viernes, diciembre 10, 2010

De espaldas a la verdad

LAS INJUSTICIAS DEL CONSENSO GLOBAL

Ponerse de acuerdo, no armar lío, tolerar, ser persona de mente abierta, divertirse y conseguir desenvolverse bien en los diferentes ambientes sociales, son metas muy cotizadas en los tiempos actuales para tener éxito en la vida. Se podría decir que es la mentalidad de las mayorías. Hay un consenso social global que respalda este modo de pensar y proceder, y por lo tanto, nadie debería salirse de esos parámetros si quiere vivir adaptado en el mundo contemporáneo.

Los consensos se fabrican con las ideologías de la época y con lo que se pone de moda en los distintos sectores sociales: lo que se acepta, lo que se rechaza, lo que está bien visto por todos, las costumbres, los modos y las modas. Parece que no interesa mucho si está bien o si está mal y que lo importante es lo que piensa o lo que hace la mayoría. En todo caso el bien y el mal dependerían más de la subjetividad del consenso que de la objetividad de la verdad.

Un adolescente me decía que yo estaba fuera de la realidad cuando escuchaba en la radio canciones criollas, “¡que nadie escucha!” , lo afirmaba categóricamente mirando a otro de su edad que asentía con la misma certeza. El sesgo que tienen los chicos hacia las canciones que “todo el mundo” escucha ahora,(siempre en inglés) es atroz; ni cuenta se dan del empobrecimiento cultural y espiritual que pueden padecer encerrados en sus mundos limitados.

Los consensos en la historia

Un tema de mayor calibre es el que podemos recordar de los siglos anteriores cuando hubo un consenso global a favor de la esclavitud, que no estaba mal vista y se permitía, incluso con la participación de las grandes mayorías en el tráfico de esclavos.

El consenso más cruel de la historia fue el que permitió la crucifixión de Hijo de Dios en el Calvario. Soltar a Barrabás (el hombre más cruel y sanguinario) y crucificar a Jesús (que vino a predicar el amor a Dios y a los demás), era estar con la política del momento. Lo que ahora podríamos llamar la verdad mediática o el consenso político (lo que es conveniente, políticamente hablando).

La vida sigue igual a pesar de los siglos que han pasado y el consenso de las grandes mayorías sigue cometiendo injusticias en todo el mundo. Ya no es la época de la esclavitud es ahora la época del relativismo, que es otro tipo de esclavitud.

El consenso en el Relativismo de la época

El consenso de hoy es la presión para que todo de igual. No es conveniente defender posturas de las que pueden producirse enfrentamientos. Es el tiempo de la tolerancia, del pluralismo de ideas, de aceptar ideologías e incluso mezclarlas, de ser abiertos para experimentar cualquier novedad, de ser informales y nada rigurosos con leyes o reglamentos, que no existan presiones en la vida, que todo sea relax. El consenso para pasarla bien sin que nadie se oponga y por supuesto que a nadie se le ocurra sobresalir demasiado, porque eso podría ser injusto para otros.

Se quiere formalizar el acuerdo para la espontaneidad y para pasarla bien, muchas personas, sin darse cuenta, viven con esa mentalidad. No pueden concebir que las cosas se hagan de otra manera. Si falta lo divertido y lo que a la gente le gusta, es como si faltara el aire para respirar. Es una mentalidad que ha ido tomando cuerpo y que está llevando a la sociedad en general al despeñadero. Se oye decir, como si fuera un gran consejo: “haz lo que te gusta porque si haces lo que no te gusta te irá mal” (es evidente la superficialidad de esta aseveración).

Arreglar las brújulas para poder andar

Si no hay una reacción a tiempo que les haga ver el peligro de esos consensos, no se podría avanzar en ningún proyecto serio a favor del hombre y de la humanidad en general. Este tipo de consenso es como una anestesia que duerme a todos.

Hay que advertir que fueron los consensos los que dieron origen a las guerras más atroces de la humanidad.

Hoy nos encontramos en un círculo vicioso tapado por las nubes de un economicismo banal que ocupa muchas cabezas pensantes y caminan sin brújula tratando de llevar a los demás hacia un norte virtual que ni ellos mismos se lo creen (éxito, excelencia, liderazgo, posesionamiento social).

Urge una mayor sinceridad en los temas para lograr que las personas no caminen en función de unos intereses creados por los poderes emblemáticos, que con banderas de libertad, siguen acogotando a los más débiles. Se utiliza a todos para el “éxito” de unos pocos.

Es la hora de derrotar al consenso del hombre que busca sus intereses y hace lobby para conseguir, con sus amigos, incrementar sus ganancias y su poder, perjudicando al resto. Necesitamos hombres libres que busquen la libertad de todos con la verdad y el bien.

La justicia es la constante voluntad de darle a cada uno lo suyo. Es una virtud que nos hace vivir en función de los demás, para que todos sean felices. Es una virtud que desarrolla nuestra generosidad para conseguir lo mejor para los demás. Es una virtud que nos mantiene en un servicio constante a los demás.

El justo está siempre haciendo justicia. Hacer justicia no es demandar, es amar y servir con amor. El mal se consigue con abundancia de bien. Si la voluntad funciona bien se consiguen las mejores cosas para los demás al margen de lo que hagan otros. Dentro de un mundo de injusticias el justo tiene éxito. Es un contraste muy grande. Su actitud desinteresada y desprendida es una llave para el progreso y para la confianza con todos.

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