jueves, junio 21, 2012


Motivaciones de las crisis financieras
¿UTOPÍAS O TORRES DE BABEL?
En el siglo XIV Sir Thomas Moro, el gran canciller inglés, mártir por defender la fe católica, fue enjuiciado en 1535 por orden del rey Enrique VIII, acusado de alta traición por no prestar el juramento antipapista frente al surgimiento de la Iglesia Anglicana, oponerse al divorcio con la reina Catalina de Aragón y no aceptar el Acta de Supremacía, que declaraba al rey como cabeza de esta nueva iglesia. Fue declarado culpable y recibió condena de muerte.  La obra  más importante que dejó escrita fue  la Utopía. 
El concepto utopía se refiere a la representación de un mundo idealizado que se presenta como alternativo al mundo realmente existente, mediante una crítica de este. El término fue concebido por Tomás Moro en su obra Dē Optimo Rēpūblicae Statu dēque Nova Insula Ūtopia, donde Utopía es el nombre dado a una comunidad ficticia cuya organización política, económica y cultural contrasta en numerosos aspectos con las sociedades humanas de su época.
Las utopías del mundo
Han pasado muchos siglos con una historia llena de utopías fabricadas por la presunción humana.  El Antiguo Testamento nos narra el episodio de la Torre de Babel que los hombres pretendieron construir para llegar al Cielo. El castigo por esa presunción, para los que pretendían esa proeza, fue la confusión y falta de entendimiento entre ellos. Se dice que ese fue el origen de los distintos idiomas que hay en el mundo. Siglos después algunos quisieron volver atrás con el Esperanto,  que fue, en menor escala, una utopía más de las pretensiones humanas. 
En el siglo XX Hitler pretendió proteger la raza aria eliminando sin piedad a las otras. Ese ideal nefasto terminó con abominables injusticias cometidas por los seguidores del dictador, la muerte de ellos mismos y un desprestigio a nivel mundial que todavía dura en la mente y en la conciencia de muchos.
La utopía del paraíso comunista
El marxismo no se quedó atrás, ha sido el campeón de las utopías, el engaño del paraíso comunista con la igualdad de todos los hombres fue el paradigma del atraso. Ese cuento que parecía ideal para establecer la justicia en la tierra, costó muchas muertes y resentimientos humanos. Por donde pasó el comunismo hubo destrozos irreparables. Fue una siembra de odios y de venganzas que ha dejado hasta la fecha, heridas abiertas. En algunos lugares, donde todavía hay remanentes de esa abominable ideología, continúa la utopía. Cuando vemos las fotos de Cuba donde sale gente contenta rodeada de un atraso descomunal, nos da mucha pena. ¿Ese es el anhelado paraíso comunista?
Las utopías del capitalismo liberal
Hoy nos encontramos en el escenario mundial con  las utopías capitalistas o de mercado libre donde se procura que todos los habitantes tengan acceso a la actividad productiva, y unos cuantos (o incluso ninguno) a un gobierno limitado o mínimo. Allí los hombres productivos desarrollarán su trabajo, su vida social, y otras actividades pacíficas con plena libertad, apartados de un Estado propietario y expoliador.
La crisis financiera en los Estados Unidos de hace unos años y la reciente crisis europea son efecto de las utopías capitalistas. Fue propiciada por un acuerdo tácito de una legión de empresarios que comulgaban con la idea de la libertad absoluta y de la autonomía de la conciencia. Fueron personas  que creían que los problemas del hombre se resuelven con la economía.  La miopía de esos señores fue considerable porque estaba cargada de lógicas mercantilistas que no salían de un papel milimetrado que lo aguanta todo donde parecía que todo cuadraba muy bien. No era más que la famosa y engañosa pirámide donde ganan los negociantes y más tarde todo se desmorona para ka ruina de la mayoría. Ellos quieren encontrar en sus fórmulas económicas la salida a los problemas angustiosos en los que se encuentran encerrados y se siguen equivocando.

La ceguera de la ambición humana
Enrique VIII con el poder que tenía por ser rey, destruyó a todo lo que se le oponía en el camino, porque más importante era su ambición, que la vida de muchas personas.  Algo semejante a lo que hizo Herodes en tiempos de Jesucristo.
Los ambiciosos de hoy no se quedan atrás en sus pretensiones. Pretenden decirnos que les preocupa el problema social y que con la riqueza que se puede conseguir se van a solucionar los problemas de los hombres. Hace tiempo que vienen cantando la misma canción o contando el mismo cuento. Esas son las utopías del siglo XXI. La crisis europea es una foto muy clara de esos planteamientos, donde se puede ver el fondo de las pretensiones humanas.
Como puede ser posible que unas personas decidan sobre el papel lo que debe producir un país y lo que no debe producir para que el orden de una buena producción haga crecer a todos. Algunos, cegados por un ideal economisista, se dieron el lujo de decirle a toda una población que no trabaje, porque no era necesario, e incluso les pagaron para que no lo hagan, en aquellos países donde determinado producto no debía competir con el país designado para producir. Eso parece lógico dentro de las fórmulas matemáticas pero resulta que el hombre y su realidad es mucho más que los números exitosos para una producción en el mercado.
El hombre necesita trabajar, gane poco o mucho. Al que se le paga  por no trabajar se le puede convertir en un parásito social. Sería como envenenarlo.
No pueden haber planteamientos económicos y diálogos técnicos que no pongan al hombre en primer lugar. No son los proyectos de los hombres en general los que deben salir sino el proyecto de cada hombre con su familia. Los proyectos de los hombres apuntan a los negocios de los hombres. Los proyectos de cada hombre apuntan a su familia y a la educación de sus hijos. Cada hombre debe ser el proyecto de la empresa y por consiguiente del país. No son los hombres para las empresas sino que las empresas son para los hombres.
Que los hombres no pretendan construir nuevamente la famosa Torre de Babel. Ya hay bastante confusión y falta de entendimiento. Ahora tiene que venir la etapa de la claridad y de la fraternidad. La etapa del hombre que sabe amar y que es feliz en el servicio y no en el negocio compulsivo o en el entretenimiento irresponsable.
Las utopías hay que quemarlas y sacar los libros que unen a los seres humanos con planteamientos  y proyectos verdaderos para el progreso y la mejora de las mismas personas.
Agradecemos sus comentarios.

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