jueves, mayo 26, 2011

Razonadas para escapar de la verdad

LA MENTIRA EN SU LABERINTO

La experiencia de la vida nos hace ver que la persona mentirosa se va metiendo poco a poco en un laberinto que termina en un callejón sin salida. Lo penoso es cuando en todo ese proceso de maquillajes, disfraces y escenografías, que ocultan la verdad, enganchan a incautos, cándidos o imberbes, que están buscando algo mejor para ellos.

Quién no ha visto en su vida caer en la trampa del engaño a muchos entusiastas ingenuos que, al confiar en algún sistema financiero que ofrecía grandes intereses para sus ahorros, terminaron perdiéndolo todo; o el arte que utilizan los grandes estafadores para conseguir su clientela, visten bien, tienen oficinas bien montadas, hablan bonito persuadiendo a la gente y resulta que detrás de todo ese aparato convincente, aparecen las artimañas malévolas y perniciosas del engaño y la estafa.

La mentira como “camino” fácil y rápido

La mentira la utiliza la persona que está lejos de la verdad y quiere defender sus intereses. Asegura como verdadero lo que no es cierto, con la ilusión de un beneficio propio. Es el modo fácil y cómodo para obtener algo cuando el camino de la verdad exige esfuerzo y sacrificio, o una renuncia por el bien de otros, o el reconocimiento de que es mejor lo que presenta otro, que lo uno ofrece.

La inseguridad de no tener la verdad produce en el mentiroso una suerte de habilidad para fabricar teorías con retazos de verdades que, salidas de su contexto original, son colocadas a gusto de la mentira que se quiera inventar. En esas ocasiones insiste y subraya el aspecto convincente, de lo que está diciendo, para que los que escuchan, crean. Pasa rápido la página de los puntos débiles que podrían descubrir la verdad, colocando encima cortinas de humo para distraer y desviar la atención.

Los modos burdos y bruscos del mentiroso

El hombre que no tiene la verdad hace unos esfuerzos titánicos para sustentar una mentira. Se le nota tenso y cuentista en sus argumentos, carga las tintas para reforzar su postura. Es un cuadro desagradable en el que se percibe fastidio y desprecio. Saltan heridas hirientes, con mecanismos de defensa artificiales y una inquietud nerviosa para asegurarse que la mentira quede y no se vea la verdad.

Al mentiroso se le puede descubrir también por sus reacciones de ira o por las diatribas que lanza exagerando y satanizando a personas, que ve peligrosas para él. No suele tener argumentos razonables, hace más bien conjeturas y juicios temerarios expresándose de un modo vehemente, con una intranquilidad que lo puede delatar.

¿Quién no recuerda los comunicados oficiales de los regimenes totalitarios que, para aplicar las decisiones inhumanas del sistema de represión, calumniaban a los adversarios como antipatriotas y peligrosos enemigos del Estado? Así podían justificar las persecuciones, torturas y matanzas.


Los sistemas de la mentira

La experiencia de la historia ha hecho ver el fracaso rotundo de los sistemas nazistas, fascistas y marxistas junto a los socialismos estatistas que respiraban por la misma herida. Fue un fracaso advertido innumerables veces por la Iglesia, que es experta en humanidad, y que afirmaba que esos regímenes iban contra el hombre, aunque dijeran que iban a favor. Allí estaba el engaño. Eran regímenes que perseguían la libertad de las personas y atacaban a la Iglesia porque la consideraban peligrosa para el logro de sus objetivos.

En todos los países donde hubo regímenes totalitarios se suprimió la libertad y se tejió todo con mentiras camufladas: enseñaban lo que se quería que se viera y se tapaba lo que no se debía ver. Además, especialmente los marxistas, prometían al hombre un paraíso que nunca llegó.

Decir la verdad sobre ideologías, que van contra el hombre, no es hablar de política sino de moral y religión. Es defender la dignidad de la persona y su libertad.

Dice el refrán: “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Siempre los regímenes totalitarios han intentado limpiar la cara para dar una imagen de justicia, honradez y verdad. Ahora lo siguen haciendo los movimientos trasnochados que conservan retazos de ideologías fracasadas. Continúan perjudicando a los más débiles con sus manotazos de ahogado.

La “tarjeta de presentación”, decorada para el pueblo, ha sido siempre falsa y engañosa. Lo estamos viendo en los países en los que todavía hay resquicios de marxismo. Existen aún manifestaciones de protesta de pobladores, que después de haber sufrido, a veces durante años, los engaños del socialismo, buscan con ansias la libertad. Quieren apartarse de esos regímenes que se enquistaron en el poder, colándose con artificios engañosos y amparándose en una “democracia” también engañosa, (porque abandonaron la verdad), y que ha perdido la garantía de ser una verdadera democracia.

La violencia es un camino equivocado

Por otro lado nos encontramos también con la realidad de muchos pobres que quieren romper un sistema por considerarlo injusto, y ven en los que anuncian estas ideologías, las combas y cachiporras destructoras, como instrumentos oportunos para acabar rápidamente con lo establecido.

Es el resentimiento que quiere destrucción; después se verá lo que pueda pasar, en río revuelto ganancia de pescadores. Ocurrirá lo de siempre: los dueños de las combas se convierten en los dueños del poder y el círculo vicioso continuará (la violencia solo engendra violencia).

Cuando persisten situaciones de injusticia y de violencia los que vienen detrás también piensan que les toca ahora a ellos hacerse con el poder, para disfrutar como los anteriores, de los beneficios que puedan obtener del Estado. Utilizarán los discursos, convincentes y engañosos, que hablan de servir al pueblo, prometiéndoles el oro y el moro, solo para ganar adeptos y llegar a esos escaños de poder.

Un clavo clavado en la pared es distinto que la pintura de un clavo en la misma pared. De la pintura, por muy bonita que sea, nada se puede colgar. Los mentirosos de turno son artistas para pintar cuadros donde parece que todo va a tener sustento.

Solo la verdad nos hará libres

La solución contra este laberinto solo llega cuando se busca la verdad y se vive con ella. La persona que se empeña en ser como debe ser, encontrará la verdad en su camino y tendrá que cambiar de vida. La verdad no se obtiene con la inacción, no llega sola, es necesario conquistarla y cuando se la tiene se notará en la sujeción y no en la independencia absoluta. La sujeción, obedeciendo a unas leyes, se percibe en la comunión con el prójimo y en el deseo firme de cumplir una misión, también a favor del prójimo. El que saca el pie del plato no puede tener la verdad aunque abunde en criterios, teorías o ideologías.

La explicación de la vida de muchos pensantes que no buscan la verdad no es más que la descripción de un laberinto donde se les ve buscando su patente de corzo para justificar actuaciones impropias, con el fin de que sean aceptadas como verdades honorables y respetuosas. Quienes actúan así, están lanzando un bumerang que tarde o temprano caerá sobre ellos mismos para dejarlos en una deprimente soledad y amargura. ¡Que triste es el camino de la mentira! y ¡que final tan desastroso!

Agradecemos sus comentarios.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La mentira utilizada como metodo de manipulacion en politica en los regimenes totalitarios no solo esta en el pasado como en el nazismo, o el marximo, sino esta vigente actualmente en el neo-nazismo gobernando algunos paises, como Austria hace poco y ahora intentando llegar al poder en Peru el nacional socialismo denuevo.