jueves, febrero 02, 2012

La mano de Dios en la Iglesia

LA ELECCIÓN DIVINA DE LO HUMANO

Cuando se producen elecciones dentro de la Iglesia aparecen sendos artículos en los periódicos y comentarios variados en las entrevistas y encuestas de los medios de comunicación, donde todo el mundo dice lo que le parece. Se oyen opiniones de todo tinte y calibre, algunos pontificando, otros profetizando y otros simplemente opinando de acuerdo a sus creencias y criterios. Si un especialista leyera todo lo que se escribe lo primero que diría es: “zapatero a tus zapatos”

Un ingeniero, un médico, un abogado, no permitirían que los que no son de su especialidad opinen como si fueran expertos en la materia; sin embargo cuando se trata de la Iglesia existe como una suerte de licencia para que todo el mundo diga lo que se le ocurre. En fin, creo que también en esto la Iglesia está dando muestras de democracia. Sin detenernos en esta coyuntura circunstancial, pasemos al tema de fondo que es el que queremos comentar.

Dios dirige a los hombres dentro de la Iglesia

La Iglesia es una institución milenaria fundada por Cristo. Aunque está formada por seres humanos está asistida por el Espíritu Santo. Su Fundador quiso utilizar a los hombres para que la gobiernen y la lleven a buen puerto. Así la “barca de Pedro” viene sorteando las tempestades a lo largo de los siglos y continúa sin naufragar llevando a millones de fieles a su verdadero destino.

Cuando entramos a las Sagradas Escrituras y leemos los libros del Antiguo Testamento, que fueron escritos siglos antes del nacimiento de Jesucristo, vemos como Dios quiere contar con los hombres para que éstos puedan encontrar el camino que los hace libres y así obtener la salvación. En las alianzas que hace con ellos Dios nunca falla, en cambio los hombres fallamos habitualmente. A pesar de nuestros errores Dios continúa ofreciéndonos el camino de la reconciliación y nos da nuevas oportunidades para que no nos perdamos. En el Nuevo Testamento, el mismo Jesucristo, que es Dios, da su vida por la salvación de los hombres. Toda la Biblia se centra allí y toda la vida de la Iglesia también.

Dios elige a los hombres sin quitarles sus características peculiares

En las elecciones que Dios hace (Moisés, Abraham, Juan Bautista, Apóstoles, etc) deja que los elegidos decidan con su conducta la correspondencia al plan divino. No les quita su personalidad: costumbres, ambiciones, opiniones, etc. cuenta con todo lo que cada hombre es para que salga adelante el plan divino. Por ejemplo los escritores sagrados eran personas muy diversas que escribían según sus modos de ver y costumbres. El autor principal que es Dios cuenta esos modos, costumbres y circunstancias del autor humano.

Los hombres entonces ¿estarían predestinados al plan de Dios, hagan lo que hagan?

Dios ha creado al hombre libre y responsable de sus acciones. Cada hombre debe responder con su conciencia a la hora de decidir y de actuar. Debe hacerlo de acuerdo a la verdad. El norte que debe guiar su vida es la verdad. Cristo viene y funda la Iglesia para que el hombre pueda encontrar la verdad. La Iglesia le proyecta una luz para que el hombre pueda ver. Quienes están en la Iglesia piden siempre luces a Dios porque no pueden ver sin Dios.

A través de la oración sincera, cada hombre puede encontrar lo que Dios quiere, y el hombre es libre cuando logra hacer lo que Dios quiere. En la obediencia a la verdad está la libertad.

Dios no está sujeto al tiempo porque es eterno y así conoce nuestras decisiones. Si el hombre niega a Dios escoge darle las espaldas al creador, al redentor y al santificador. Entonces estaría escogiendo un camino que no es el de la salvación que predica la Iglesia por mandato de Cristo.

Cuando los que están en la Iglesia se apartan de Dios y lo traicionan como Judas, causan un mal a la Iglesia. La lejanía de Dios crea una “fe” en el criterio humano del hombre, es como apuntarse a una lógica humana alejándose de lo sobrenatural y entonces el hombre se cree Dios.

En el que no tiene fe la lejanía con respecto a Dios puede ser total y en el que tiene una fe débil puede haber un atontamiento, como pasó con Tomás apóstol, que le parecía que resurrección de Jesucristo escapaba de la lógica humana y empezó a dudar. Fue agnóstico por unos días.

La responsabilidad de los pastores

El “dormirse” de los pastores puede ser grave a la hora de las decisiones, porque al debilitarse la fe se nubla la verdad y el que no defiende la verdad empieza a conciliar o a ponerse de árbitro: una especie de arbitraje donde se termina armonizando el bien con el mal. Las cosas ya no se ven tan buenas ni tan malas y se cae en el error de pensar que el término medio es el ideal. La postura de indecisión o indefinición de un pastor con poca fe es utilizada por las fuerzas del mal para sus conquistas. El que tiene una fe débil puede ser manipulado. No hay más que ver el descalabro de las ovejas por las dormidas de los pastores.

Herodes quiso utilizar a los reyes magos para su plan maléfico diciendo que su intención era adorar a Dios. No lo pudo conseguir porque los Magos fueron advertidos y obedecieron a quien les decía la verdad. No se durmieron. Los enemigos de la verdad quieren utilizar a los ingenuos (dormidos en la fe que también son ambiciosos) para triunfar ellos.

La falsa política de la compensación

Los hombres de Dios cuando elijen no dejan de ser seres humanos con sus ambiciones, pasiones y opiniones, pero también son, Dios quiera que todos, hombres de oración. El que reza sabe que Dios lo cambia. Le hace ver lo que debe hacer y lo corrige para que sea mejor y así pueda decidir, con la ayuda de la oración, lo que es conveniente para la Iglesia, el bien de las almas y la Gloria de Dios. Dios le transmite al hombre su voluntad. Si el hombre no obedece se las verá con Dios, a Él le tendrá que responder.

En las elecciones de los hombres se pueden ver las apetencias e inclinaciones humanas, pero siempre hay una mano de Dios que guía a los que son fieles para que triunfe el plan de Dios. El triunfo de los hombres es aparente. Dios es el Señor de la historia. Los hombres de la Iglesia, a los ojos humanos, pueden parecer pocos santos, sin embargo Dios quiere contar con ellos para que la “barca de Pedro” pueda salvar a muchos más.

Las elecciones de los hombres de Dios no se hacen con políticas de compensación para contentar por igual a todos. No se elige a uno para que estén contentos sus partidarios. La elección de conciencia es consecuencia de la oración: qué es lo que Dios quiere para el bien de su Iglesia y si hubiera alguno que no elige así, porque está debilitada su fe, existen en la Iglesia muchos otros que rezan para que el triunfo final sea siempre de Dios.

Resumiendo: En las elecciones de los hombres de Dios pueden darse al mismo tiempo cuatro direcciones:

1. La elección que Dios hace, a través de los hombres, para que salga el plan divino a favor de los hombres.

2. La elección de los hombres de Dios, que es fruto de la oración de cada uno. Elección hecha con rectitud de intención, buscando la verdad y para el bien de la Iglesia y de las almas. Que es reforzada por la unión de todos los hombres fieles a sus pastores, a través de la oración, para que se viva de acuerdo al querer de Dios, en el amor a la verdad.

3. La elección hecha con motivaciones humanas y sin visión sobrenatural, por motivos egoístas de beneficio personal. Hecha por hombres que han debilitado o perdido su fe, aunque sean pastores.

4. La opinión de todos los hombres y el aporte que dan con sus influjos para la elección de los hombres de Dios.

Creo que en los dos primeros puntos son los que cuentan, Ud. ¿qué opina?

Agradecemos sus comentarios

2 comentarios:

Alan Patroni dijo...

Ya que puedo opinar me permito señalar que la respeusta al tema está precisamente en los N°s 1 Y 2.
Tal vez parezca conservador pero las elecciones humanas sin visión sobrenatural, poco o nada pueden aportar.Y la opinión de todos los hombres y su aporte con sus influjos para la elección de los hombres de Dios, muchas veces se constituyen estorbos permitidos por Dios para que las nuevas generaciones puedan descubrir, corregir,enmendar y purificar su discernimiento para poder continuar en esta vida como torpes instrumentos que nunca dejamos de aprender.

Alan Patroni dijo...

Es muy fácil opinar sobre política, fútbol y religión.
¿Poseemos los católicos de esta parte de América del Sur, el conocimiento mínimo del Nuevo Catecismo de la Iglesia Universal?
Como intuimos la respuesta, entonces nos damos cuenta porqué hay tantas personas que emiten opiniones ligeras, confundidas, tergiversadas e incongruentes sobre la Iglesia Católica