jueves, abril 08, 2010

El esfuerzo personal y la humildad para:

CONOCER A LA GENTE (II)

Uno de los grandes errores del hombre consiste en no conocer bien a la gente. Estas deficiencias originan los problemas más graves que afectan al ser humano en su integridad como persona. Por este motivo, el hombre que no conoce bien a los que tiene a su lado, se podría equivocar en las decisiones que tome para sí mismo o para los otros, dañando su propia libertad y la de las otras personas.

Aunque unos conocen más que otros y les va mejor, este conocimiento al que nos estamos refiriendo, no es el que se tiene por los temperamentos o los modos de ser naturales de los seres humanos, tampoco el que se puede adquirir por las circunstancias coyunturales de determinados ambientes o épocas.

Se trata más bien, del conocimiento que procede del esfuerzo que pone una persona buena que lucha para querer a su prójimo. Este es el conocimiento más importante que el hombre puede conquistar para ser feliz y hacer felices a los demás.

En la naturaleza humana existe, en potencia, una gran capacidad para conocer a las personas y amarlas. El desarrollo de esta capacidad depende de cada uno. Para logarlo se debe primero tomar la decisión firme de luchar contra los obstáculos que impiden que se de este conocimiento. Los obstáculos principales son las dificultades de las limitaciones y debilidades, que están también arraigadas en la misma naturaleza humana.

Como se ve en la misma naturaleza se da la potencialidad del mejor conocimiento para amar y la debilidad o herida que impide o distorsiona este conocimiento y por lo tanto también el amor.


Conocer bien la naturaleza humana

Para conocer bien a la gente se necesita tener, junto a una buena disposición personal, el conocimiento de lo que es la naturaleza humana. También cuenta mucho la actitud que se tenga frente a la vida y frente a la vida de las demás personas, la filosofía propia. Lo que se busca o se espera de las personas. Las expectativas.

Cuando las personas no han sido formadas con las motivaciones trascendentales (servicio y ayuda desinteresada a los demás, auténtico amor al prójimo) podrían conservar unas aspiraciones infantiles egoístas, que luego terminarían perjudicando las relaciones con el prójimo. Se daría la búsqueda de una “libertad” favorable a los propios placeres, gustos, o puntos de vista subjetivos, como un derecho inalienable de poder. Son errores de enfoque que luego se pagan caro.

La calidad de vida de una persona está en la calidad de sus relaciones. Llevarse bien con los demás y descubrir, con asombro, los valores de las personas (sentimiento positivo de admiración y amor sincero).


La verdad, los valores y la calidad de vida

En la actual sociedad, donde se ha perdido el sentido de la verdad y el valor de las virtudes, las medidas de calidad que se exigen han variado para la mayoría. Así podemos observar que personas que han sido influenciadas por ideologías relativistas rechazan el esfuerzo y el sacrificio como si fueran esclavitudes y no ven allí los logros meritorios de la virtud de una persona buena, que vive feliz exigiéndose siempre.

El recordado Papa Juan Pablo II explicaba, lamentándose, que hoy por hoy “la llamada calidad de vida se interpreta principal o exclusivamente como eficiencia económica, consumismo desordenado, belleza y goce de la vida física, olvidando las dimensiones más profundas de la existencia”

Efectivamente se han olvidado las dimensiones más profundas de la existencia, que son las que se refieren al amor a Dios y al amor a los demás. Si queremos que el hombre progrese debemos preocuparnos de todo el hombre, con todas sus dimensiones.

El Papa Benedicto XVI dice en la encíclica “Caritas in verirate” que la verdad del desarrollo consiste en su totalidad: si no es de todo el hombre y de todos los hombres, no es verdadero desarrollo” (n.18). Más adelante agrega: “La sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no más hermanos. La razón, por sí sola, es capaz de aceptar la igualdad entre los hombres y de establecer una convivencia cívica entre ellos, pero no consigue fundar la hermandad” (n.19).

Tener a la gente cerca no significa quererla. Hay cercanías que son distancia y ausencia de conocimiento. Los sistemas no sirven como medios si falla en el corazón el sentido del verdadero amor. Decir que todos debemos ser iguales no quiere decir que se viva en la práctica lo que se anuncia. Hay demasiados anuncios y poca efectividad.

Existen demasiados esquemas, teorías, sistemas, procedimientos, praxis, experiencias y, en cambio, falta siempre el auténtico amor a los demás, que es lo más importante y urgente. El amor no podrá ser nunca algo oficial que surge de unos procedimientos establecidos. Los acercamientos correctos del amor son personales, proceden del esfuerzo que ponen las personas en amar a su prójimo.

Las mismas personas pueden saber el grado de su propio amor y el camino que todavía les falta por recorrer. El que ya tiene una cierta experiencia habrá descubierto que en el auténtico amor al prójimo, no todas las capas del querer se desvelan.

Dos personas pueden amarse mucho y convenir tácitamente en no abrir, entre ellas, determinadas capas de su interioridad. Conocen que no conocen intimidades de ellos y eso precisamente les hace quererse mucho. Es un respeto que procede de un profundo amor. No es necesario desvelarlo todo. Nos referimos a las cosas que no tienen porque desvelarse y no a las que deben desvelarse.

El conocimiento de las personas lleva implícito el respeto por las mismas personas y la inteligencia para no hablar lo que no es conveniente, entre ellos. Existen también, en cuanto a la misma afectividad capas que no deben abrirse (manifestaciones de afecto), entre personas que se quieren con toda el alma.

La espontaneidad irracional de los afectos no es necesariamente consecuencia del conocimiento de las personas, podría ser más bien una pasión desordenada e impropia que a la larga entorpecería el auténtico amor, que debe ser siempre ordenado.

Agradecemos sus comentarios

1 comentario:

Javier dijo...

Interesante y un muy buen consejo para conocer a las personas, por medio de un Verdadero Amor al Prójimo. Me servirá bastante para poder conocer mejor a las personas que están cerca de mí, o con las cuales tengo que tratar siempre para diligencias y trabajos. Es cierto que uno siempre va a encontrar defectos, todos los tenemos, pero no se puede ser indiferente a ello, no debe hacerse escándalo es cierto pero debe siempre tenerse en cuenta, ya que las personas somos lo que tenemos interiormente. Es el punto de vista que quería dar, un saludo y un abrazo!