Ezquizofrenia social
TRISTE
ELOGIO A LAS BALAS
Todos los días en los periódicos nos encontramos crónicas amarillas de sucesos
penosos con algún muerto de por medio. Los noticieros
televisivos abundan en datos sobre estos hechos de la vida real que claman al
cielo: muertes pasionales, suicidios,
gente que se quiere quitar la vida y es rescatada, feminicidios, sicarios que
matan por ajuste de cuentas, parricidios: hijos que matan a sus madres, padres
que matan a sus hijos. No son películas, es la más cruda realidad y sucede en
la misma ciudad que habitamos, donde los ambientes son cada día más inseguros. Los desadaptados
que andan sueltos por las calles, puede ser también asesinos en potencia.
Todos los días ocurren tragedias. El
poder mediático
se encarga de dar una información detallada: estudiantes que ametrallan a profesores y alumnos, locos armados que
disparan a mansalva en un centro comercial, fanáticos que organizan una
matanza colectiva con algún aparato explosivo, borrachos que organizan líos, artista de cine muertos
por exceso de drogas, violencia familiar incontrolable, etc.
A las grandes mayorías ya no les llama la atención que sucedan estas cosas, se
han acostumbrado a verlas en los titulares de los periódicos que se exhiben en los
quioscos y en los noticieros televisivos, todos los días y a cualquier hora. Cuando
las noticias trágicas se difunden muchos optan por cerrar los
ojos, no quieren aceptar la realidad de los sucesos desagradables, prefieren no
enterarse, sin embargo las noticias amarillas se multiplican y se difunden como
un aluvión
imparable por todo el mundo.
La violencia en la televisión y el cine
El problema más grande no es la difusión de los sucesos trágicos. Al periodismo hay que
pedirle que informe con veracidad, respetando a las personas y sin hacer escándalo. Lo que realmente
inquieta es el aumento de la violencia en todo el mundo: ¿a qué se debe ese incremento?
Está claro que la ausencia de
valores es una de las causas al que se suma el influjo de los medios de
comunicación
y del cine, con series, telenovelas y películas que están creando, en no pocos
espectadores, un "gusto" desviado favorable a las balas y a las matanzas.
Lo podemos ver en películas de acción donde mueren unos y otros
sin que pase nada. Matar se convierte en una actividad normal y hasta heroica
en algunos casos.
Algunos dicen que la
violencia forma parte de la vida y que las películas o las telenovelas solo
están
reflejando la realidad; sin embargo es necesario advertir, que con la
permisividad de la violencia en las actividades lúdicas, muchas personas están dejando entrar en su
interioridad, como por ósmosis, un influjo negativo, que es
una suerte de adrenalina que busca
una diversión
atrevida y placentera con la acción violenta que se percibe.
Hace poco un adolescente mató a su papá porque lo ganó jugando playstation. Algunos desadaptados han encontrado en el cine y en la
televisión
los modelos y las motivaciones para sus matanzas.
Miopía y esquizofrenia social
Lo que llama la atención a los educadores es que
existen muchas personas normales que son proclives a divertirse con películas donde hay balas y corre
la sangre despiadadamente, no se mueven
por malicia, incluso puede tratarse
de personas de un buen nivel intelectual y de excelente prestigio profesional,
sin embargo, por diversas circunstancias,
tienen una miopía que les impide ver lo
desacertado que es divertirse de esa manera, en estos tiempos tan desordenados.
Es una desviación que se ha generalizado en la sociedad, en
muchísimos
ambientes y especialmente entre la gente joven. Algunos la califican de esquizofrenia
social, porque da cabida a dos planteamientos opuestos en la misma persona:
que le parezca terrible que haya violencia en la sociedad y la aceptación, sin más, de la violencia descarnada en películas de acción, que incluso podrían ser las favoritas.
Es necesario aclarar que
existen películas
de acción,
muy positivas y sanas, que ayudan a
rechazar la violencia: "La
pasión" de Mel
Gibson, o "La caída" sobre la muerte de
Hittler. "De dioses y de
hombres" "Los niños de la China"
"Hotel Ruhanda" "El poder de uno" "Bakita" y muchas
otras, que son películas duras, pero edificantes. El espectador no
va deseoso de ver violencia y regodearse con ella, sino que busca instruirse, y ¿porque no?, divertirse, con una película de acción donde la violencia está bien tratada porque se
respeta a las personas y ayuda al
espectador a encontrar los valores necesarios para superar el mal.
Evidentemente existen películas de violencia y acción que son muy valiosas,
cuando se cumplen e los objetivos que hemos señalado.
La ambigüedad del ambiente relativista
Sin embargo es necesario
advertir que en la sociedad relativista cada vez importan menos los temas de
fondo, los parlamentos de los artistas
les parecen largos y aburridos. Quienes
se dejan influir solo por la "adrenalina" de la acción están buscando sentir
sensaciones, eso les basta; quedan extasiados con los efectos especiales y los
argumentos pasan a un segundo, o tercer plano; si la película es lenta les parece
pesada y fuera de la época, lo antiguo ya fue y por lo tanto vale
poco. Como esas películas no cuentan para la diversión que se desea, nunca se ven.
A la hora de elegir siempre escogerán la más divertida, con mucha acción y efectos especiales.
Los amantes de séptimo arte suelen tomar
distancia de infinidad de películas comerciales de poco valor, aunque sean
taquilleras. El cine bueno es mucho más que lo que puedan ofrecer
estas películas.
En el cine independiente existen películas extraordinarias que
pasan desapercibidas y que todo el mundo debería conocer, pero resulta que
mucha gente, desgraciadamente, no
tienen tiempo para verlas porque a la hora de la diversión las preferencias apuntan
siempre a lo mismo.
Algo parecido pasa con la música. La superficialidad en
la sociedad está tan extendida, en todos los niveles, que las grandes mayorías no entienden la música clásica, prefieren lo que está de moda, aunque no tenga un
valor artístico.
En la literatura ocurre lo mismo, la gente prefiere libros light de escaso valor porque se aburren con las obras literarias
de los grandes maestros.
Un síntoma claro de
superficialidad y frivolidad, lo
encontramos en los canales de televisión de señal abierta, donde se cae con
frecuencia en la vulgaridad con programas huachafos,
irreverentes y obscenos, que la gente sintoniza para divertirse. Lamentablemente son los que más rating tienen.
Educar para la paz con los medios de comunicación, el cine y el arte
Los educadores no podemos
estar tranquilos con estos desarreglos sociales que son contraproducentes si
queremos formar bien a las personas. La
esquizofrenia social es evidente. Urge poner los medios para revertir esta
"enfermedad" que para muchos pasa desapercibida.
Para poder arreglar este
desorden, que se ha generalizado en todo
el mundo, es necesaria la formación correcta de la
conciencia, que no puede dejar de ser
recta. Los padres de familia y los maestros tienen el deber imperioso de formar
la conciencia de las personas de acuerdo a la verdad.
La sociedad necesita hombres
de conciencia recta y unidad de vida. Para decirle no a la corrupción es necesario que en la
persona no tenga doble discurso, ni permisivismo moral. Todos deberían adquirir un conocimiento
claro de lo que hay que aceptar y de lo que hay que rechazar. En ningún caso se puede admitir una apología de la violencia, cerrando
los ojos a la realidad.
La violencia hay que rechazarla,
venga de dónde venga, y es necesario erradicarla
de la sociedad. Ni siquiera debería darse en las actividades lúdicas, (donde hay una infección generalizada). El que no es capaz de
entender este criterio está lejos de poder ayudar a la gente en la construcción de un mundo donde reine la
paz. Hoy, más
que nunca es necesario enseñarle a la gente para que se diviertan sanamente,
con películas
y espectáculos
edificantes. El buen cine y el buen teatro son medios extraordinarios para
lograr esos objetivos.
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