viernes, junio 27, 2014


No todo lo que brilla es oro
EL MUNDIAL DE LA HUMILDAD
Cuando se organizan los cónclaves, después de la muerte de un Papa, se suele decir: “el Cardenal que entra como Papa sale Cardenal”. Nunca faltaron las expectativas de los papabiles con los nombres que los periodistas ventilan por todo el mundo. Luego vienen las sorpresas, como ha ocurrido en los últimos cónclaves, sale elegido Papa alguien que nadie, o muy pocos, imaginaban.
Mutatis mutandi valdría la comparación con los equipos favoritos para mundial de fútbol que se está celebrando en Brasil. Los grandes equipos que entraron pisando fuerte creyéndose los mejores, por haber sido líderes en los mejores campeonatos europeos,  han sido humillados por otros más chicos que ha jugado mejor que ellos.
Los que saben de fútbol pueden distinguir entre el fútbol propiamente dicho y la política del fútbol, que es manejada por unos pocos, también es fácil distinguir entre el fútbol tradicional y el comercial.  Por otro lado vemos que es inevitable que el negocio del fútbol, uno de los más grandes del mundo, cierre sus filas con algunos jugadores y equipos que están en el circuito de los grandes negocios.
Está claro que los negociantes son los que están alrededor de los mejores clubes del mundo, que se supone tienen los mejores jugadores. Esto no significa que puedan existir otros clubes muy buenos, con excelentes jugadores. Lo que queremos decir es que solo algunos están en la vitrina, con la colaboración de los medios de comunicación, que también participan de los negocios y tienen razones de conveniencia para promocionar a los que consideran interesantes.

El influjo en la hinchada
El respetable público ve lo que  le ponen y forma sus opiniones con el influjo de los medios. Es como en el cine, las películas más taquilleras son las que han hecho una suerte de “propaganda”  (manipulación) para que el público piense que son las mejores. La persuasión mediática produce el consenso sobre todo de los más jóvenes, que tienen menos experiencia y son más impresionables. Así lo que más vale puede pasar desapercibido, o poco valorado, como suele ocurrir con frecuencia.
Dice un viejo refrán: “no todo lo que brilla es oro”  y de allí la importancia de la virtud de la humildad, una virtud sumamente difícil de adquirirla, pues como decía, muy oronda, una persona ingenua: “después de muchos años de esfuerzo puedo decir ahora que tengo el orgullo de ser humilde”, cuando en realidad la humildad es una virtud, -lo decía San Josemaría Escriva-, que muere una hora después que la persona.

Cuando la plata manda
La pelota que más juega en la cancha de los negocios del fútbol se llama dinero. Es la pelota que mejor se mueve con jugadas brillantes de dirigentes, representantes, poder mediático y jugadores. En estos campeonatos se ignora que el dinero ciega y que la falta de humildad es precisamente ceguera: creerse más de lo que se es.
Los que quieren “limpiar” el dinero afirmando que no corrompe sienten una suerte de indignación cuando se les hace ver las injusticias que se generan con los grandes negociados de los consensos humanos. 
Se puede construir un gran estadio para el gran negocio del fútbol sin ver las grandes carestías de los pobladores de ese lugar. Quienes lo construyen son ciegos para ese otro rubro y no se sienten responsables. Es más, dicen: ¡que tiene que ver! ¡son cosas distintas!, lo mismo diría el que entra a un pueblo joven en un lujoso Lamborgini. Doble ceguera: la imagen que da y la falta de sensibilidad para las necesidades del prójimo. Es como un pordiosero que va andrajoso pero lleva en la muñeca un reloj de oro pensando que todo el mundo se está fijando en su reloj. Ni cuenta se da de su propia miseria.
El amor desordenado por el dinero (el ordenado es el desprendimiento y la pobreza), inyecta una soberbia ciega de creerse los mejores y mirar a los otros como inferiores. La lógica del soberbio es que ellos son los que deben ganar o llevar la voz cantante. No puede ser que otros sean mejores, ¡debe haber un error!

Los amigos de los débiles
En el otro consenso humano,  que no es político, las personas tienden a defender al más débil. En el fútbol pasa lo mismo, el público general aplaude al más chico cuando hace las cosas bien y así se enfrenta, con una suerte de rebeldía, al grande. El que sabe de fútbol es, si cabe la comparación, como más de derechas. Está del lado del equipo fuerte, futbolísticamente hablando, o del equipo tradicional, que siempre gana. Un exceso de pasión le puede poner en dificultades para la humildad.
Existe otro rubro de personas que les molesta que el fútbol sea el rey de los deportes y lanzan sus críticas por el resentimiento que tienen y tal vez por la envidia de que otros puedan disfrutar de algo que ellos no valoran. Eso también es falta de humildad.

La urgencia de la humildad
Para todas las personas es urgente crecer en humildad. La soberbia les complica todo y después se sufre mucho.
¡Qué difícil ser humildes!  Pero, gracias a Dios, la misma vida golpea y hace ver la realidad. El mundial nos está haciendo ver una realidad que antes no se veía porque los medios no la ponchaban. Ahora no hay más remedio que reconocer al que es mejor. Y el que ha llegado alto no puede sentirse por encima de los demás. Debe cuidar que el humo no se le suba a la cabeza.
En el ámbito del fútbol los amigos del negocio ya han puesto sus ojos para los nuevos fichajes. Luego les van a proponer entrar en el sistema de los grandes que muchos lo tienen como la gran ilusión de su vida.  Ser grande significa para una gran mayoría tener mucha plata y poder darse la gran vida. Así lo contaba un converso, el famoso artista Eduardo Verástegui que soñaba con ser artista de Hollywood. Un día llegó a esa meta pensando que sería lo máximo,  pero, para suerte suya, al poco tiempo se dio cuenta que la fama y el dinero no eran dada y decidió cambiar de vida. Ahora vive feliz produciendo películas con valores.
Si los que se dedican al fútbol lucharan por ser cada día más humildes ¡cuantas cosas buenas podrían hacer para ellos, y para miles de espectadores! Es horrible ver un futbolista arrogante que endiosa su personalidad buscando su propia gloria con una ostentación irresponsable.
Que todos podamos aprender de las buenas lecciones que nos da la vida, a veces con golpes, para aprender a ser humildes y sencillos.

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