jueves, agosto 16, 2012


Cuando se le dice NO a Dios
DUELE EN EL ALMA   I
Duele en el alma y se sufre mucho cuando quieres mucho a una persona para que sea buena y te responde con evasivas y silencios. Te vuelcas haciéndole ver la capacidad que tiene para ser santo y no le interesa. Tratas de hacerte el encontradizo y procura evitarte. No toma la iniciativa para llamarte ni para preguntarte sobre los temas de fondo que debería conversar, porque piensa, equivocadamente, que en eso no tiene nada que decirte.
Jesucristo amó con predilección a sus apóstoles que eligió para que estén a su lado y sean fieles, cumpliendo con sus compromisos de vivir una vida santa y de difundir el cristianismo por el mundo entero.
Cuando los llama les invita a vivir cerca de él. Los quería con toda el alma y les dio todo para que sean santos y fieles. ¡Con qué cariño los trataba!
Cuando paso el tiempo algunos apóstoles se alejaron de su maestro y optaron por tomar cierta distancia, por motivos absurdos y penosos. A Pedro le daba vergüenza decirle a sus amigos que él era discípulo de Jesús. No quería que sus amigos lo vieran con él y cuando le preguntaron si era amigo de Jesús, lo negó tres veces.
Hoy también se ven las mismas actitudes en muchas personas que chotean al que más les ama porque buscan un “prestigio” en los ambientes donde quieren estar. Esta conducta es injusta y produce un gran dolor. Jesús sufrió mucho cuando su querido Pedro, el que había escogido como Jefe y principal colaborador suyo, se aleja de esa manera tan desleal. Menos mal que  reaccionó al oír cantar el gallo y se arrepintió llorando amargamente. Jesús lo perdona y le pregunta tres veces si lo ama de veras. El amor a Dios no es una opción más es una necesidad y un deber. Todos debemos esforzarnos en querer más a Dios y no esperar que nuestros sentimientos den la señal de partida.
Jesús también sufrió con Tomás apóstol que por pasar por una temporada de flojera le entraron las dudas.  Estaba tan desganado que ya no quería ir a las reuniones con Jesús y con los otros apóstoles. No le interesaba lo que el Señor pudiera decir. Se perdió el momento en el que Jesús instituyó el sacramento del perdón.
Más adelante los otros apóstoles fueron a convencerle para que se acerque nuevamente a su maestro y menos mal que accedió, porque al ver las heridas de Jesús  recuperó la fe que había perdido. Es entonces cuando exclamó con arrepentimiento y reconociendo el amor de su maestro: “Señor mío y Dios mío”  Esta conducta también se repite en muchos cuando caen en un estado de flojera: se pierde interés por temas de fondo, se pierde el tiempo, no se sale de una superficialidad notoria y empiezan las dudas. Si no se lucha por salir de ese estado la conducta se enrarece y se maltrata a las personas buenas. Gracias a Dios Tomás reaccionó por iniciativa de otros y volvió a estar cerca de Jesús. Ojala que muchas personas reaccionen como Tomás, confiando en los consejos de los demás, y consigan vivir siempre junto al Señor. No hay otro sitio mejor.
El sufrimiento mayor lo causó Judas, que vendió a su maestro por un dinero que quería ganar para sus gastos. Además lo vendió para que lo mataran. Contrasta el amor grande que le tenía Jesús a Judas y el desprecio de éste por su maestro. Judas tenía el diablo dentro. Así se puede explicar el desamor que le tenía a Jesús, aunque lo llamara amigo y lo saludara con un beso. Estas actitudes se dan hoy también en muchas personas y son causa de grandes dolores y amarguras. Judas no se arrepiente y termina suicidándose. ¡Qué pena más grande! para alguien que tenía vocación y la desprecia de esa manera tan absurda y tonta.

El dolor del que ama más
¡Cuánto le duelen a Jesús  los desatinos y desamores de las personas amadas! 
¿por qué los hombres somos tan malos con Dios, cuando Dios es tan bueno con nosotros?,  ¿por qué algunos hombres tratan mejor al que no lo sabe querer de verdad y rechaza o se escapa del que más lo quiere? 
Cuando la lógica humana está infectada con el pecado se rechaza el bien y a las personas buenas como si fuera algo malo y se acepta lo menos valioso como si fuera una decisión libre de la voluntad.  La libertad se tiene cuando se elige el bien y el bien no depende de la subjetividad. Cuanto más bien se recibe más libre se es.
Tampoco la libertad está en la comodidad.  Sentirse cómodo y pasarla bien no es sinónimo de ser libre. Conquistar lo más valioso exige esfuerzo, sacrificio y muchas renuncias. Solo después de una contienda por llegar a metas más altas se puede experimentar el gozo de haber alcanzado una gran libertad.
El autodidacta o el que quiere hacer las cosas solo por su cuenta, no es el más listo ni tampoco el que tiene más libertad. Las personas que más libertad nos dan son las personas buenas que nos quieren de verdad y nos exigen para que seamos buenos y libres. Las personas permisivas que quieren quedar bien con nosotros no son las mejores y nos pueden hacer perder el tiempo y muchos valores. A esas personas, si son nuestros amigos o parientes cercanos, les tenemos que exigir con nuestra conducta coherente en la línea de la lucha por la conquista de lo que más vale. Ser valientes para el bien y  no tener miedo, ni vergüenza.

El silencio del que se hace el “loco”
Duele mucho el alma cuando se pone amor limpio y noble para ayudar a una persona a acercarse a Dios, y ésta se cierra con un silencio sepulcral alejándose y rechazando la propuesta, como si se le estuviera quitando la libertad.
Jesucristo se hace el encontradizo con los hombres. Se pone en el camino de cada uno para que se encuentren con él. Así es Él.  El hombre que se lo encuentra, decía el Papa Juan Pablo II,  no puede seguir viviendo como si no se lo hubiera encontrado.  Hace mal el hombre que desea pasarse a la vereda de enfrente para que Jesús no le complique la vida.
 El Señor siempre nos pone planos inclinados para que nos deslicemos hacia Él. El hombre que se deja deslizar encuentra la libertad. El que hace esfuerzos por escaparse encontrará en sus “libertades”  muchas esclavitudes que herirán lo más profundo de su alma para que luego pierda el sentido de todo lo bueno y la fuerza para luchar en lo que vale la pena. Las decisiones que le impidieron ser generoso con Dios estuvieron motivadas por “luces de bengala” que brillaron un instante para luego quedar en nada.  ¡qué triste es ver vidas que pudieron llegar a metas altas y se quedaron en el camino!
Agradecemos sus comentarios

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo que la gracia y misericordia hace en cada uno queda en nuestras opciones y decisiones. Lo que sembramos puede caer en distintos suelos, pero seguimos sembrando lo mejor que podemos, hacemos nuestra tarea, los resultados siempre son buenos y mejores porque no dependen de nosotros, la gracia sigue presente perpetuamente, manando hasta hallar su camino.
Ángel