jueves, noviembre 17, 2011

Los que tendrían que estar indignados

PERSEGUIDOS POR BUENOS

Existen en el país persecuciones implacables que son organizadas por verdaderas mafias compuestas por delincuentes de cuello y corbata que actúan como si fueran los verdaderos moralizadores que necesita el país. Juegan totalmente a su favor y no tienen reparo en destrozar el honor y la buena fama de las personas. Ya no se trata solo de los que tiran la piedra cerrando los ojos, sino los que se organizan para destruir a alguien molesto para ellos. Y la causa de la molestia es que dice la verdad.

Para las mafias, el que dice siempre la verdad se convierte, para ellos, en un personaje peligroso que habría que acosar, al menos para que se calle, y si insiste en querer defender la verdad, habría que llenarlo de acusaciones falsas, a ver si alguna prende, con algún “abogado” experto en triquiñuelas y sin ninguna moral, que consiga con sus influencias ilegales, aplastar al defensor de la verdad acusándolo de corrupto.

Los periodistas malos que están dentro de un poder mediático enfermo, encuentran en esos asuntos sus negocios para llenarse los bolsillos. Solo tienen que convencer a las masas haciendo el milagro de convertir mentiras en “verdades”. Lo vemos todos los días: el pueblo puede canonizar a un delincuente o condenar a un santo influido por los medios. Ya ocurrió con Jesucristo hace siglos.

Para lograr estos objetivos los mafiosos, que no son pocos, buscan personas que los puedan apoyar ofreciéndoles beneficios y ayuda. Unos entran a formar parte de esas cadenas de influencia y otros son utilizados para resolver asuntos del momento, obtienen su parte y se retiran. Lamentablemente en nuestro país la corrupción la llevan muchas personas en la sangre, casi desde la infancia, es lo que han visto siempre y ha sido el modo que han utilizado para salir adelante: el engaño, la trafa, la astucia, la pillería, como sistema de vida. Luego, cuando llegan a escalar a puestos de más relevancia, empiezan a extender sus redes con personas de su calaña con quienes tratan de armar un botín que pueda ir creciendo con disfraces de moralidad.

Algunos malos periodistas, abusando de su profesión, cobran por sacar bien o por no sacar mal en los medios, a los ambiciosos que viven pagándole a ellos para tener una buena prensa que los apoye. Muchos de ellos forman parte de estas redes de influencia tejida con actos de corrupción.

Cuando se busca la expulsión de los buenos

Dentro de este mundo de corrupción el hombre que dice la verdad se ve aplastado, tarde o temprano, por una sarta de mentirosos que le van inventar historias nefastas y calumniosas para asustarlo y sacarlo de en medio, o para corromperlo y que aprenda a jugar sucio como ellos.

El que dice la verdad no usará nunca las mismas armas. No armará una mafia con sus amigos, como harían los delincuentes que forman bandas para enfrentarse a otras bandas. El que tiene la verdad va solo con la verdad, que podría parecer endeble y raquítica frente a los recursos que utilizan esas mafias de indeseables. El hombre honrado que sabe escuchar la verdad termina creyendo en ella. La verdad es un bien y el bien es de por sí es difusivo, decía Santo Tomás de Aquino. La verdad se defiende por sí misma y tiene unas calidades increíbles. El mal se ahoga en abundancia de bien. Los testimonios de la historia son elocuentes.

Al mal hay que enfrentarlo con el bien, lo dijo el recordado papa Beato Juan Pablo II en Ayacucho.

El prestigio humano de la persona que defiende la verdad

En la Iglesia hay testimonios valiosísimos de perseguidos y algunos han dado la vida por defender la verdad. Ser perseguido por defender la verdad es un honor, “os perseguirán por causa de mi nombre”. Los títulos académicos, los premios que da el mundo, el reconocimiento de las obras humanas por parte de los humanos no son nada al lado del prestigio de la persecución por defender la verdad y cumplir con el deber y los compromisos.

En este mes de Noviembre, de los fieles difuntos, debemos mirar al premio que da Dios y no al premio de los hombres. Parecía que Cristo al final había fracasado y fue todo lo contrario, triunfó con la Cruz. A todos nos llama Dios para que triunfemos junto con Cristo en la Cruz. Esta invitación no es a una resignación sino más bien al único camino que libera y trasforma, que es el camino del bien y es además el único seguro.

Dios es nuestro gran defensor en el juicio que nos tocará con Él, si es que sabemos corresponder estando a su lado. La Iglesia no predica por gusto. Tiene una misión muy clara: difundir la verdad de la revelación donde se encuentra la suerte de cada uno de los hombres. El hombre que ama la verdad debe saber escuchar a la verdad. La Iglesia no quiere apropiarse de la verdad, como dicen algunos opositores, lo que hace es señalarla y decir que está allí, muy cercana y que todos podemos conocer. La Iglesia nos dice: ¡vengan a verla y comprueben ustedes mismos que es verdad!

La verdad de la persecución de los buenos

Pero ahora nos estamos refiriendo a la verdad de una corrupción instalada en muchos sectores de la sociedad que andan impunes cometiendo delitos contra los hombres de bien que son honrados y emprendedores. Querer manchar a todos y creer que todos están torcidos no deja de ser una maldad. Una persona buena sabe que hay personas buenas. El mejor modo de conocer a las personas es ser bueno. El bueno no es el ingenuo y cándido que está en la luna. Es el hombre que hace el bien y se enfrenta con el mal. Ese que por querer defender la verdad es acusado de malo. No es el que se autodefiénde poniéndose disfraces de bondad, sino el que es realmente bueno por su interioridad sana, por sus virtudes, sus obras y su trayectoria. El realmente bueno no se considera bueno porque ve que aún tiene muchos defectos, en cambio el que nos es bueno, lanza todo tipo de luces para que la gente piense que está en el camino correcto y que por lo tanto crean es mejor que los demás.

Agradecemos sus comentarios

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tiene razón, pero hay que decir también que esto mismo se da hasta en instituciones de la iglesia que parecen buenas pero por las acciones de sus miembros nos damos cuenta que no lo son... y buscan hundir a personas que no les han hecho mal pero que ellos consideran "no gratas"

Anónimo dijo...

Ser bueno y seguir la linea de la verdad es tarea bien dificil y bien compleja, porque requiere estar en permanente analisis del bombardeo informativo mediatico, requiere un estado de alerta permanente y un compromiso con el bien comun por encima de cualquier interes subalterno, una accion politica permanente, un conocimiento profundo de la cosa publica y su respectivo seguimiento y ananlisis. Angel Alberto Sialer