jueves, mayo 07, 2009

Los que propagan los incendios
EL NEGOCIO CORRUPTO DEL ESCÁNDALO


Cada vez son más los que se frotan las manos cuando ven la oportunidad (negocio inmoral) de llenarse los bolsillos con pecados, errores o equivocaciones de seres humanos de cierto prestigio social, que pueden tener una repercusión mediática impactante.

A estos “líderes” de la opinión pública se suman los ojos curiosos y algunas veces morbosos de quienes gozan al ver escenas impropias y porque no decir indecentes, en esas personas que parecían de conducta intachable.

No faltan los artículos y comentarios de quienes aprovechan la ocasión para atacar a instituciones de prestigio o a personas honorables, queriendo meter en un mismo costal a todos, o al menos dejar una estela de sospecha para extender dudas en temas de moral.

Las desafortunadas conductas del ex obispo Fernando Lugo en Paraguay y la del P. Alberto Cutié en Miami han dado la vuelta al mundo.

Son dos casos distintos, que deben verse por separado, pero coinciden en el escándalo mediático y son aprovechados por muchos malintencionados que se rasgan las vestiduras echando más leña al fuego como si fueran los grandes moralistas.

Existen también comentarios acertados y prudentes que piden una mejor atención y cuidado con los sacerdotes jóvenes, que necesitan, como es lógico, ser ayudados para que puedan vivir bien las exigencias de su vocación en medio de un mundo bastante agitado por distintas crisis morales.

El desagravio y el perdón
A todos los católicos nos duele mucho el escándalo que pueden ocasionar con sus conductas indebidas o imprudentes los eclesiásticos que no cumplen con sus compromisos sagrados.

Una persona me comentaba que no entendía cómo un sacerdote que vestía correctamente de sacerdote y se expresaba con una claridad de doctrina impecable y celebraba la Santa Misa con verdadera piedad y recogimiento, pudiera caer en esos escándalos.

Las manifestaciones exteriores no siempre indican lo que va por dentro. Podemos encontrar en los fieles muchas manifestaciones externas de devoción. Lo importante es la unidad de vida, que es también la trayectoria de la persona (sus frutos, sus obras) y además tener en cuenta que un santo también es un pecador. San Josemaría Escrivá decía: “Yo soy capaz de cometer los errores y los horrores que el hombre más vil de la tierra pueda cometer” . Lo importante es levantarse pronto de las caídas.

No es bueno juzgar a las personas. Dios nos pide a los cristianos comprensión y perdón.

La Iglesia nos pide que recemos todos para reparar los daños ocasionados y para llegue pronto el arrepentimiento y la conversión de esos ministros de Dios que cayeron en pecado. Es lo que hizo Jesucristo con los apóstoles, perdonó a Pedro que lo había negado tres veces y hubiera perdonado a Judas si éste se hubiera acercado arrepentido. La Iglesia espera a todos los pecadores con los brazos abiertos para perdonarlos.

Gracias a Dios en el mundo viven muchos sacerdotes y religiosos santos que son fieles a sus compromisos. La historia también nos muestra a los que vivieron y murieron fieles, plenamente entregados a Dios y al servicio de la Iglesia (los medios de comunicación no suelen ocuparse de ellos).

El don del celibato

Como ha sucedido en otras ocasiones, cuando hay un escándalo de un sacerdote que ha roto sus compromisos por un pecado contra la castidad, vuelve a ponerse sobre el tapete el tema del celibato.

La Iglesia ha recordado en muchas ocasiones que el celibato no es una ley divina sino una ley dada por la Iglesia.

El mismo Jesucristo, que fue célibe, lo recomendaba a sus seguidores más cercanos. Para explicarlo utiliza una comparación que El mismo invita a entender bien: “En efecto, hay eunucos que así nacieron del seno de su madre; también hay eunucos que así han quedado por obra de los hombres; y los hay que se han hecho tales así mismos por el Reino de los Cielos. Quien sea capaz de entender, que entienda” (Mt. 19,12).

El Motivo del celibato es por el Reino de los Cielos, es renunciar al matrimonio por otro bien más alto; es la elección positiva de un bien, no una simple renuncia. El motivo, en otras palabras, es el amor a Dios y la misión apostólica.

Entre los primeros cristianos, numerosos fieles corrientes recibieron el don del celibato y lo acogieron con alegría, siguiendo el modo de vida del Señor.

En la historia de la Iglesia las congregaciones religiosas acogieron el celibato para la vida consagrada.

El matrimonio es un camino de santidad y perfección pero no es el único. En el Cielo, donde el hombre alcanzará su perfección plena, “no se casarán ni ellos ni ellas” (Mt. 22,30). El Celibato “adelanta la realidad de una vida que ya no estará sometida a los límites de la relación conyugal” (Congregación para la Doctrina de la fe, 31-V-04).

El celibato es un don de Dios que acrecienta la capacidad de entrega a los demás, para abrir el corazón de par en par a un gran número de almas, permite la disponibilidad real para servir en distintas labores de evangelización y es una fuente de felicidad que otorga una auténtica paternidad espiritual.

Que casualidad, que en el mes de Mayo, cuando la Virgen nos enseña su Pureza Inmaculada, como modelo de amor para todos los hombres, sucedan estos escándalos. ¿Qué mano negra estará removiéndolo todo para confundir a las personas buenas?

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