jueves, setiembre 08, 2011

Consecuencias del relativismo

EL ESPEJISMO DE LA INDEPENDENCIA

Un problema doloroso y extendido de nuestra sociedad relativista es el afán precoz que tienen los jóvenes de independizarse de sus padres. Podrían existir motivos nobles que exijan una separación o distancia del hogar: los estudios en otra ciudad, asuntos familiares urgentes, seguir un camino divino, etc. Siempre existieron circunstancias válidas para estas excepciones. Sin embargo ahora se trata de la conquista de una libertad y autonomía personales para vivir con independencia y sin ninguna influencia de la familia.

Dentro de estas independencias existen muchas variaciones y algunas bastante penosas como las de los jóvenes que cortan todo tipo de comunicación con su familia para que estos no se metan con su vida y porque piensan que se deben hacer solos para tener valía. Errores de ese calibre se multiplican por doquier. Algunos tienen su origen en los excesos de autoritarismo de los padres o en la sobreprotección que ejercieron sobre el adolescente inmaduro. Las rebeldías modernas son bastante crueles porque se tejen en ambientes donde falta el cariño familiar.

Cuando se pone amor siempre se recoge amor. Es necesario que el amor sea auténtico y de calidad y no un apegamiento que procede de un corazón egoísta y posesivo del padre o de la madre. El amor de un padre frívolo que solo busca un hijo para sus sentimientos produce a la larga un contundente rechazo. Hoy, desgraciadamente, muchos hijos declaran persona no grata, a sus propios padres. Estas desgracias ya fueron anunciadas en las Sagradas Escrituras: “y se levantarán los hijos contra los padres para hacerles morir” (Mt, 10, 21).

El miedo a la vida y la mentalidad antivida

Cuando en una familia, por ignorancia o malicia de los padres, se comete un aborto se produce como un envenenamiento colectivo en el hogar que luego es difícil de curar. La familia es el lugar de la vida por excelencia, es el espacio maravilloso para nacer y para morir. Nacer fuera de la familia resulta tan fatal como morir fuera de ella. Los que nacen y mueren en casa, rodeados del cariño de los suyos, tienen la dicha de ese privilegio, que debería ser para todos.

Dentro de una familia el miedo en tener más hijos es en el 90% de los casos una inseguridad de los padres motivada por querer “vivir” (no tener dificultades para hacer más cosas en la vida) y por la presión social antivida del mundo liberal y materialista. Los afanes que surgen de esta mentalidad contagian un modo de vivir acelerado que saca a las personas de su casa como si la familia estuviera demás y como si el éxito dependiera de lo que se haga fuera del hogar. El orden está totalmente invertido.

De esta mentalidad surge el afán de independencia de los que todavía se encuentran bajo la patria potestad. Están viendo desde muy jóvenes esa posibilidad, que no es más que un espejismo, porque cuando salen “libres” de sus casas, se van encontrando una realidad distinta a la que se imaginaron. Si fuera solo el choque con la realidad, bien valdría la experiencia para aprender y orientar todo como es debido. Lo que resulta trágico es que la gran mayoría no está preparada para los retos que ofrece una sociedad “enferma y mentirosa”. Los “cartones”, los premios que se otorgan y el poseer una buena solvencia económica, no son garantía de haber conquistado un sistema de vida coherente y sano para la felicidad propia y de la familia. Muchos viven una fantasía que podría terminar en tragedia.

La falta de seguridad social se da también en los hogares

La falta de seguridad, que es una falencia social que todo el mundo reconoce, no se limita a los peligros producidos por los robos y las violencias de los desadaptados; hoy se han multiplicado situaciones de violencia dentro de los propios hogares. Es interesante observar las motivaciones que tienen los familiares que se encuentran dentro de estos calvarios en el hogar. Quienes viven dentro de esas presiones quiere huir de la casa, la calle resulta más atractiva y es posible que esas personas que sale ya no crean en la familia.

Como excepción que confirma la regla, algunas personas han hecho su vida sin tener un ambiente familiar apropiado (algunos fueron educados por los abuelos, los tíos, o fueron adoptados por otra familia, etc.). Hay gente muy valiosa que ha salido adelante a pesar de haber tenido un pasado trágico con ausencias familiares. Cuando cuentan sus historias hay que felicitarlos, pero nunca se podrá deducir que las condiciones que tuvieron para su formación fueron las ideales.

Al margen de esas excepciones para la mayoría no tener familia produce inseguridad y también, en algunos casos, problemas de personalidad con graves desadaptaciones sociales. Algunos quisieran arreglar las cosas desde sus propios problemas y fabrican teorías originales. Sus mensajes son comprensibles pero tienen de la limitaciones de su propio origen (resentimientos, soledad, celos…). La sociedad no puede describirse desde las enfermedades o desde los problemas arraigados en las propias personas. Es necesario mirar la auténtica antropología del ser humano para tener siempre a mano la falsilla para confrontar. Eso no significa que no haya que atender los desarreglos o complejos que cargan los seres humanos y que muchas veces, por su urgencia, tiene prioridad, significa que no podemos olvidar lo que debe ser la persona para que cumpla con su finalidad y sea feliz.

Las dudas de los hombres generan inseguridad

Una mentalidad relativista donde reina la duda también produce inseguridad. La mala relación del ser humano con el pasado o el futuro por ausencia de valores trascendentes es un fastidio que se carga y se quiere olvidar. Los que viven torturados y cegados por el pasado no logran percibir, ni pueden reconocer los valores que han recibido. La mala relación con el pasado les hace vivir temblorosos y dubitativos, llenos de sospechas y conjeturas increíbles, tejidas con argumentos mediáticos superficiales, por el consenso en una mayoría relativista que se siente autónoma.

Los liberales modernos que profesan el ateísmo o el agnosticismo suelen vivir en un mar de dudas dentro de un existencialismo donde falta la definición y la esperanza por un futuro seguro y firme. Los hijos que surgen de esos hogares, optan por una precoz independencia porque piensan que la seguridad que no tienen en su casa la conquistan con la propia autonomía. Luego los mismos padres que crearon a sus hijos liberales sufren las consecuencias de las desatinadas decisiones que tomaron en la vida sin consultarles nada y algunos tendrán que correr con el gasto de costosas facturas económicas y morales para cubrir los desastres que ocasionaron con sus desafortunadas intervenciones.

Agradecemos sus comentarios

1 comentario:

Anónimo dijo...

Actualmente muchos adolescentes -e incluso adultos- confunden la independencia y la libertad con el desprendimiento total de los padres, es decir, que éstos ya no puedan mandar sobre uno. Sin embargo, la verdadera libertad implica conocer las ventajas y limitaciones que cada uno tiene y saber aprovecharlas para orientar nuestra vida de forma ordenada y coherente con la sociedad y con nuestra persona en sí, y esto no escluye a los padres. Desafortunadamente estas desviaciones se han originado por un autoritarismo familiar, en el que el concepto de padres es dar órdenes a los hijos y cumplir con los deberes de la casa.