lunes, abril 20, 2015


Responsabilidad de los papás
LOS ORÍGENES DEL BULLING ESCOLAR
No es fácil precisar cuando se inició el bulling escolar. Ha existido en todas las épocas y en todos los países del mundo. Procede del desorden de la naturaleza humana que quiere sobresalir por encima y a costa de los demás. La burla se convierte en un arma eficaz para ascender dejando de lado a alguien que es minimizado.
Las leyes, reglamentos o disposiciones que se den para frenarlo no influyen tanto, como podría parecer, para lograr que desaparezca. La educación sigue siendo el factor fundamental para curar ese mal y esta depende fundamentalmente de los padres dentro del núcleo familiar.
Los colegios deben contar, en primer lugar, con los padres, que son los principales educadores de sus hijos, para ganarle la guerra al bulling. Es muy difícil que un colegio arregle por su cuenta ese problema, sin la intervención de la propia familia. Es más, la responsabilidad principal para la educación de los hijos recae en la familia, el colegio es un complemento de ayuda.

Acertar con el colegio
Lo primero que se debe advertir es que no todos los chicos son para cualquier colegio. No basta con que el colegio sea de gran calidad y buen prestigio. Puede ser que un alumno, también bueno, no encaje con los compañeros que les toca en el salón. Si esto es así el colegio y los padres deben tomar medidas para que el alumno cambie de ambiente. No en conveniente forzar al alumno para que permanezca en un ambiente que no es para él.
Si un alumno no encaja, por los motivos que sean, en un colegio, los padres deben ponerse de acuerdo con los profesores para cambiarlo a otro colegio (si no hay otra aula del mismo colegio donde se le pueda ubicar); esta movida no dice nada del colegio ni del alumno, depende de circunstancias. No es culpa de nadie.
El colegio es para el alumno y no el alumno para el colegio. El alumno está en el colegio para lo puedan formar. No todos los colegios pueden formar a todos los alumnos. Aunque sea un excelente colegio.
La formación del alumno dependerá también del ambiente de compañeros que tenga. Alguna vez ocurre que algún alumno no encaja, para nada, entre sus compañeros de clase. Es por eso que entre los colegios debe haber una conexión para poder intercambiar alumnos que tienen ese tipo de dificultad. Serán siempre pocos, de acuerdo a la experiencia pedagógica de los colegios.
Los padres, si ven que uno de sus hijos no encaja en el colegio donde están sus hermanos, no deben empeñarse en que continúe allí. Además entre los hermanos debe evitarse la competividad; estar en un colegio distinto no es más ni menos privilegio, al contrario deberían enriquecerse todos los hermanos y la familia entera con la variedad de los distintos colegios. La competividad entre colegios resulta antipedagógica y puede ser deformante para los chicos.
Es importante que en los ámbitos educativos los colegios estén unidos y se apoyen unos a otros. Se trata de darle a los alumnos lo mejor y no de competir criticando a los otros colegios o a los sistemas educativos de otras instituciones como si fueran deficientes o estuvieran en contra.
Las propagandas de un colegio no debería minimizar a otro. Un colegio no se debe presentar en la sociedad sacando pecho y dejando por debajo a otros. Esa actitud presuntuosa y vanidosa cerraría muchas puertas y traería muchos problemas.

Enseñar en la casa
La casa es la principal escuela y los padres los primeros educadores. Los padres no contratan un colegio para que éstos eduquen a sus hijos sustituyéndolos a ellos. La misión del colegio es subsidiaria, de complemento. A los padres les corresponde crear, para sus hijos, el ambiente de continuidad y unidad con el colegio. Los niños, desde muy pequeños, deben querer mucho a su colegio.
El hijo no debe entrar al colegio como un “príncipe” con derecho a todos los cuidados y beneficios que se deben tener con él. Debe entrar con una responsabilidad de trabajo y generosidad a favor de los demás. Los padres deben inculcar en ellos el respeto y el aprecio por los maestros que le van a ayudar en su educación.
En la casa los niños deben aprender a querer todas las personas y por lo tanto al primer prójimo que van a ver fuera de su casa: los maestros y sus compañeros de clase. Cara al colegio es erróneo educar al niño con engreimientos, para que se sienta poseedor de sus derechos: un sitio cómodo en el aula, que no pase calor, que los profesores le faciliten las cosas, que se castigue a los que lo fastidian.
No se debe “dar tanto” a los niños (todas las comodidades), ni criarlos entre algodones. Estos niños educados con engeimientos, adquirirán frente a los demás actitudes  que motivan el bulling por parte de los demás. Si son como una orquídea que no se puede ni tocar, los demás verán la forma de fastidiarlo.
Los niños que suelen ser el punto de la clase son los que tienen alguna originalidad  que los padres deben conocer para que se le trate convenientemente. Por otro lado hay que tener en cuenta también que las bromas de los ambientes infantiles y juveniles contribuyen en la formación de la personalidad. Hay que saber manejarlas para que nadie se sienta mal y no se cometan faltas de caridad.
Es necesario conseguir con la educación, desde la infancia, que las personas sean buenas y que al mismo tiempo aprendan a resistir con fortaleza las adversidades que puedan encontrar en la vida.
Además se debe educar en la generosidad y el espíritu de servicio para que estas virtudes queden como una constante durante toda la vida. El niño engreído y egoísta  que no es generoso ni servicial irá totalmente a lo suyo y terminará alejándose de sus propios padres y de su familia. Es muy desagradable ver gente arrogante, que desprecia a su prójimo haciendo acepción de personas de acuerdo a sus gustos o preferencias, con actitudes de severidad o indiferencia.
Es urgente educar a las personas para que sean generosas y sepan darse, desde muy pequeños, al servicio de los demás.

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