Existen muchas
excepciones que no confirman la regla
DECEPCIÓN DE LOS PRIMEROS PUESTOS
Hace unos días, en un cumpleaños familiar, se desató una
conversación que fue creciendo en intensidad por la preocupación que traía el
tema: la situación actual de los colegios con respecto a la educación de los
chicos. Los que intervenían esgrimían argumentos contundentes para señalar las
graves falencias de la educación peruana y el exceso de pasividad o
permisivismo por parte de los actuales maestros, que en muchos casos, han
perdido el control de sus alumnos y se han convertido en sirvientes de los
caprichos de los chicos, que además son respaldados por sus propios padres.
En muchos colegios de
nuestro país los chicos y la familia imponen los modos en que deben ser
educados los alumnos, por sus profesores. Con los sistemas actuales los alumnos
son consentidos y los profesores exigidos, valga
la redundancia, para no exigir en temas elementales de formación humana y
algunos también en cuestiones académicas, cuando se hace necesario aprobar a
los alumnos para no perder las entradas económicas que representan.
Muchos alumnos de hoy,
en un número significativo de colegios y
dejando de lado las excepciones, salen malcriados, contestatarios, con un
espíritu crítico negativo y muchos de ellos cargados de desórdenes y de vicios.
Los padres de familia
permisivos cierran los ojos a la realidad pensando que la juventud es así, que
siempre ha sido así, que todos han pasado por lo mismo y que las cosas después
se pueden arreglar. La ceguera de los padres tiene su origen en el ambiente
mundial de relativismo donde todo da lo mismo y cualquier opción que se siga
puede ser válida.
Las mejores cabezas
Pues bien, en este
artículo, vamos a referirnos solo a los alumnos más inteligentes, a los
primeros de la clase. Todavía algunas personas piensan que los alumnos que
ocupan los primeros puestos van a tener éxito en la vida; que las notas que
sacan y los temas que dominan los van a colocar muy alto en el entorno
profesional y social.
En las circunstancias
actuales es penoso observar que muchos chicos que fueron brillantes en sus
estudios escolares y universitarios han terminado siendo unas
"joyitas" en el mundo profesional y social, algunos están en la
cárcel y otros siguen deambulando y causando estragos por donde pasan. Algo
importante está fallando en la educación.
Está claro que educar
no es sólo conseguir que el alumno destaque en los aspectos académicos, no
basta que sea buen matemático y que aprenda idiomas. No es correcto que un
educador diga: "a fulanito le irá
muy bien porque tiene una cabeza extraordinaria y porque saca las mejores
notas"
Hace poco en una
reunión, con insignes educadores, salieron nombres de premios de excelencia de
los colegios que fracasaron en la vida universitaria y otros que hicieron una
carrera brillante con maestrías y doctorados y que les fue muy mal en la vida
profesional.
También existen
grandes cabezas, que han destacado mucho
en los estudios, con serios problemas familiares (peleados con sus parientes, incomunicados con sus hijos o con sus
padres, verdaderas tragedias), otros con problemas morales (alcoholismo, drogas, corrupción).
En un número
significativo de colegios se da una mala orientación a los talentos porque se
les forma solo para una competividad académica con un liderazgo vanidoso. Ser
emprendedor significa, para una
significativa mayoría, sacar adelante los negocios y lograr buenos
beneficios económicos. Para muchos basta la capacidad, piensan que las virtudes
humanas son sólo las que crean una personalidad capaz de sacar cosas adelante. ¿Dónde queda la formación moral? ¿Quién les
enseña la virtud de la humildad? ¿Quién les enseña a no ser traferos,
mentirosos o manipuladores? ¿Quién consigue que sean respetuosos con el
prójimo?
Se equivoca quién
selecciona a una persona solo porque tiene cabeza y un buen rendimiento en los
estudios. Es necesario medir otros aspectos: ¿cómo es su carácter?, ¿cómo trata a los demás? ¿qué es lo que
realmente quiere hacer?
Cuando la selección de personas parcializa al profesor y
termina discriminando
Un educador no puede
ser un hombre que hace acepción de personas. No puede tener un grupito de
elegidos que son sus preferidos, aunque esté seleccionando a los mejores de
acuerdo a la capacidad o a la inteligencia. A los más dotados hay que
enseñarles a utilizar sus cualidades para ayudar y servir a los demás. El más
inteligente, si está bien formado,
tendría que ser el mejor servidor.
El educador debe ser
un artista para saber situar y colocar a los alumnos en el lugar adecuado.
También hay que decir que es más inteligente el que sabe situarse bien. El
mejor sitio no es el de la conveniencia propia sino el lugar donde se puede
servir mejor, es el lugar donde se puede rendir más y donde se desarrolla mejor el talento de una persona.
Tampoco se puede
olvidar que la calidad de una persona es la calidad de sus relaciones. El
inteligente se lleva bien con todos no por ser permisivo, (es más bien exigente),
sino por ser comprensivo. Es una persona que sabe tener afecto y estima por los
demás, aunque tengan errores.
Para las grandes obras
Dios escoge a los talentos medios. Aquellos que quizá no hayan brillado tanto en
los estudios pero que son muy buenas personas. Se ha comprobado que pueden
llevar, y así lo demuestra la historia,
más peso encima y tener más responsabilidad que las grandes lumbreras. Es más
fácil que ellos tengan la inteligencia al servicio de la obediencia, que es la
virtud que hace libre y muy útil al ser humano.
Dios “…a
elegido a lo débil del mundo para confundir a lo fuerte…” (S. Pablo, Cort. 1, 16-29).
Agradecemos sus comentarios
No hay comentarios.:
Publicar un comentario