viernes, setiembre 04, 2009

El miedo de ir al psiquiatra

Necesidades humanas: La salud del alma y del cuerpo

EL MIEDO DE IR AL PSIQUIATRA ¿y al confesor?


En las últimas décadas la ciencia médica ha tenido un desarrollo significativo que ha superado las espectativas que se tenían. Gracias a ella los hombres pueden vivir muchos años más. También en el campo de la psiquiatría los progresos han sido notables.


En los últimos años el número de personas que visita al psiquiatra de un modo periódico ha aumentado significativamente, no porque los hombres hayan empeorado sino más bien porque se considera muy importante y hasta una necesidad acudir con cierta frecuencia al especialista que puede arreglar muchas situaciones que antes quedaban sin solución.


Gracias a la psiquiatría se han armonizado muchas personalidades, con la respectiva felicidad para los pacientes y para sus familias.


El rechazo de ir al psiquiatra

Hasta hace poco algunos pensaban que el psiquiatra era solo para los locos. Decirle a una persona cuerda que vaya al psiquiatra era casi como insultarlo, o decirle que vaya también al manicomio.


Hoy en cambio, las personas se han dado cuenta de la necesidad de la psiquiatría para arreglar ciertos trastornos de personalidad que el hombre por su cuenta no puede controlar. A veces se trata de un tratamiento prolongado, o de por vida, que puede consistir en tomar un fármaco adecuado, que no produce efectos secundarios negativos. Es admirable ver los resultados positivos en las personas que antes no tenían la posibilidad de mejorar.



La necesidad de la confesión

La confesión es un sacramento instituído por Nuestro Señor Jesucristo para perdonar los pecados y restituir al alma la amistad con Dios que se había perdido, a través de la gracia que otorga. También la confesión es una necesidad para el hombre que se encuentra alejado de Dios. El que se confiesa bien se siente mucho mejor, por eso se le suele llamar a la confesión el sacramento de la alegría.


El hombre por su propia cuenta no es capaz de salir de una situación de pecado, si se empeña, será peor. Debe acudir al confesor. La experiencia de los que se confiesan es muy interesante y significativa. Desde el punto de vista humano, la confesión es también una ayuda psicológica importante.



Miedo a confesarse

Uno tiene miedo a lo desconocido. En el caso de la confesión quien no conoce las bondades del sacramento puede imaginarse cualquier cosa: nunca podré cambiar”, “¿por qué debo decirle mis pecados a un hombre?”, “¿qué verguenza tener que sacar cosas sucias?” “Basta con ir al psicólogo...” El miedo se pasa cuando uno aprende a confesarse y cuando va teniendo experiencia de lo bien que le viene confesarse con frecuencia.


Psiquiatría y confesión

La psiquiatría no sustituye a la confesión y la confesión tampoco sustituye a la ciencia médica cuando la persona la necesita. Cada vez, en más ambientes, los psiquiatras aconsejan a sus pacientes, que ciertos problemas se resuelven solo con una buena confesión. También los sacerdotes tienen algunos nombres de psiquiatras para entregarlos a los fieles que tengan necesidad de iniciar un tratamiento. El sacerdote en la dirección espiritual no podrá resolver los problemas que necesiten de la intervención de un psiquiatra. El Psiquiatra tampoco podrá resolver lo que es de confesión.

En muchos casos es necesario el complemento de ambos tratamientos, sin que tengan que verse el psiquiatra con el sacerdote.


Los fieles o los pacientes deben ser dóciles a estos tratamientos complementarios que muchas veces logran que las personas y sus familias mejoren notablemente. No hay que tenerle miedo ni al psiquiatra ni al confesor.


Los buenos y los malos

En todos los lugares del mundo hay buenos y malos. Esto también ocurre con los psiquiatras y sacerdotes. Si uno tiene la mala experiencia de haberse topado con un mal profesional o con un sacerdote equivocado, no podría generalizar pensando que todos son iguales y que es muy peligroso acudir a ellos.


Como para las demás profesiones u oficios es necesario conocer sobre la idoneidad y calidad de las personas. No es difícil enterarse haciendo las averiguaciones convenientes. Existen excelentes psiquiatras y santos sacerdotes, que inspiran confianza y son una ayuda constante y conveniente para una persona o para toda la familia. Es necesario visitarlos con la frecuencia debida.


Es errado pensar que uno solo por su cuenta puede salir adelante en los asuntos espirituales o psicológicos. No deben existir razones para escaparse de esas ayudas, que son más urgentes cuando los demás, especialmente las personas más cercanas, insisten. Si uno no lo considera conveniente, debe ir al menos por los demás. El resultado, en el 99% de los casos, suele ser muy bueno.


El sacrificio de acudir

En muchas ocasiones la dificultad principal para tener citas periódicas con el psiquiatra o el sacerdote es la disponibilidad del tiempo. Hay que tener en cuenta que primero es la salud. Si la salud falla todo se puede perder. Un descuido pensando que el tema no es urgente podría traer consecuencias fatales. Es necesario sacrificarse y dejar otras cosas que se consideran, y tal vez son, más importantes, para acudir con diligencia a esas ayudas que son necesarias para que todo mejore.


Responsabilidad de la familia

Puede ocurrir que la persona que necesita ir al psiquiatra no quiera hacerlo y se resista siempre, aunque las personas de su entorno se lo pidan encarecidamente, y podrían los familiares acostumbrarse a vivir con esa persona rebelde, resignándose a sufrir los maltratos, que habitualmente, y sin querer, propina quien está enfermo. Hay que tener en cuenta que muchos enfermos no se dan cuenta de sus propios trastornos psicológicos. La medida que tienen de sí mismos no es correcta.


La familia debe acudir al médico para que éste les oriente en los procedimientos. No se puede dejar que el enfermo continúe así. Lo exige el bien suyo y el de todos los demás.


A las personas hay que formarlas de tal modo que aprendan a ser siempre muy dóciles al médico y a los tratamientos que deben seguir. La comprensión de estos procedimientos está al alcance de una inteligencia normal. Si por algún motivo el enfermo ya no está en condiciones de decidir, los familiares deben poner los medios para que vaya al médico, aunque se resista.


Agradecemos sus comentarios

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno! Muchas personas tienen miedo de confesarse, sin embargo cuando lo hacen salen MUY CONTENTOS.

Anónimo dijo...

estoy de acuerdo; pero ¿que ocurre cuando no quiere confesarse y vive atormentado y atrmenta a los demas?, ¿como le podemos convencer o obligar si este es mayor de edad?