El reglamento para
autorizar el aborto terapéutico
UN NUEVO DISFRAZ PARA UNA GRAN MENTIRA
Acaba de salir una
nueva versión de la "Caperucita roja" con el lobo disfrazado de una
abuelita que parece que tiene muy "buenas intenciones" pero los
rasgos artificiales de su aparente bondad son siempre toscos y grotescos, a pesar de eso, no faltan incautos que se creen
el cuento, que además está adornado por los manipuladores de turno.
El manido tema de la
legalización del aborto sale nuevamente a relucir revestido con otros ropajes
para que parezca convincente y pueda colarse por las rendijas de una ventana
mal cerrada. Nunca se presenta de frente, con la verdad por delante y de una
manera clara. Quienes están detrás son las mismas personas de siempre: los que
están alienados en políticas y en negocios de lo que San Juan Pablo II llamaba "la cultura de la muerte" ,
persuaden a los "corderillos"
de turno, que no conocen a fondo el tema y los utilizan para sus campañas.
Estos circunstanciales
seguidores son una exigua "minoría" que se dedica a repetir, con la superficialidad del sentimentalismo, lo
que les han dictado sus mentores, respaldados por una propaganda mediática
alienante y costosa. Los organizadores de estas iniciativas y sus seguidores
son, en realidad, "cuatro
gatos" que hacen mucha bulla para dar la impresión de multitud.
Los astutos
manipuladores a favor del aborto, (hay mucho dinero detrás), se indignan cuando
les descubren sus torcidas intenciones. Son expertos en mostrar una exagerada
sensibilidad para sentirse heridos y víctimas de tener que tolerar posturas
"moralistas" de una Iglesia que presenta, según ellos, un Dios que odia y no un Dios misericordioso. Estoy
empleando las mismas frases de un articulista que defendía a capa y espada está guía que quieren
imponernos.
Realmente ¿quieren defender la vida?
La guía no la
presentan los defensores de la vida. Basta con mirar la trayectoria de sus
vidas. Son lobos disfrazados de oveja. Siempre han defendido sus negociados y
de paso, escondidos sin que nadie los vea,
suelen lanzar una piedra más a la Iglesia pretendiendo dividirla con la creación
de un aparente enfrentamiento entre el Papa Francisco y el Cardenal Cipriani,
como si estuvieran opuestos. Es otro rasgo que pone en evidencia un
desconocimiento total de la unidad de la Iglesia y una ignorancia religiosa de
consideración.
Las empresas de la
cultura de la muerte han crecido en las sociedades que buscan expulsar a Dios
del mundo diciendo que Él no tiene que meterse en las vidas de las personas.
Por otro lado es muy fácil
comprobar que el dinero que mueve el narcotráfico y la pornografía, contaminan y desordenan las
relaciones íntimas de las personas en los aspectos sexuales. En este mundo
permisivo, donde todo se puede,
porque no hay pecado, como dicen estos “reformadores”, surgen las corrientes
abortistas. El 99% de los abortos surgen de los desórdenes de vida.
La guía presentada
para su aprobación podría parecer coherente, cuando se dice que es
exclusivamente para los casos en que se pone el peligro de la vida de la madre
y que además la presencia de una junta médica evitaría que se cometan abusos.
Es el lobo disfrazado de abuelita. No dejemos que nuestra población sea una vez
más la Caperucita roja inocente. Es necesario encender los reflectores para espantar al lobo que quiere destruirlo todo para
comer él y nadie más.
Quinto mandamiento: ¡No matar!
La Iglesia ha
defendido siempre la vida recordando la ley de Dios que dice: "No
matar". Los médicos que están frente a una madre embarazada que se
encuentra en una situación límite, (la
vida de la madre o del hijo), harán todo lo posible para defender las vidas
de ambos.
Hoy, gracias a los
progresos de la ciencia médica, es posible defender la vida de los dos, pero en
el hipotético caso de estar realmente en el límite, hay una regla moral en la ética
cristiana que existe desde el siglo XIII y que fue creada por Santo Tomás de
Aquino: la regla del doble efecto o voluntario indirecto:
1.
El objeto del acto que se persigue debe
ser bueno.
2.
La intención del que actúa debe ser buena
y excluye (no desea pero lo tolera) el efecto malo que se seguirá de la acción.
3.
La acción debe ser en sí buena o
indiferente, pues no sería correcto emprender un acto en sí malo (por ejemplo
robar) para conseguir un fin bueno (curar una gripe ordinaria).
4.
Debe existir una razón proporcionalmente
grave para aceptar el acto. Es decir, el beneficio que se espera obtener debe
ser lo suficientemente serio como para justificar la ejecución de una acción
que traerá alguna consecuencia negativa.
5.
Que no existan acciones mejores que
provoquen menos daño.
Realmente las grandes
mayorías no quieren el aborto cuando se les dice la verdad con claridad. Las
personas que defienden la vida son las que tienen coherencia de vida. No
dejemos, que unos pocos, por sus pasiones desordenada o sus pingues negocios arranquen los valores
esenciales de la vida humana y de la familia.
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