jueves, febrero 16, 2012

¿Somos ricos o pobres?

EL AGUA, EL ORO Y EL MORO

El agua es el signo de la vida. Si en la exploración de los planetas se encontrara agua significaría que allí hay algún tipo de vida. En nuestro planeta casi todo es agua. El agua no puede faltar porque sin ella no se podría vivir.

El oro es el metal más cotizado del mundo, símbolo de riqueza y bonanza. Los que vinieron para conquistar América soñaban con encontrar grandes yacimientos auríferos. El oro peruano es famoso en el mundo y la expresión Vale un Perú, hace referencia al preciado metal. La famosa expresión de Antonio Raimondi: “El Perú es como un mendigo sentado en un banco de oro” expresa una realidad perenne que nos remece y estremece sin cesar. Todavía seguimos estudiando y analizando la frase en vez de reconocer nuestra realidad.

El término moro tiene muchas acepciones, pero una se utiliza en el mundo occidental para indicar que esa persona no está bautizada, ni sabe nada de religión. No es un término insultante, es equivalente a gentil, que se emplea para la persona amable pero también para la que no profesa la religión. La diferencia puede estar en que moro es el que no sabe y gentil el que no profesa.

La expresión castellana el oro y el moro se emplea para aquellas situaciones en las que se promete dar mucho más de lo que se puede. Es sugerir con ironía grandes beneficios que nunca van a llegar, es equivalente al engaño.

La riqueza del Perú

El Perú es un país muy rico en agua, ocupa el 8tavo. lugar en el mundo. Hay agua suficiente para todos y para tenerlo todo verde de modo habitual. Solo es necesario trabajar con orden para orientar el agua y tener incluso grandes reservorios.

El Perú es un país rico en oro, existen muy buenos yacimientos que tienen fama internacional. La mineras , y especialmente el oro, nos han levantado económicamente en los últimos años y nos dan esperanza para seguir creciendo en los años sucesivos.

Frente a esta realidad de riqueza tenemos una población numerosa que no es conciente de los valores que tiene, como el moro que no la ve, porque desconoce, o el gentil, que podría conocer pero no le interesa.

Los problemas existen por falta de cultura o interés y es entonces cuando surgen los encantadores de serpientes, que son los líderes que le prometen a una población ignorante, “el oro y el moro” y los vienen meciendo per secula seculorum.

La población está cansada de los cuentos de los líderes de turno, que al entender que la mayoría no tiene la suficiente cultura, los tratan como a seres ignorantes o menores de edad, y se limitan con prometer ciertos beneficios que suelen ser como las migajas que caen de la mesa. Piensan que lo importante es proceder sin más con sus proyectos y no perder más tiempo.

La población no ve en las razones técnicas de los especialistas, la mejora para ellos. Los datos evidentes de riqueza, que además son favorables a ellos, no los hace cambiar. A ellos les interesa que les hagan caso y que les quieran de verdad. Están diciendo, casi sin saberlo, que necesitan antes que nada recibir educación. Para lograr ese objetivo prioritario es necesario que funcione, bien y de verdad, la ley del amor.

Es evidente que los dirigentes de las grandes mayorías que protestan solo tienen mecanismos de defensa voluntaristas que utilizan en sus débiles argumentos que se desmoronan frente a razones evidentes; sin embargo persisten y no quieren dar su brazo a torcer. Lo más triste es cuando son utilizados por politiquerías fundamentalistas que se arriman a ellos para sacar sus beneficios propios. Estos líderes, inspirados en ideologías marxistas, son los que consiguen que los pobres sigan en la ignorancia y no levanten cabeza. Eso es lo que les conviene a ellos para seguir medrando sin trabajar.

Somos ricos pero somos pobres

Somos ricos en oro, agua, gas, etc. Podríamos tener grandes irrigaciones, unas lagunas espectaculares, exportar energía, etc. Entonces ¿dónde está el problema?

El problema está en la ignorancia. Existe en nuestro país una falta de cultura que clama al Cielo. En educación ocupamos los puestos más bajos de Latinoamérica. Por esa falta de cultura las aspiraciones y metas de las grandes mayorías son de escaso nivel humano. No tienen motivaciones para los grandes valores de la cultura y viven engañados por los que se quieren aprovechar de ellos, contándoles cuentos o no teniendo en cuenta sus melifluas aspiraciones. Solo se podrían defender con la educación y la cultura. La ignorancia también está presente en los sectores pudientes cuando a la gente solo le interesa la comodidad y el dinero para tener más comodidad. Es la esclavitud del materialismo.

Urge darle prioridad a la educación

La educación no puede postergarse. Es necesario romper moldes y mentalidades congeladas de costumbres que deben ser superadas. No puede mandar el gusto sobre la inteligencia ni el odio ciego sobre el reconocimiento de los esfuerzos y valores de las personas.

La riqueza de cada persona está escondida como el oro y es necesario extraerla. A diferencia del oro la riqueza humana puede crecer y solo crece con la educación. El hombre que es educado lucha por ser mejor y hace crecer su propia riqueza. Al hombre se le educa para recibir (educación) y recibe una formación para luchar (y así poder propagar el bien). La riqueza del hombre son sus propias virtudes que potencia con la ayuda de terceros.

La educación saca de la ignorancia al hombre y lo hace rico. El hombre educado que entiende, que debe luchar para ganar en virtudes, tiene un futuro asegurado. Las virtudes ocultas en su interioridad son como las minas que hay que explotar. Es más importante invertir en educación que en una mina. Tampoco están reñidas, son compatibles las dos inversiones. Lo que no puede ocurrir es que se ponga tanto interés en las minas y tan poco interés en la educación.

La educación del hombre no puede mala y deficiente. No debe ser como “la comida del perro”, debe ser saludable y muy bien pensada, con las dietas necesarias para cada caso. El derecho a la educación es el derecho a ser amado, es uno de los fines del matrimonio. Es por tanto una tarea sagrada que no se puede descuidar. El que ama educa y el que educa es alguien que sabe amar.

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