viernes, setiembre 10, 2010

Un error que cuesta caro

PROHIBIDO PROHIBIR

En 1950 fue un bestseller la obra de Benjamín Spock titulada: “Sobre la educación de los niños y muchachos”, se vendieron 4 millones de ejemplares en un año y fue traducida y publicada en 36 países. El libro fue una apología a la educación en libertad absoluta. Spock era enemigo de todo tipo de castigos y restricciones a la hora de educar, decía que la mejor forma de educación es dejar que el niño haga lo que en cada momento quiera. A él se le atribuye la famosa arenga: prohibido prohibir.

Sonaba muy bonito ese canto a la libertad del que fue calificado como padre de la permisividad. De su idea surgieron sistemas educativos novedosos donde se permitía que el alumno hiciera lo que le diera la gana. Las ideas de Spock eran un tanto revolucionarias frente a los sistemas educativos tradicionales. Como en todas las revoluciones, ésta también fue más allá de lo que Spock pretendía. Por sus ideas innovadoras recibió muchas críticas, se decía, exagerando un poco la nota, que los hippies, los drogadictos y los partidarios del amor libre, que aparecieron en esos años, eran los hijos de Spock.

El permisivismo en el Tercer milenio

Ahora, en los inicios del tercer milenio, podemos observar los daños que ha causado el permisivismo en el mundo. Los sistemas educativos demasiado liberales no han sido los más exitosos para la formación de los alumnos, al contrario, lamentablemente han contribuido a que haya una mayor degradación moral.

Era comprensible la buena intención de Spock frente a sistemas educativos de disciplina férrea, donde el alumno vivía en un clima constante de tensión y miedo. En muchos lugares del mundo se habían multiplicado colegios y pensionados juveniles, con regímenes exageradamente duros donde se castigaba constantemente al alumno y en algunos sitios se practicaba incluso la tortura. Eran situaciones de inmoralidad y corrupción que había que eliminar cuanto antes.

Pero cuando la balanza se inclinaba en el otro extremo, se pasaba, como se dice, de Guatemala a guatepeor. Hoy nos encontramos con muchos ambientes educativos que viven prisioneros, con los grandes problemas surgidos por el laissez faire del pensamiento liberal.

No está demás recordar un texto bíblico de San Pablo a Timoteo que parece una advertencia dirigida a nuestro mundo actual y está escrito hace miles de años:

“Has de saber que en los últimos días vendrán tiempos difíciles; los hombres serán egoístas, amigos del dinero, fanfarrones, soberbios, maldicientes, desobedientes a sus padres, ingratos, impíos, sin amor, sin miramientos, calumniadores, rebeldes a toda disciplina, crueles, enemigos de todo lo bueno, traidores, obstinados, infatuados, amigos del placer más que de Dios; tendrán cierta apariencia de religión, pero en realidad habrán regenerado de su influjo y eficacia. Guárdate de ellos. A éstos pertenecen los que se introducen en las casas para cautivar a mujercillas cargadas de pecados y arrastradas por toda clase de pasiones, que están siempre aprendiendo, sin lograr nunca llegar al conocimiento de la verdad” (II, Tim, 2,22-3,17)

Quien lo lee no puede sustraer un sentimiento de temor. Las palabras de San Pablo se pueden aplicar perfectamente a los momentos actuales. Últimamente los hombres han encontrado, por el camino del liberalismo, una “libertad” que les está perjudicando tremendamente. Los que han optado por esa vía se encuentran entrampados sin saber cómo salir de esos pantanos cargados de podredumbre e inmundicia.

Decir la verdad a los más jóvenes

Ser condescendientes con una juventud que defiende posturas irreverentes y de informalidad, que traen serios desórdenes morales, es no querer a los jóvenes. No se pueden dejar pasar, como si fueran situaciones distintas de las nuevas generaciones, los modos, las maneras y los procedimientos que están conduciendo a la juventud a una grave crisis moral y de identidad.

La solución no es la dureza o el castigo despiadado, tampoco la prohibición exagerada de todo lo que podría ser peligroso. Lo importante es formar bien las conciencias. Que las personas puedan distinguir el bien del mal y que todos estemos de acuerdo con esas verdades que no admiten variación.

Es urgente y necesaria una educación realista que señale las cosas como son y no de una manera ambigua y “tolerante”. Decir la verdad no es ofender. No se debe utilizar la verdad para atacar o minimizar a las personas. En el ámbito personal, las relaciones entre los seres humanos deben ser de respeto y delicadeza. Dentro de ese clima de amabilidad, sin eufemismos ni cumplidos, se pueden decir las cosas más profundas y serias y dar los consejos oportunos para que las personas mejoren.

Está demostrado que con la violencia nunca se consigue nada bueno, la violencia siempre engendra violencia. Estamos viendo lo que sucedió con la guerra de Irak. De ese modo no se puede conseguir la paz. Los atropellos y maltratos hay que eliminarlos de la sociedad.

Señalar situaciones duras, que claman al Cielo, no es provocar la violencia, están dirigidas a la reflexión que todos debemos hacer. El mismo Jesucristo hizo una revolución del amor en medio de una sociedad hostil. Nos toca hacer lo mismo para lograr la ansiada paz que debe haber en el mundo.

Dejar pasar y no decir nada es una grave irresponsabilidad. El mal hay que detenerlo cuanto antes para que no avance. No se trata de ser “moralistas” sino personas sensatas que vivan de un modo coherente.

Todos necesitamos que nos corrijan y nos motiven para ser mejores. La educación puede raspar, cortar y pulir lo que es inconveniente para el educando. Al alumno siempre se le pide obediencia incluso aunque todavía no tenga capacidad de entender. Al bebe hay que darle el biberón aunque no lo pida y al niño que cumple la edad se le debe llevar al colegio, aunque no quiera.

Es más libre el que es exigido que el que es consentido. La docilidad y la obediencia hacen grande al hombre. Lo que empequeñece al ser humano es la mentira y la artificialidad.

Agradecemos sus comentarios

1 comentario:

María del Carmen dijo...

Es de mucha utilidad este artículo sobre la influencia del permisivismo, tolerancia, e indiferencia con que nuestra sociedad responde ante la bajeza en las conductas de los hombres.

Es necesario empeñarnos en manifestar lo que es mejor, lo que es verdad, y no permitirnos el quedarnos callados dejando que el error avance.