jueves, junio 19, 2014

Triunfos y derrotas
EL MUNDIAL DE  FÚTBOL Y EL FIN DEL MUNDO
El título pudiera parecer apocalíptico pero también se puede referir a las finalidades, que es el propósito de este artículo, aunque no estaría demás pensar, en medio de los bullicios entusiastas de la fiesta deportiva más grande del mundo, en lo que viene después de esta vida. Los hinchas más acérrimos del fútbol suelen proyectar su andadura por la vida haciendo referencia a los mundiales, desde el primero que vieron hasta el último que pudieran ver, si Dios les da vida.
Para abundar en estas consideraciones un chico me preguntaba: “en la vida eterna ¿se jugará el fútbol?  La respuesta inmediata fue que en el cielo estaría todo lo bueno multiplicado por infinito. La Escritura dice: “ni ojo vio, ni oído oyó lo que Dios tiene preparado para aquellos que le aman” Me imagino que en los partidos de fútbol del Cielo no sería necesario un árbitro, tampoco podría haber perdedores. Allí todos ganan. ¿cómo puede haber un campeonato donde todos ganen?  ¿a quién se le da la copa?
Esta última consideración es la que le va a dar sentido y relación al título de nuestro artículo y nos va a permitir sacar consecuencias importantes e interesantes para la preparación del mundial al que todos estamos llamados y que será una fiesta espectacular donde todos ganaremos ampliamente. El grito y los saltos de alegría del mejor gol los podremos dar todos, en un estadio repleto con millones de espectadores que nos estarán viendo y aplaudiendo. Allí sí podremos decir que estará presente toda la humanidad.

El fútbol y el dinero
Dejemos por ahora las postrimerías y volvamos al día día del presente, en las circunstancias del actual campeonato mundial de fútbol que este año ha costado 11 mil millones de dóllares y ha dividido a la población brasileña entre los que aprueban y desaprueban este enorme presupuesto.
No está demás decir que el fútbol se ha convertido en un negocio exitoso en los países de los equipos emblemáticos. La terrible crisis económica que hundió a España, no le afectó al fútbol sin embargo originó las protestas de los que pedían impuestos para que los equipos asuman su responsabilidad social.
En nuestro país el 45% de los peruanos, según reciente una estadística, compró un televisor nuevo, con un sistema más sofisticado, para poder ver cómodamente en sus casas el mundial de fútbol. Hemos estado acostumbrados a ver antenas de televisión en casas muy pobres y ahora sucede lo mismo con el cable, no hay dinero para la educación, e incluso para comer, pero para la televisión y para el fútbol, sí hay.
Cuando se habla de despilfarro hay que tener en cuenta el nivel de educación que existe en el país y en el mundo entero con respecto a los valores. Hoy por hoy los ricos y los pobres despilfarran porque tienen una escala de valores que no corresponde a los criterios de una persona, educada y bien formada, que busca gastar con coherencia y sensatez para vivir en armonía con su prójimo, de acuerdo a su situación. También las instituciones y los Estados deben ser coherentes y sensatos en sus gastos.
Un punto crítico y preocupante es el costo y el sueldo de los jugadores y el dinero que se emplea para la construcción de los grandes estadios. Además en todas estas operaciones se notan los negociados, muchas veces ilícitos, donde se forman peligrosas mafias. A los jugadores los venden como a los esclavos de la antigüedad, la diferencia está en que son esclavos con dinero y por lo tanto doblemente esclavos. La plata, que no saben utilizar los corrompe y les quita la libertad. Algunos futbolistas no son libres porque se venden a un equipo y a unos placeres indebidos, moviendo mucho dinero. Ganan plata pero pierden los valores para ser libres y felices.
En nuestro país los buenos futbolistas pueden ganar bastante más que el resto. En los contratos no se suele considerar la educación que les puede estar faltando, ni la situación de la familia de donde proceden, que es en muchos casos preocupante, ni las costumbres que puedan tener. Basta que jueguen bien.
Les entregan sin más el dinero ganado aunque algunos corran el riesgo de despilfarrarlo: comprándose automóviles caros para llamar la atención, usando ropa fina,  visitando los mejores restaurantes con la facilidad de caer en juergas, borracheras y malas costumbres, que perjudican su vida profesional y familiar, por el deterioro personal que sufren.
Lamentablemente muchos han malogrado sus vidas por estas liberalidades absurdas manejadas irresponsablemente con el dinero ganado y con la anuencia de empresarios y dirigentes que solo buscan la eficacia futbolística.  

Racionalización de los recursos que genera el fútbol
El fútbol es un maravilloso deporte pero es necesario limpiarlo de esos influjos perniciosos que lo desprestigian. La fórmula está clara:  buscar que todos ganen.
Que todos ganen significa hacer las cosas bien, con orden y honestidad. Eliminar las mafias y la corrupción. Educar para que no exista la violencia por la competividad.
Los recursos que genera el fútbol debería emplearse mejor, por ejemplo: para la educación de los mismos futbolistas y para lograr mejoras sociales en los pueblos o ciudades.
Los presupuestos del fútbol son bastante altos. Los mejores equipos europeos gastan anualmente un promedio de 200 millones de euros brutos en sus plantillas. El futbolista mejor pagado del mundo gana 35,3 millones de euros brutos, de los cuales se lleva 17 netos.  El segundo le sigue con 22,8 millones brutos y 11 netos por temporada. 
En el Perú, el Órgano de Control Económico y Financiero (OCEF) reveló los sueldos que perciben los futbolistas de nuestro Descentralizado, y hay sorpresas: un arquero en el Perú gana entre US$3 mil y US$12 mil. Los zagueros, algunos buenos y otros rústicos, perciben entre US$3,650 y US$11 mil, mientras que los laterales cobran de US$4 mil a US$11 mil. En la volante, los números hablan de US$2 mil a US$20 mil. Y en cuanto a los delanteros, sus ganancias oscilan entre los US$4 mil y los US$19 mil.

Para todos es la justicia y la responsabilidad social. Está muy bien querer ser el campeón del mundo y hacer los gastos necesarios para la ejecución de un mundial, pero es necesario tener también tener los criterios de sensatez y responsabilidad para saber regular las ganancias y los gastos sin que se caiga en la codicia o en el despilfarro.
Los buenos futbolistas podrían convertirse en grandes líderes de la honestidad y dejar un legado ejemplar a las siguientes generaciones.
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