Responsabilidad
de los papás
LOS
ORÍGENES DEL BULLING ESCOLAR
No
es fácil precisar cuando se inició el bulling
escolar. Ha existido en todas las épocas y en todos los países del mundo.
Procede del desorden de la naturaleza humana que quiere sobresalir por encima y
a costa de los demás. La burla se convierte en un arma eficaz para ascender
dejando de lado a alguien que es minimizado.
Las
leyes, reglamentos o disposiciones que se den para frenarlo no influyen tanto, como podría parecer, para lograr que
desaparezca. La educación sigue siendo el factor fundamental para curar ese mal
y esta depende fundamentalmente de los padres dentro del núcleo familiar.
Los
colegios deben contar, en primer lugar,
con los padres, que son los principales educadores de sus hijos, para ganarle
la guerra al bulling. Es muy difícil que un colegio arregle por su cuenta ese
problema, sin la intervención de la propia familia. Es más, la responsabilidad
principal para la educación de los hijos recae en la familia, el colegio es un
complemento de ayuda.
Acertar con el colegio
Lo
primero que se debe advertir es que no todos los chicos son para cualquier
colegio. No basta con que el colegio sea de gran calidad y buen prestigio.
Puede ser que un alumno, también bueno,
no encaje con los compañeros que les toca en el salón. Si esto es así el
colegio y los padres deben tomar medidas para que el alumno cambie de ambiente.
No en conveniente forzar al alumno
para que permanezca en un ambiente que no es para él.
Si
un alumno no encaja, por los motivos que
sean, en un colegio, los padres deben ponerse de acuerdo con los profesores
para cambiarlo a otro colegio (si no hay
otra aula del mismo colegio donde se le pueda ubicar); esta movida no dice
nada del colegio ni del alumno, depende de circunstancias. No es culpa de
nadie.
El
colegio es para el alumno y no el alumno para el colegio. El alumno está en el
colegio para lo puedan formar. No todos los colegios pueden formar a todos los
alumnos. Aunque sea un excelente colegio.
La
formación del alumno dependerá también del ambiente de compañeros que tenga.
Alguna vez ocurre que algún alumno no encaja, para nada, entre sus compañeros de clase. Es por eso que entre los
colegios debe haber una conexión para poder intercambiar alumnos que tienen ese
tipo de dificultad. Serán siempre pocos, de acuerdo a la experiencia pedagógica
de los colegios.
Los
padres, si ven que uno de sus hijos no encaja en el colegio donde están sus
hermanos, no deben empeñarse en que continúe allí. Además entre los hermanos
debe evitarse la competividad; estar en un colegio distinto no es más ni menos
privilegio, al contrario deberían enriquecerse todos los hermanos y la familia entera
con la variedad de los distintos colegios. La competividad entre colegios
resulta antipedagógica y puede ser deformante para los chicos.
Es
importante que en los ámbitos educativos los colegios estén unidos y se apoyen
unos a otros. Se trata de darle a los alumnos lo mejor y no de competir
criticando a los otros colegios o a los sistemas educativos de otras
instituciones como si fueran deficientes o estuvieran en contra.
Las
propagandas de un colegio no debería minimizar a otro. Un colegio no se debe
presentar en la sociedad sacando pecho y
dejando por debajo a otros. Esa actitud presuntuosa y vanidosa cerraría muchas
puertas y traería muchos problemas.
Enseñar en la casa
La
casa es la principal escuela y los padres los primeros educadores. Los padres
no contratan un colegio para que éstos eduquen a sus hijos sustituyéndolos a
ellos. La misión del colegio es subsidiaria, de complemento. A los padres les
corresponde crear, para sus hijos, el
ambiente de continuidad y unidad con el colegio. Los niños, desde muy pequeños,
deben querer mucho a su colegio.
El
hijo no debe entrar al colegio como un “príncipe” con derecho a todos los
cuidados y beneficios que se deben tener con él. Debe entrar con una
responsabilidad de trabajo y generosidad a favor de los demás. Los padres deben
inculcar en ellos el respeto y el aprecio por los maestros que le van a ayudar
en su educación.
En
la casa los niños deben aprender a querer todas las personas y por lo tanto al
primer prójimo que van a ver fuera de su casa: los maestros y sus compañeros de clase. Cara al colegio es erróneo
educar al niño con engreimientos, para que se sienta poseedor de sus derechos: un sitio cómodo en el aula, que no pase
calor, que los profesores le faciliten las cosas, que se castigue a los que lo
fastidian.
No
se debe “dar tanto” a los niños (todas las comodidades), ni criarlos entre
algodones. Estos niños educados con
engeimientos, adquirirán frente a los
demás actitudes que motivan el bulling por parte de los demás. Si son como una orquídea que no se
puede ni tocar, los demás verán la forma de fastidiarlo.
Los
niños que suelen ser el punto de la
clase son los que tienen alguna originalidad
que los padres deben conocer
para que se le trate convenientemente. Por otro lado hay que tener en cuenta
también que las bromas de los ambientes infantiles y juveniles contribuyen en
la formación de la personalidad. Hay que saber manejarlas para que nadie se
sienta mal y no se cometan faltas de caridad.
Es
necesario conseguir con la educación, desde
la infancia, que las personas sean buenas y que al mismo tiempo aprendan a resistir
con fortaleza las adversidades que puedan encontrar en la vida.
Además
se debe educar en la generosidad y el espíritu de servicio para que estas
virtudes queden como una constante durante toda la vida. El niño engreído y
egoísta que no es generoso ni
servicial irá totalmente a lo suyo y terminará alejándose de sus propios padres
y de su familia. Es muy desagradable ver gente arrogante, que desprecia a su prójimo haciendo acepción de personas
de acuerdo a sus gustos o preferencias, con actitudes de severidad o indiferencia.
Es
urgente educar a las personas para que sean generosas y sepan darse, desde muy
pequeños, al servicio de los demás.
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