeñadero de muchas personas.

Los ensayos antropológicos que quieren engarzar al hombre únicamente con los aciertos de una economía liberal se están quedando en el pasado como incompletos e inseguros. Los sesgos del economicismo y del pragmatismo tecnológico vigente, continúan construyendo burbujas llenas de colorido y muy atractivas para sus ingenuos seguidores, que se encuentran idos de la realidad, adorando, con grandes fiestas y jolgorios, al becerro de oro de turno. Comprobamos como siempre, que la historia se repite, pese a las advertencias de quienes perciben la realidad por amor a la verdad.

La decadencia de occidente

La decadencia moral de occidente pone a los emblemáticos países europeos en berlina frente a las naciones emergentes que siempre los miraron con admiración. El prestigio de ser las grandes naciones del mundo lo van perdiendo paulatinamente con un desorden moral que los está infectando y que es difícil detener.

Las grandes campañas contra la natalidad iniciadas por ellos en el segundo lustro del siglo XX les está costando caro. En los últimos años las inmigraciones en Europa aumentan con una progresión geométrica y en cada país el porcentaje de inmigrantes está pasando del 20% con respecto a la población autóctona, que sigue disminuyendo y desapareciendo. En casi todos los países europeos el crecimiento es 0.

A pesar de todo, esta transformación de la sociedad hay que recibirla con un espíritu abierto, (guste o no guste), que es el espíritu cristiano de amor a Dios y a los demás.

En los países de América del sur donde hubo una evangelización católica se produjeron las mezclas que el amor humano compuso y surgió una variedad de razas, que ahora convive en paz. En América del norte fue distinto, eliminaron a los indios y no se mezclaron. Sufrieron durante siglos el flagelo del racismo. Luego los inmigrantes latinos le cambiaron la cara al país y así los americanos tuvieron que aceptar nuevos estilos de vida y convivencia. Ahora buscan salir de la crisis.

Cuando Europa (liderados por el poder alemán) quiso en un momento de la historia eliminar todas las razas, menos la aria, le costó más que una guerra, con millones de muertos. Y luego más adelante, cuando en las postrimerías del siglo XX, pusieron medidas para preservar su cultura y su patrimonio económico, sin las exigencias de una transmisión de valores cristianos, empezaron a desangrarse nuevamente. Si ahora no hay una pronta y urgente reacción, podrían perderlo todo: el poder económico y la población.

En el continente asiático la amenaza oriental de China no es tan real como parece porque está segmentada fundamentalmente hacia aspectos económicos de un sector y las mejoras que se van produciendo no pueden establecer una realidad social coherente y libre. Existe, todavía, una mordaza y una bota aplastando a las grandes mayorías. Cuando el niño no llora es porque está muy enfermo. El progreso creciente todavía no es signo de salud y su enigmática historia nos hace dudar a todos.

El “tigre” asiático que deberá pasar todavía por muchas transformaciones seguirá contagiando al mundo con sus gripes, que cada día ingresan, con más facilidad, en el torrentoso río de la economía, sin renunciar a las graves explosiones de terror, con muertos regados por las calles en ciudades cada día más conflictivas, inseguras y peligrosas.

Urge reaccionar, para no pelear, sino para conocer y querer. Allí estará el progreso verdadero, en una mejor comunicación entre los seres humanos fundamentada en las virtudes de las personas. Es necesario rescatar la verdad y eliminar el relativismo del mundo con sus tolerancias e intolerancias que solo fabricarán bombas explosivas con los planos de las burbujas doradas, que son un cuento y una mentira; son las utopías de los que creen en todo, menos en Dios.

Agradecemos sus comentarios.

No hay comentarios.: