miércoles, diciembre 22, 2010

La invasión del materialismo en la Navidad

EL AMOR Y LA PROSPERIDAD DEL REY DE REYES

Belén y el Calvario parecen fracaso y son prosperidad.

El influjo del materialismo comercial, que adorna las ciudades, parece exitoso, pero es realmente, en la mayoría de los casos, efímero y caduco.

Los reyes magos abandonan sus palacios orientales para ir a un establo a dejar sus presentes a un rey que no trae nada material.

Los hombres de hoy quieren abandonar los establos y desiertos, huyendo de todo lo que sea dolor y sufrimiento, para ir en busca de los grandes palacios que están llenos de cosas materiales. Piensan que así serían ricos y no se imaginan que por ese camino, cada día se empobrecen más.

Mientras Moisés se fue a rezar al monte Sinaí, los israelitas se olvidaron de él y de los valores trascendentes y empezaron a adorar un becerro de oro.

El tácito consenso materialista del siglo XXI tiene a legiones adorando al becerro de oro; muchos viven embelesados y distraídos perdiendo cada día la dignidad, la felicidad y la Vida.

La Navidad siempre nos trae un Rey que parece indefenso y es Todopoderoso. Ese Rey viene para señalarnos un camino que parece de pérdida y es de ganancia. La lógica de Dios no es la lógica de los hombres. La historia es elocuente con sus enseñanzas, cuando vemos lo que perdura.

El mensaje principal del Rey de reyes es el Amor. El Rey nos entrega con su vida un Amor para que lo llevemos con nosotros. Juan Bautista anuncia que el mundo debe convertirse con la penitencia para poder recibir el Amor.

El Amor no se recibe de cualquier manera. El Amor es recibido por un ser que fue creado para trabajar. El Amor no se recibe para la comodidad, se recibe para el cumplimiento del fin. Solo se entiende el amor con la lógica del sacrificio, que es el camino de la Cruz. Solo sabe amar el que sabe llevar la misma Cruz del Redentor.

El becerro de oro que impide el amor, son los excesos de diversiones y placeres, que hasta los más emblemáticos intelectuales quisieran justificar para hacerlos compatibles con otras exigencias de una lógica “más humana”, que se aleja de la divina.

No se trata de humanizar lo divino sino de divinizar lo humano. Para eso viene Dios.

El hombre perfecto, que viene también como modelo, es el que nos entrega la lógica de un camino que es válido para todas las generaciones.

¡FELICES FIESTAS DE NAVIDAD Y AÑO NUEVO!

Con mis oraciones y bendición

P. Manuel Tamayo

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