sábado, diciembre 13, 2008

¿Qué podría ocurrir?

EL SINDROME ATAHUALPA

Quién no recuerda de su época escolar haber visto en el libro de historia del Perú una pintura donde se ve a nuestro antecesor Atahualpa señalar con el dedo la marca en la pared hasta dónde llegaría la cantidad de oro que se iba a entregar a los españoles a cambio de un espejo que le había deslumbrado.

Se ve que nuestras reservas de oro eran muy buenas pero nuestro querido Atahualpa valoraba más el espejo. Se juntaron en él la vanidad con el afán de novedad (la modernidad de aquella época) para que hiciera ese trueque que a la larga terminaría perjudicando a todos. En poco tiempo nos quedaríamos sin el oro.

Al estilo de Atahualpa nuestras autoridades señalan con orgullo nuestras reservas económicas, con el oro como el metal preciado que nos protege y anuncian la modernidad como el progreso de los pueblos. Se oye hablar con bastante optimismo de un futuro prometedor y se empiezan a dar medidas contra la crisis.


¿Son suficientes las medidas económicas?

En este artículo no pretendemos hablar de economía sino de cómo somos los seres humanos y en concreto cómo somos los peruanos. Para solucionar la crisis no bastan las matemáticas ni los mejores proyectos sobre finanzas y políticas de mercado. Tampoco tener unas riquezas en reserva.

Lo importante es saber cómo se porta el hombre frente a la realidad y frente al dinero que le pueda llegar: Unos no saben lo que tienen, otros no saben invertir, ni siquiera gastar el dinero que se les ha confiado y muchísimos quieren aprovecharse para sacar una tajada provechosa para si mismos.

Todos los proyectos se pierden si no funcionan las personas. Para que las cosas caminen se requiere en primerísimo lugar la integridad moral de cada ciudadano. Es una meta que todavía está muy lejana porque los que deciden no ponen en primer lugar la educación y formación moral de las personas.


La conducta de cada uno

Una pequeña historia podría darnos un poco de luz: Se iba a celebrar la fiesta del pueblo y todos los habitantes tenían que traer el día anterior una jarra de vino para echarla en un tonel y así el día de la fiesta todos podrían tomar vino. Un habitante del pueblo, que se creía muy listo y muy vivo, decidió llevar un jarro con agua pensando que el un vaso de agua en medio del vino no se notaría y luego el día de la fiesta tomaría vino. Hizo su cola con su vaso de agua, lo echó en el tonel y cuando llegó el día de la fiesta, a la hora de servir el vino, todo era agua. Los demás habían pensado lo mismo.


Mentalidad de "huachita" y "faenón"

¿Esto no ocurre en nuestro Perú? Son muy pocos los que quieren dar, una gran mayoría busca aprovecharse y recibir. Muchos los que viven del Estado, o de la Iglesia, o del trabajo de otros. Abundan los "vivos" que manipulan las cosas para coyunturas favorables y así pasar como buenos trabajadores o grandes colaboradores. ¿No se organizan acaso constantes faenones? El lenguaje criollo ¿no tiene matices de picardía y viveza para obtener prebendas sin esfuerzo? ¿todavía creemos que podemos ganar haciéndole huachitas a los países ricos o a los turistas? . Esta viveza criolla de la que algunas veces nos jactamos ¿no es un síntoma de falta de madurez y falso orgullo?

Si todavía vemos que se cobran coimas en muchos sectores de nuestra sociedad, que se hacen negociados que perjudican a gente de buena fe (se les saca plata) o a los turistas (maltratándoles, robándoles o dándoles "gato por liebre") y que además esas triquiñuelas nos parecen magistrales y las contamos en nuestras reuniones como grandes hazañas. ¿no es esto mediocridad?

Efectivamente en 1930 las cosas eran distintas en cuanto a los números, en cambio ahora se trata más bien de la corrupción moral de las personas, (los vicios sociales y las pandemias originadas por el desorden) con cifras escalofriantes que pronostican un futuro dramático si no se ponen los medios a tiempo.


La Educación no debe ser la Cenicienta

Es urgente poner en primer lugar la Educación en todos los niveles para poder sobrepasar los "Huracanes" que están empezando a llegar.

Como dice el refrán: "Que Dios nos encuentre confesados"

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