jueves, julio 12, 2012


Las heridas del falso orden
REORDENAR EL ORDEN
El orden es una virtud que es consecuencia del amor de una persona. En la naturaleza se puede apreciar el orden que puso el creador por amor a los hombres. El orden tiene una direccionalidad, siempre apunta al ser humano. Para cualquier persona ser ordenado debe significar ser mejor. El orden externo es un reflejo de cómo se encuentra el corazón del hombre, no es solo la estética de lo que se contempla sino más bien la finalidad de lo que se quiere:  por qué lo hizo, qué intenciones tuvo y hacia dónde se dirige.
En esta virtud como en tantas otras se suelen dar interpretaciones sesgadas hacia determinados aspectos que muchas veces se quedan en una simple caricatura y entonces la virtud desaparece.  Cuando falta la virtud las personas pueden caer en la indiferencia y en el cumplimiento rutinario de algo establecido. Cumplir con algo no es malo en sí, lo malo es la situación de la persona que actúa de un modo maquinal o rutinario, y al hacerlo, deja una estela de incomodidad para los otros. Quien permite que la rutina le quite la virtud, ya no ve con claridad, y quizá ya no le interesa lo que le pasa a las personas, y deja de tenerlas en cuenta. Se  acostumbra a emplear la receta de rigor a ojos cerrados. Cree que la medicina sin más es buena y basta.
El orden de un libreto no es la virtud del orden. Para que sea virtud hay que mirar cómo quiere la persona que realiza esa acción. Solo cuando se trata de los aspectos sobrenaturales y por el bien de los fieles, la Iglesia enseña que los sacramentos se dan cuando se hace lo que la Iglesia quiere; o sea, cuando se aplica la materia y la forma, sin que tenga que ver el estado de gracia del ministro. Se produce el efecto ex opere operato, por obra de lo obrado. En cambio en las virtudes humanas es indispensable la integridad y la sinceridad de la persona que realiza la acción, para que esta sea virtuosa y consiga los efectos convenientes. Nadie da lo que no tiene.

La artificialidad de un “orden” establecido
Sin que las personas tengan mala intención, podrían caer en una situación esquemática o teórica, donde hay imagen, todo suena bonito, pero no existe la virtud. Hay situaciones de orden establecido que podrían caer en la crueldad, cuando no están conectadas con la caridad: actuación ciega sin tener en cuenta lo que debe ser prioritario en las personas: salud, disposición, circunstancias personales o familiares, etc.
La persona que ama de verdad tiene en cuenta las circunstancias, sabe lo que pasa en el momento actual y se preocupa por el bien de las personas. Sabe medirlo todo con cautela para poder aplicar, si es el caso, la ley o el reglamento. Aplicar la ley sin más o hacer las cosas simplemente porque son legales, no deja de ser una cortedad y una ligereza, que podría ocasionar situaciones graves de injusticia.
En los asuntos más triviales nos encontramos a menudo con cosas que están ordenadas por personas que siguen unos parámetros personales o establecidos por un sistema, que ocasionan incomodidades y hasta rechazos.
Cuantas veces es necesario reordenar lo que otros han ordenado para nosotros, sin tener en cuenta nuestra situación y nuestras reales circunstancias, (me refiero a cosas que tienen que ver con nosotros, o sea que la persona  puso su “orden” sin ver nuestra realidad o nuestras circunstancias, sus ojos no estaban en nosotros sino en el orden que tendría que ser. Enseguida pensamos que a esa persona no le interesamos para nada y podría estar haciéndonos un daño irreparable. 

El “reglamentarísmo” de la burocracia
Cuantos funcionarios conocen perfectamente los procedimientos y reglamentos y se esfuerzan por ser fieles a la letra de esas indicaciones que han recibido, incluso hablan con un lenguaje oficial y no saben mirar las circunstancias de las personas. Es muy difícil hablar con ellos porque solo están para recordar lo que se debe cumplir. Les parece terrible que se falle en el cumplimiento de lo establecido y velan para que eso no ocurra.  Las circunstancias personales de quienes se acercan no son de su incumbencia y no las quieren escuchar, son como  máquinas o sistemas que “nunca se equivocan” . La formación de un personal así estaría totalmente sesgada y carente de virtud.
A las personas hay que formarlas para que quieran a las personas y para que tengan en cuenta las circunstancias de cada uno. Es allí donde debe apuntar la inteligencia humana de un modo prioritario. La falta de comunicación en esos aspectos aleja a las personas y el orden que se quiso poner, que puede parecer poderoso y conveniente, sería un desorden considerable, que terminaría deteriorando la relación que debe haber entre los seres humanos.
El orden como virtud no es una imposición ni un reglamento, tampoco la manía estética de la terquedad de un temperamento herido que quiere corregir sin más lo que él considera que está mal y lo hace con un autoritarismo solapado. Ocurre cuando las manías sustituyen a la virtud. Para defender el orden no se debe malquerer a nadie con caras largas o mal humor y mucho menos con broncas o gritos destemplados.
La delicadeza y el cariño son propias del orden
El orden es amor a los demás, conocer bien a las personas, buscar lo mejor para el prójimo, querer desigual a los que son desiguales. Una persona ordenada tiene en cuenta los distintos matices o variedades que hay en la vida de las personas. No busca pasar a la gente por el mismo aro o por la misma medida. Una persona ordenada a simple vista parece desordenada por la cantidad de asuntos que mueve y la variedad de cosas que aprueba, sin hacer acepción de personas. El que ama encuentra para cada uno la respuesta que debe dar y así ayuda a que las personas se sitúen bien. El que ama tiene muchos amigos y gracias a su amor cultiva su amistad: eso es orden.
El orden es inteligencia. La mejor definición de la inteligencia es la capacidad de la persona para situarse bien. El que es ordenado sabe situarse bien, en el sitio que le corresponde, sin meterse donde no debe y metiéndose donde debe. El ordenado suele ser una persona con muchas iniciativas favorables a los demás. El ordenado es el que resuelve la vida de las personas porque llega a los matices de cada uno.
Agradecemos sus comentarios.

1 comentario:

wilfredo amayo dijo...

Padre M. Tamayo:
Como siempre muy interesantes sus artículos, este por cierto no se queda atrás.
Me ayudan a mirar lo que necesito mejorar y sobre todo se lo trasmito a mis hijos y amigos cercanos.
Gracias por su dedicación a enseñar y a difundir temas que no les sabemos dar la importaancia que tienen.
Saludos afectuosos.
Wilfredo Amayo C.