viernes, setiembre 03, 2010

Cegueras de la época

BURBUJAS DORADAS


Todos hemos sido testigos del estallido de la burbuja financiera que llevó a la caída de la economía en los países más ricos del mundo. Cuando los precios llegaron a un nivel muy alto, lejos de su nivel real, y ya no habían más compradores, la desesperación al querer tomar las utilidades hizo que explotara la burbuja y cayera todo por los suelos.


Este lamentable suceso de la vida real, en los aspectos económicos y financieros, que dejó miles de perjudicados por todo el mundo, nos servirá de falsilla para llamar la atención a miles o millones que siguen viviendo encerrados en su propia burbuja sin conocer la realidad y con el gravísimo peligro del fracaso que, para una sustanciosa mayoría, estaría ad portas.



“Inocencia” culpable

Efectivamente muchos viven, sin darse cuenta, en el umbral de una futura ruptura. Ahora no nos referimos a los aspectos económicos, sino a otros más trascendentales e importantes para la felicidad y libertad del hombre.


Los primeros afectados serían los no se dan cuenta del pernicioso influjo del relativismo y caen en él como mansas palomas. Estas personas, con sus especulaciones, que son consecuencia del ejercicio diario de la autonomía de la conciencia, construyen una estructura mental, que la tienen como segura y firme y es totalmente endeble, porque no se apoya en la realidad sino en la imaginación de una “verdad” creada y “forzada” por ellos (voluntarismo). Viven engañados dentro la apariencia estética de una imagen feliz, (burbuja dorada) que más tarde, con el tiempo, terminará reventando.

La “seguridad” de la soberbia, (no se puede llamar de otra manera para ser claros) que es la debilidad más grande que el hombre pueda tener, le hace creer que su conducta y sus acciones responden a unos criterios acertados. Y si nadie interviene para señalar los errores, esas personas seguirán construyendo sus vidas, bajo los parámetros de sus esquemas mentales y fabricarán un mundo, muy a su estilo y a sus convicciones, que estará muy distante del mundo de la verdad. Igual que la burbuja financiera, con el tiempo irá creciendo falsamente hasta que ya no puede más y estalla.

El hombre sumergido en su “burbuja” juzgará el mundo con convicciones teóricas de lo que se debería hacer, pero ni siquiera lo que piensa lo podrá llevar a la práctica, (para cambiar las cosas que él mismo critica), por no tener los recursos y facultades para hacerlo, y sobre todo, por vivir encerrado en planteamientos ilusorios, que son utópicos, porque están encerrados en un mundo ideal. Estas personas creen que pueden influir mucho en la sociedad y no influyen nada, al menos no influyen con lo que creen que pueden influir.

Es la tendencia general de muchas personas, que buscan antes que nada, seguridad o resguardo personal. Son los que no se “mojan” y opinan de todo. Buscan vivir tranquilos sin comprometerse demasiado. No quieren, de ninguna manera, abandonar la vida cómoda que se poseen, porque piensan que así serán felices.

Sin darse cuenta fueron construyendo, poco a poco, la estructura “dorada” de sus vidas, (un buen sueldo, una buena casa, una buena comida, amistades a su medida, recursos para viajar, etc.) y al mismo tiempo dejaron crecer en ellos una costra de insensibilidad para las situaciones reales de miseria humana. Si bien en la teoría perciben la existencia de problemas sociales que se deben resolver, en la práctica viven a una considerable distancia de las personas que sufren y no están dispuestos a cambiar sus esquemas de vida cómoda,“quiero ayudar al prójimo pero que no me quiten nada,” “miro de lejos y no me ensucio.”



La debilidad de la burbuja

“Burbujas doradas” son las situaciones “doradas” de muchos que viven tranquilos defendiendo sus status y los derechos adquiridos, gastan para ellos sin ningún escrúpulo y piensan que esos gastos son justificables, sin ver, ni percibir, que con el contraste de sus vidas, están propinando buenas cachetadas a la pobreza.


Es fácil construir, con la autonomía de la conciencia, mundos artificiales de defensa individual y de ayuda altruista a los demás, “yo hago lo que me da la gana con mi vida y participo en programas de ayuda social” En efecto, nos encontramos con personas que participan y hasta organizan actividades de ayuda a los demás, pero que al mismo tiempo son indiferentes con su propia familia. Han perdido la sensibilidad para la propia casa, son muy duros en el hogar. Algunos dirían “son malos aunque parecen buenos” Es que están encallados en sus comodidades. Su ayuda social no pasa de ser un “saludo a la bandera”, algo para justificar a la conciencia y hacer la finta en la sociedad. No es cierto que tengan amor a los demás, suelen hacer acepción de personas, sus amistades son las les producen satisfacción personal y nada más.



Las comodidades ciegan

Tal vez alguno anuncie y pregone la preocupación y el amor al prójimo desde la “burbuja dorada” y así pretenda, para colmo, ser líder de las causas sociales de la humanidad. Cuantos políticos están convencidos que representan a la voz del pueblo, o a la de los más débiles y solo representan a las “necesidades” de su propia “burbuja” que un día terminará reventando y hundiendo en la miseria a muchísimas personas.


Los que vive encerrados en su “burbuja dorada” suelen ser tercos que no quiere dar su brazo a torcer, siguen gastando en ellos y no entienden que los problemas del mundo se empiezan a resolver cuando hay una capacidad de renuncia a las propias ambiciones.


A los que están atados con sus cosas se le pide que rompan esas falsas estructuras que lo alejan de la gente y de la realidad, y que salgan al llano, a pisar el camino donde se pueda ir del brazo de los demás, sobre todo de los que necesitan un poquito más de ayuda.

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