jueves, enero 17, 2013


Simpatías y antipatías
EL ARTE DE TENER ÁNGEL
Me sorprendió mucho ver que un experto violinista, que interpretaba sus piezas de un modo magistral, con el rigor de las reglas musicales, tuviera tan poca aceptación del público y en cambio otro, que no poseía esos conocimientos y habilidades, se llevaba las premios de los concursos y las palmas de un público numeroso que vibraba con sus interpretaciones.
El primero, que era un gran maestro de la música, no tenía ángel. El segundo poseía unas cualidades atractivas para un público que deseaba escuchar algo grato, aunque no tuviera la estricta perfección del rigor musical y del profesionalismo.
Para estos casos también es probable que el éxito no dependa solo de la interpretación, porque si el primero tocara lo mismo que el segundo, es fácil imaginarse que tampoco tendría la aceptación del público, porque la gente no se fija solo en la pieza musical sino en algo más, que hay en la persona como propio, y que hace que la interpretación sea muy grata para todos.  ¿En qué consiste ese algo más?

Aplausos o pifias  ¿el jale es sinónimo de influjo?

Aplaudir o pifiar no solo ocurre en los ámbitos del arte y la cultura, sucede también en la vida diaria con las conductas de las personas, ¿a qué se debe unos sean aceptados y otros no?, ¿a qué unos tengan más jale, o más llegada que otros?, ¿se debe acaso a la preparación, o al conocimiento de algo?  La especialización o capacitación puede influir, pero lo que jala y persuade es que hay algo más, que es personal.
Después de estas primeras anotaciones podríamos pensar que una persona, con simpatía humana, innata o adquirida, podría caer muy bien y arrastrar a otros a que le sigan para bien o para mal. Sin embargo no podemos concluir que para influir hondamente en los demás es preciso ser simpático.
También habría que admitir que el simpático a secas no es el que suele influir más en la vida de las personas. Hay muchos líderes simpáticos que jalan mucha gente pero no tienen una influencia decisiva en la vida de las personas. El público los sigue por que son fans de determinadas músicas, disciplinas deportivas, o ideologías de moda.
En todo el mundo existe una suerte de seguimiento colectivo con las masas que están en la “onda” de una “tradición”, costumbre o moda, donde los más jóvenes emulan a ídolos, queriendo ser como ellos y entonces se visten o se cortan el cabello de la misma manera, imitan sus gestos y sus modos, buscan usar tatuajes y bisuterías llamativas, aunque no puedan dar una explicación racional de lo que están haciendo. Es un modo de seguir superficial, que nunca llegará al puerto de la seguridad y de la libertad que es necesario para todos los hombres.
Existen también situaciones de endiosamientos producidas por fanatismos colectivos, donde se dan seguimientos todavía mucho más irracionales y drásticos que hacen mucho daño. Hay sectores de la población que se encuentran entrampados dentro de estos laberintos sin poder salir.
Siempre es necesario tener en cuenta que los fenómenos de energía humana colectiva no necesariamente reflejan el amor de las personas.  Esos derroches de “amor” expresados hasta con delirio suelen ser voluntarismos superficiales, es fuego hecho con papel.  Además cuando se dan esos seguimientos entusiasmantes, se pasa fácilmente de la canonización a la condena, o de la aprobación radical, al rechazo total, por cualquier nimiedad.  En un inicio pueden haber fuertes abrazos y en una segunda instancia grandes peleas,  aunque hayan pasado solo unos minutos.
De esos seguimientos masivos, aunque algunos duren años, no se puede desprender el significado más genuino y profundo de lo que significa tener ángel. La simple atracción no responde a la identificación que hace libre a la persona.

Motivaciones de fondo
Tenemos que advertir, para aclarar el tema,  que no todos los seguimientos que hay en el mundo son iguales. Cuando se trata de seguir a algo o a alguien es preciso mirar la interioridad de las personas para encontrar cuáles son las motivaciones de fondo.
Los endiosamientos de personas creados por los seguimientos de las grandes masas pueden ser puros voluntarismos movidos por resentimientos del ego, donde se mezclan odios y venganzas con el matiz malicioso de querer “agarrarse” a algo como consuelo o compensación. 
Este afán para la conquista de ciertos “derechos” va junto a una crítica, muchas veces injusta y desproporcionada, que censura conductas ajenas. Es como inventar un “dios” protector, dándole calidad y categoría con voluntades humanas de consenso que lo promocionan. Un “dios” que defiende los derechos de los que lo invocan y al mismo tiempo condena la conducta de los adversarios.  Un ídolo protector de sentimientos non sanctos.
Ese tipo de “convencimiento” y seguimiento  está lleno de inseguridad,  y por lo tanto no deja satisfechas a las personas, que están totalmente confundidas, aturdidas, muchas veces heridas, por no encontrarse en capacidad para poder entender la realidad de la vida con un nivel más alto y trascendente,  tal como debería ser en todas las personas. 
También el exceso de ignorancia puede enquistar a las personas en actitudes de terquedad que claman al cielo,  por un emperrachinamiento  que llama libertad a la esclavitud y obstruye el camino para que la coherencia llegue al entendimiento y serene a la persona. Nadie que se encuentre sometido dentro de un laberinto, donde le falta libertad, puede tener ángel, en el sentido estricto de su significado.

¿Quiénes tienen ángel?
Tiene ángel el que convence con una vida que refleja la autenticidad de valores altos y los expresa con la naturalidad del amor. La transmisión de esos valores, que ha hecho propios en su vida,  artística y convincente. Puede ser a través de la música, el teatro, el cine, la pintura o cualquier actividad humana.  Los que observan a quienes poseen esas cualidades quedan admirados y persuadidos, aunque muchas veces no puedan explicar a qué se deben esas conductas tan atractivas. Perciben la autenticidad como propia y exclusiva de la persona.
Ocurre siempre con personas buenas que tienen, por el hecho de ser buenas, mucha categoría y unas virtudes humanas encantadoras.  El encanto de la sencillez es la belleza más atractiva que puede ofrecer el ser humano.  Es entonces cuando se puede decir de alguien que ¡Tiene ángel! Es algo propio y tan bueno que convence más que nada.

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