viernes, julio 25, 2014




Existen muchas excepciones que no confirman la regla
DECEPCIÓN DE LOS PRIMEROS PUESTOS

Hace unos días, en un cumpleaños familiar, se desató una conversación que fue creciendo en intensidad por la preocupación que traía el tema: la situación actual de los colegios con respecto a la educación de los chicos. Los que intervenían esgrimían argumentos contundentes para señalar las graves falencias de la educación peruana y el exceso de pasividad o permisivismo por parte de los actuales maestros, que en muchos casos, han perdido el control de sus alumnos y se han convertido en sirvientes de los caprichos de los chicos, que además son respaldados por sus propios padres.

En muchos colegios de nuestro país los chicos y la familia imponen los modos en que deben ser educados los alumnos, por sus profesores. Con los sistemas actuales los alumnos son consentidos y los profesores exigidos, valga la redundancia, para no exigir en temas elementales de formación humana y algunos también en cuestiones académicas, cuando se hace necesario aprobar a los alumnos para no perder las entradas económicas que representan.

Muchos alumnos de hoy, en un número significativo de colegios y dejando de lado las excepciones, salen malcriados, contestatarios, con un espíritu crítico negativo y muchos de ellos cargados de desórdenes y de vicios.

Los padres de familia permisivos cierran los ojos a la realidad pensando que la juventud es así, que siempre ha sido así, que todos han pasado por lo mismo y que las cosas después se pueden arreglar. La ceguera de los padres tiene su origen en el ambiente mundial de relativismo donde todo da lo mismo y cualquier opción que se siga puede ser válida.


Las mejores cabezas

Pues bien, en este artículo, vamos a referirnos solo a los alumnos más inteligentes, a los primeros de la clase. Todavía algunas personas piensan que los alumnos que ocupan los primeros puestos van a tener éxito en la vida; que las notas que sacan y los temas que dominan los van a colocar muy alto en el entorno profesional y social.

En las circunstancias actuales es penoso observar que muchos chicos que fueron brillantes en sus estudios escolares y universitarios han terminado siendo unas "joyitas" en el mundo profesional y social, algunos están en la cárcel y otros siguen deambulando y causando estragos por donde pasan. Algo importante está fallando en la educación.

Está claro que educar no es sólo conseguir que el alumno destaque en los aspectos académicos, no basta que sea buen matemático y que aprenda idiomas. No es correcto que un educador diga: "a fulanito le irá muy bien porque tiene una cabeza extraordinaria y porque saca las mejores notas"

Hace poco en una reunión, con insignes educadores, salieron nombres de premios de excelencia de los colegios que fracasaron en la vida universitaria y otros que hicieron una carrera brillante con maestrías y doctorados y que les fue muy mal en la vida profesional.

También existen grandes cabezas, que han destacado mucho en los estudios, con serios problemas familiares (peleados con sus parientes, incomunicados con sus hijos o con sus padres, verdaderas tragedias), otros con problemas morales (alcoholismo, drogas, corrupción).

En un número significativo de colegios se da una mala orientación a los talentos porque se les forma solo para una competividad académica con un liderazgo vanidoso. Ser emprendedor significa, para una significativa mayoría, sacar adelante los negocios y lograr buenos beneficios económicos. Para muchos basta la capacidad, piensan que las virtudes humanas son sólo las que crean una personalidad capaz de sacar cosas adelante. ¿Dónde queda la formación moral? ¿Quién les enseña la virtud de la humildad? ¿Quién les enseña a no ser traferos, mentirosos o manipuladores? ¿Quién consigue que sean respetuosos con el prójimo?

Se equivoca quién selecciona a una persona solo porque tiene cabeza y un buen rendimiento en los estudios. Es necesario medir otros aspectos: ¿cómo es su carácter?, ¿cómo trata a los demás? ¿qué es lo que realmente quiere hacer?


Cuando la selección de personas parcializa al profesor y termina discriminando

Un educador no puede ser un hombre que hace acepción de personas. No puede tener un grupito de elegidos que son sus preferidos, aunque esté seleccionando a los mejores de acuerdo a la capacidad o a la inteligencia. A los más dotados hay que enseñarles a utilizar sus cualidades para ayudar y servir a los demás. El más inteligente, si está bien formado, tendría que ser el mejor servidor.

El educador debe ser un artista para saber situar y colocar a los alumnos en el lugar adecuado. También hay que decir que es más inteligente el que sabe situarse bien. El mejor sitio no es el de la conveniencia propia sino el lugar donde se puede servir mejor, es el lugar donde se puede rendir más y donde  se desarrolla mejor el talento de una persona.

Tampoco se puede olvidar que la calidad de una persona es la calidad de sus relaciones. El inteligente se lleva bien con todos no por ser permisivo,  (es más bien exigente), sino por ser comprensivo. Es una persona que sabe tener afecto y estima por los demás, aunque tengan errores.

Para las grandes obras Dios escoge a los talentos medios. Aquellos que quizá no hayan brillado tanto en los estudios pero que son muy buenas personas. Se ha comprobado que pueden llevar, y así lo demuestra la historia, más peso encima y tener más responsabilidad que las grandes lumbreras. Es más fácil que ellos tengan la inteligencia al servicio de la obediencia, que es la virtud que hace libre y muy útil al ser humano.

Dios “…a elegido a lo débil del mundo para confundir a lo fuerte…” (S. Pablo, Cort. 1, 16-29).

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jueves, julio 10, 2014


El reglamento para autorizar el aborto terapéutico
UN NUEVO DISFRAZ PARA UNA GRAN MENTIRA

Acaba de salir una nueva versión de la "Caperucita roja" con el lobo disfrazado de una abuelita que parece que tiene muy "buenas intenciones" pero los rasgos artificiales de su aparente bondad son siempre toscos y grotescos, a pesar de eso, no faltan incautos que se creen el cuento, que además está adornado por los manipuladores de turno.

El manido tema de la legalización del aborto sale nuevamente a relucir revestido con otros ropajes para que parezca convincente y pueda colarse por las rendijas de una ventana mal cerrada. Nunca se presenta de frente, con la verdad por delante y de una manera clara. Quienes están detrás son las mismas personas de siempre: los que están alienados en políticas y en negocios de lo que San Juan Pablo II llamaba "la cultura de la muerte" , persuaden a los "corderillos" de turno, que no conocen a fondo el tema y los utilizan para sus campañas.

Estos circunstanciales seguidores son una exigua "minoría" que se dedica a repetir, con la superficialidad del sentimentalismo, lo que les han dictado sus mentores, respaldados por una propaganda mediática alienante y costosa. Los organizadores de estas iniciativas y sus seguidores son, en realidad, "cuatro gatos" que hacen mucha bulla para dar la impresión de multitud.

Los astutos manipuladores a favor del aborto, (hay mucho dinero detrás), se indignan cuando les descubren sus torcidas intenciones. Son expertos en mostrar una exagerada sensibilidad para sentirse heridos y víctimas de tener que tolerar posturas "moralistas" de una Iglesia que presenta, según ellos, un Dios que odia y no un Dios misericordioso. Estoy empleando las mismas frases de un articulista que defendía a capa y espada está guía que quieren imponernos.


Realmente ¿quieren defender la vida?
 
La guía no la presentan los defensores de la vida. Basta con mirar la trayectoria de sus vidas. Son lobos disfrazados de oveja. Siempre han defendido sus negociados y de paso, escondidos sin que nadie los vea, suelen lanzar una piedra más a la Iglesia pretendiendo dividirla con la creación de un aparente enfrentamiento entre el Papa Francisco y el Cardenal Cipriani, como si estuvieran opuestos. Es otro rasgo que pone en evidencia un desconocimiento total de la unidad de la Iglesia y una ignorancia religiosa de consideración.

Las empresas de la cultura de la muerte han crecido en las sociedades que buscan expulsar a Dios del mundo diciendo que Él no tiene que meterse en las vidas de las personas.

Por otro lado es muy fácil comprobar que el dinero que mueve el narcotráfico y la  pornografía, contaminan y desordenan las relaciones íntimas de las personas en los aspectos sexuales. En este mundo permisivo, donde todo se puede, porque no hay pecado, como dicen estos “reformadores”, surgen las corrientes abortistas. El 99% de los abortos surgen de los desórdenes de vida.

La guía presentada para su aprobación podría parecer coherente, cuando se dice que es exclusivamente para los casos en que se pone el peligro de la vida de la madre y que además la presencia de una junta médica evitaría que se cometan abusos. Es el lobo disfrazado de abuelita. No dejemos que nuestra población sea una vez más la Caperucita roja inocente. Es necesario encender los reflectores para espantar al lobo que quiere destruirlo todo para comer él y nadie más.

Quinto mandamiento: ¡No matar!

La Iglesia ha defendido siempre la vida recordando la ley de Dios que dice: "No matar". Los médicos que están frente a una madre embarazada que se encuentra en una situación límite, (la vida de la madre o del hijo), harán todo lo posible para defender las vidas de ambos.

Hoy, gracias a los progresos de la ciencia médica, es posible defender la vida de los dos, pero en el hipotético caso de estar realmente en el límite, hay una regla moral en la ética cristiana que existe desde el siglo XIII y que fue creada por Santo Tomás de Aquino: la regla del doble efecto o voluntario indirecto:


1.     El objeto del acto que se persigue debe ser bueno.
2.     La intención del que actúa debe ser buena y excluye (no desea pero lo tolera) el efecto malo que se seguirá de la acción.
3.     La acción debe ser en sí buena o indiferente, pues no sería correcto emprender un acto en sí malo (por ejemplo robar) para conseguir un fin bueno (curar una gripe ordinaria).
4.     Debe existir una razón proporcionalmente grave para aceptar el acto. Es decir, el beneficio que se espera obtener debe ser lo suficientemente serio como para justificar la ejecución de una acción que traerá alguna consecuencia negativa.
5.     Que no existan acciones mejores que provoquen menos daño.

Realmente las grandes mayorías no quieren el aborto cuando se les dice la verdad con claridad. Las personas que defienden la vida son las que tienen coherencia de vida. No dejemos, que unos pocos, por sus pasiones desordenada o sus pingues negocios arranquen los valores esenciales de la vida humana y de la familia.

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miércoles, julio 02, 2014


La compasión y la compensación
PASIÓN Y RAZÓN
Las pasiones que mueve el fútbol podrían alterar la razón de todos los que se encuentran en la fogocidad de las contiendas, casi electrizados con la furia colectiva del ambiente, y también con el peligro de dejar una estela de heridas, que en algunos casos podrían ser irreparables.
La filosofía y los reglamentos para esos acontecimientos apuntan a lograr un nivel alto de virtudes humanas en todos los participantes: jugadores, entrenadores, árbitros, dirigentes, periodistas y público en general. Las cuotas de responsabilidad y prudencia deberían ser elevadas para evitar violencias o situaciones desagradables que desfiguren la belleza y armonía de los partidos donde se compite para ganar.
Unidad, belleza y amistad
Los enfrentamientos deportivos no deben crear enemigos, al contrario son ocasión para ganar muchos más amigos y reforzar la hermandad y unidad de los seres humanos.
En los mundiales se puede apreciar: los magníficos y cómodos estadios, la calidad técnica de la televisión con imágenes impactantes llenas de belleza y colorido, la amabilidad del pueblo anfitrión (el país y sus costumbres), la alegría y el sufrimiento del público en un clima humano de acercamientos mutuos, a pesar de las diferencias; los sueños y las ambiciones de los seres humanos, las técnicas magníficas de los mejores jugadores, el acierto o desacierto de los árbitros, el último balón de fútbol que todos desean tener, el rito de las ceremonias con protocolos y saludos, el acompañamiento variopinto del público, la elegancia y cordura de los entrenadores y de los narradores deportivos. Toda una sociología que muestra personas unidas y encendidas en unos afanes que se viven al mismo tiempo.
La razón nos hace ver que  para que las ambiciones humanas competitivas no desemboquen en una guerra, cada uno debe poner una cuota de prudencia, controlando sus pasiones con un nivel de conducta donde predomine la cordura, el respeto por los demás y la amabilidad.
Para muchos el logro de un mundial es un sueño que se cumple, para otros solo una oportunidad, para muy pocos el dolor de un fracaso. Es una temporada corta en la que se ven grandes cambios, saltos y sobresaltos. Unos ríen, otros lloran, hay grandes abrazos, besos y manifestaciones exorbitantes de alegría que se producen en el instante del gol, también se ven grandes frustraciones y verdaderos arrepentimientos. Algunos consiguen sustanciosos contratos y otros lo pierden todo. Se deben tener las virtudes para saber ganar y para saber perder, una categoría humana de primer nivel, para seguir viviendo después, con agradecimiento, por esas experiencias que marcaron la vida.
El rechazo de las malas artes
Que la contienda sea de fornidos y atléticos deportistas no quiere decir que pueda permitirse la brusquedad o la bravuconería. La disciplina es propia de una persona con fortaleza que sabe dominar sus ímpetus. Los partidos hay que ganarlos jugando y no guerreando a base de machetazos. El juego limpio y honrado es bello y atractivo, al público lo persuade. Los árbitros deben ser totalmente imparciales y muy finos en sus intervenciones. Un buen árbitro casi ni se nota, porque no busca lucirse y deja que los equipos se luzcan. El que pone demasiadas tarjetas y paraliza mucho el juego está demostrando sus limitaciones como juez, el que tiene preferencias y favorece a un equipo más que al otro, tiene poco nivel profesional,  el quiere arreglar las cosas en base a compensaciones tiene poca categoría como persona y el que se vende es un corrupto que habría que expulsar.
El jugador debe poner todas sus virtudes en la cancha, la mejor técnica para jugar y el mejor trato para las personas: sus compañeros y los adversarios. Tiene que tener la suficiente entereza para no hundirse cuando va perdiendo y la suficiente humildad para no sentirse altanero cuando va ganando y para reconocer y enmendar los errores cometidos, o aceptar ser cambiado por el entrenador que busca una mejor opción para el equipo. Un buen jugador no es una persona difícil o engreída que solo piensa en su gloria personal.
Da gusto ver a los entrenadores bien vestidos y cercanos a sus jugadores. Ellos deben ejercer la paternidad y preocuparse no solo del triunfo del equipo sino también de la vida de cada uno de sus jugadores. En la cancha, como todos, debe controlar sus pasiones. Es muy bonito ver en él la ambición de triunfo para su equipo: las indicaciones incisivas, las decisiones urgentes para los cambios y arengas exultantes y oportunas. Muchas veces son ejemplo de cómo hay que llevar las cosas en situaciones límite. Maneja todo un arte que exige un constante dominio, no pueden perder los papeles, debe mantenerse ecuánime y tener la hidalguía de reconocer al vencedor. Es muy grato ver dos entrenadores abrazarse al acabar el partido donde han sido rivales, dejando de lado el resultado.
Para un narrador deportivo debe ser difícil juzgar con imparcialidad una contienda. Algunos lo saben hacer muy bien y otros se vuelven cargantes o inoportunos con comentarios fuera de lugar o que denotan poco conocimiento de lo que están diciendo. Se requiere humildad y un buen control de las pasiones para comentar un partido de modo positivo y respetuoso. Un comentador deportivo debe saber mucho de fútbol y tener admiración, e incluso afecto por los futbolistas, para hacer un trabajo de calidad.

El papel de la hinchada
Los aficionados o la hinchada vivirán la fiesta del fútbol cuando llevan las virtudes que ellos mismos exigen a los futbolistas: amor a la camiseta, una vida ordenada, estar en forma, no ser bruscos, jugar con todo el equipo, luchar hasta el final, saber ganar y saber perder, tener capacidad para rectificar. El mejor jugador será para ellos un ídolo ejemplar, digno de ser emulado.
Desde el fútbol se pueden ver las virtudes que se tienen y las que faltan, se puede ver el orden que necesita la vida y el esfuerzo que hay que poner para ganar las batallas, una tras otra, hasta que llega el triunfo definitivo.
Que este campeonato mundial nos de las pautas para ser mejores personas.

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