jueves, abril 22, 2010

Personas e instituciones

COMPROMISO CATÓLICO

La religión no es solo una creencia o la facilidad de tener una ayuda para salir de los problemas que se presentan. Es sobre todo un compromiso. Comprometerse a vivir de acuerdo a unas leyes y a unos principios morales que la Iglesia recuerda.

La prédica de la Iglesia está dirigida a motivar al hombre para que sea fiel a sus compromisos, luchando por alcanzar las virtudes necesarias, con la ayuda de la gracia de Dios que nunca le va a faltar.

Las personas fieles son las que saben seguir con docilidad las enseñanzas de la Iglesia y viven una vida cristiana con la ayuda de los sacramentos. El comportamiento cristiano es de docilidad, obediencia, alegría, paz, humildad, sinceridad y lealtad; es decir: de amor real a la Iglesia y al Papa.

Es fácil distinguir al buen cristiano del que se ha alejado y no vive bien sus compromisos. La lejanía podría deberse a la debilidad o a la malicia (siempre será consecuencia del pecado). El que se aleja puede volver cuando rectifica (pide perdón y recibe la gracia de Dios).

No es un buen cristiano el bautizado, que dice que tiene fe, que cree en Dios pero no practica (no va a Misa los domingos, no se confiesa, se olvida de rezar). No hay que olvidarse del viejo refrán que afirma que “el que no vive como piensa termina pensando como vive” El que se acostumbró a vivir lejos de los sacramentos podría pensar que no los necesita, o que hay otros modo diferentes de vivir el catolicismo. Craso error.


Creyentes y agnósticos

También podríamos clasificar a las personas entre creyentes y no creyentes. Aunque en algunos ambientes han aumentado últimamente los agnósticos, en el mundo entero han aumentado los creyentes.

Entre los creyentes podríamos distinguir entre los que practican y los que no practican. Estos últimos han llegado a esa situación de no practicar más por debilidad que por malicia. Son personas que han descuidado su formación, y por lo tanto no conocen bien los temas religiosos. Hay profesionales de talento que poseen una ignorancia supina en temas religiosos. Algunos corren el riesgo de pasarse a otra religión o caer en el agnosticismo o en el ateísmo.

El compromiso de la instituciones católicas

Así como las personas, también las instituciones católicas están comprometidas a vivir dentro de los cánones de la vida cristiana que la Iglesia predica. Es la exigencia lógica para cada uno de los miembros que pertenece a una institución católica.

La misma institución, si es católica, no debe permitir que uno de sus miembros haga caso omiso a las normas que dicta la Iglesia para tener una conducta cristiana. Además, si la institución es católica, por el hecho de serlo, está sujeta a normas y obligaciones que la comprometen con la Iglesia.

Si una institución católica no vive sus compromisos con la Iglesia, no podría llamarse católica. Las instituciones católicas que se han alejado de la Iglesia deben rectificar y volver a Ella, renovando la fidelidad a los compromisos establecidos.

Sería una gran hipocresía y un engaño descomunal que una institución de prestigio se llame católica y no lo sea y que incluso sea la causante de la pérdida de fe de algunas personas.


El poder de la oración

El mundo católico vive rezando. Las personas piadosas que rezan consiguen muchas cosas con la oración. “La fe mueve montañas” Dios escucha la oración de los humildes.

Miremos en el mundo de qué lado están los que rezan y dónde están los que no rezan, (aunque estén bautizados y se llamen católicos). Las diferencias son abismales. Basta con mirar la historia para darse cuenta del poder de la oración. Una persona rezadora suele ser feliz, aunque tenga dificultades y consigue muchas cosas.

El creyente que no reza es como un soldado desarmado. Es muy fácil que quede herido en la contienda y si no reacciona y rectifica, quedará muy limitado y con bastantes más peligros.


El poder de las instituciones católicas

Cuando las instituciones católicas cierran filas con la oración, son muy poderosas. “Donde se reúnan en mi nombre yo estaré en medio de ellos” En la historia también nos encontramos con las instituciones católicas que tienen como arma principal la oración. Esas son las instituciones que consiguen la mejora de sus propios miembros y el influjo en muchos más para que vivan de acuerdo con la moral cristiana con el desarrollo de sus propias virtudes.

La razón de la existencia de la instituciones católicas es el apostolado que puedan hacer para que las personas se encuentren con Dios en su camino y puedan vivir, con la ayuda de la Iglesia y de los sacramentos, una auténtica vida cristiana. Las enseñanzas que brindan las instituciones católicas estarán lógicamente en la línea del Magisterio de la Iglesia y estarán siempre unidas al Papa y a los obispos que están en comunión con él.

Cuando percibimos en el mundo los descuidos de los que se llaman católicos y no lo son en realidad, porque viven alejados de Dios y no están dispuestos a volver, a través de la Iglesia y los sacramentos, podemos afirmar que esas personas no viven sus compromisos cristianos y la Iglesia procurará ayudarlos para que cambien su actitud. Lo mismo podemos decir de las instituciones católicas si no son fieles a la doctrina de la Iglesia.

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