sábado, diciembre 19, 2009

Los enfoques humanos y la realidad

ALEGRÍAS Y TRISTEZAS EN NAVIDAD

Todos los periódicos y medios de información se jactan de decir que son comunicadores de la verdad. Sin embargo la gente no les cree aunque presenten las pruebas y las evidencias de lo que ha sucedido. Mucho tiene que ver con los enfoques, cuando los medios presentan las cosas de acuerdo a ideologías o convicciones particulares o de grupo. Y así tenemos que frente a un mismo suceso, unos aprueban y aplauden y otros condenan.


Enfoques navideños

Cuando llega la Navidad encontramos una variedad de enfoques que responden también a intereses, situaciones o convicciones que tienen las personas o las instituciones. Las empresas comerciales, por ejemplo, con tal de vender, aprovechan todos los elementos propios de la Navidad, para el beneficio propio. Elogian los nacimientos, las mejores imágenes y los mejores villancicos para sus propios objetivos comerciales. Desean que las personas sean muy “religiosas” para que les compren lo que ofrecen y así todos sean “felices” en la Navidad.

Las demás instituciones o empresas no dejan de aprovechar la ocasión para hacer regalos y cumplidos con las amistades y con otras instituciones o personas que puedan tener relevancia y vigencia para el bien propio o de la empresa. Si dejan de tener importancia se acabaron las tarjetas y los regalos. Es una suerte de concurso de “generosidad” organizado por la ley del mercado o la de los intereses particulares.

Los que viven habitualmente en conflictos (familiares o laborales), que son mayoría, y los que pueden gozar de cierta tranquilidad, sin mayores problemas, ven en la Navidad una posibilidad de tregua, un espacio de paz para pasarla bien. Programan sus actividades, con ideales que varían, desde los aspectos más elementales y extrínsecos (comer bien, comodidad, placer, recibir regalos) a ideales trascendentes de caridad o altruismo, (ayuda a los demás, dar por amor a Dios y al prójimo, conseguir unir a las personas, etc.),


El único sentido de la Navidad

Lo único que le pueda dar sentido a la fiesta de la Navidad es reconocer el verdadero y único significado de la fiesta: la llegada del Mesías (el Hijo de Dios) a la tierra, el Redentor que viene para rescatarnos de la esclavitud del pecado y salvarnos con la vida de la gracia que nos hace felices haciéndonos caminar hacia el Cielo, que es la meta de todos, y donde se encuentra la felicidad total.

La Sagrada Escritura cuenta cómo llega Jesús al mundo. No viene como un poderoso de la tierra sino que viene niño, como los demás hombres y nace en una familia sencilla y pobre. El establo de Belén, donde no hay dinero ni bienes materiales, se convierte en la casa más alegre del mundo.

La Sagrada Familia es el modelo de familia para toda la humanidad. El Niño Dios vino a la tierra para padecer. Jesús, con su vida, marcará el camino de la Cruz y del dolor, como la vía de la felicidad para llegar al Cielo.

Cuando los hombres olvidan el sentido teológico de la Navidad narrado por la Sagrada Escritura y enseñado por la Tradición a lo largo de los siglos, todo se desvirtúa y ya no se entiende nada.


Las Navidades en un mundo relativista (cuando se ha perdido el sentido del pecado)

El mundo relativista, que ha perdido el sentido del pecado, no entiende la redención ni el camino de la Cruz predicado por Cristo. El hombre que no entiende esto y quiere ser feliz está perdido. Hará intentos y terminará afirmando que la felicidad que predica el cristianismo es imposible y que los modelos que propone la Iglesia de familia unida y numerosa, virginidad, santidad, etc. son inalcanzables para la gran mayoría y por lo tanto no se deben proponer.

Hace unos días, en una radio local, una consejera explicaba, muy oronda y con aires de seguridad, que el modelo de la Sagrada Familia propuesto por la Iglesia no era conveniente porque la gente podría idealizar algo que no existía en la realidad. Ponerse como meta ser una familia numerosa y fiel, sin divorcio, ni control de la natalidad, donde exista unidad y todos se lleven bien, es algo ideal y que no va con la época. ¿Quién tiene una familia perfecta? decía la consejera y presentaba testimonios de personas con serios problemas familiares que cuestionaban la Navidad diciendo que era una época muy triste para la mayoría.


El pecado es la única causa de la tristeza (Jesucristo viene para combatir el pecado)

Un periodista al ver al Papa Juan Pablo II enfermo y disminuido por el Parkinson le dijo que le daba mucha tristeza verlo así. El Papa le respondió de inmediato: “la única tristeza es el pecado” Cristo viene al mundo porque el hombre se encontraba triste y viene para rescatarlo de esa esclavitud. La Navidad recuerda la llegada del que nos trae la alegría.

La Iglesia nos insta a prepararnos para la Navidad durante el Adviento. Purificar nuestra alma para poder recibir a Dios en nuestro corazón. Las personas que viven el Adviento y se preparan bien para recibir el Señor son como los pastores que luego llegaron a Belén y salieron felices para anunciar la buena nueva a todo el mundo: “ha nacido el Redentor, el Mesías, el Señor” “Gloria a Dios en los Cielos y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”

Los que no reciben a Dios seguirán en sus conflictos humanos y tratarán de utilizar la Navidad con otros fines, para logar una prebenda o un espacio de paz, que sería siempre artificial y endeble. Además, sin Dios, los conflictos, divisiones y peleas humanas podrían complicarse más en esos días de fiesta, por la gran competividad que hay.


La gran alegría humana de poder adorar a Dios

La Navidad es una fiesta grande para adorar al Niño Dios llevándole nuestros presentes. No es una fiesta para el beneficio propio. Los que reciben a Dios se alegrarán del nacimiento del Señor y lo visitarán para adorarle y agradecerle su venida. Después lo seguirán por el camino que Él señale, que es el camino de la verdad y de la paz.

Los caminos buenos que el Señor señala serán siempre de dolor y sacrificio, donde los hombres deben expiar por sus culpas y las culpas ajenas. En la tierra no se tiene la felicidad total. Ésta se alcanza en el Reino de los Cielos, tal como lo predicó Jesucristo.

La esperanza del Cielo y la participación en la vida que nos trae Dios, a través de los sacramentos en la Iglesia, son las motivaciones principales de nuestra alegría en la tierra. Con esta misión contribuye la Virgen María, que es corredentora y Madre nuestra, por eso decimos también que es “causa de nuestra alegría” Nuestra correspondencia a estos medios aumenta la alegría que tenemos de vivir con nuestros seres queridos y ser felices con ellos.

¡Felices Fiestas de Navidad y Año Nuevo!

Atentamente

P. Manuel Tamayo

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