El mal uso de
los números
EL
RELATIVISMO EN LOS NÚMEROS
Se
suele decir que las matemáticas corresponden a las ciencias exactas, donde dos
más dos son cuatro y punto, no se discute más; pero la experiencia también nos
hace ver que para muchas cosas los números son relativos, las precisiones
matemáticas no siempre expresan la realidad. Los filósofos antiguos ponían a
las matemáticas en el segundo grado de abstracción por debajo de la filosofía
que ocupaba el primer grado.
Hoy,
por el influjo de economicismo, todo
se quiere medir de acuerdo a los números. Se elige y se califica de acuerdo a
las mayorías. Si la mayoría lo ha elegido es legal y por lo tanto se considera
bueno. El consenso de las mayorías se considera equivocadamente como
una categoría moral y éste exige que el hombre de hoy haga caso a lo que la
mayoría acepta, para que sea aprobado por la sociedad.
El miedo a la verdad
complica la vida del hombre (lo debilita)
El
hombre de hoy se asusta con la verdad objetiva, rechaza lo que podría tenerse
como criterio, le parece que afirmar una verdad es peligroso porque suena a
imposición o a rechazo de otras opciones. Cree que lo más seguro es no defender
posturas firmes para no caer en el dogmatismo y no se da cuenta que con esa
conducta está cayendo en la tiranía del relativismo, ya que, al reforzar su
autonomía para sentirse libre, se amarra en la esclavitud del propio yo,
perdiendo la capacidad de un compromiso real para las relaciones humanas. Opta,
sin darse cuenta, por una vía
inhumana de un permisivismo que le impide reconocer la verdad y sujetarse a
ella con firmeza; se va debilitando y va cayendo poco a poco en la inseguridad de la tristeza, de
la soledad y de la desesperación. Aunque tenga buena voluntad se siente inútil
al pretender una unidad divorciada de
la verdad.
Las
actitudes melifluas de muchos, que
temen tener una intervención que afirme una convicción sólida, con respecto a
un criterio moral, desemboca en un permisivismo disfrazado de libertad que
termina siendo, en realidad, una
auténtica crueldad, porque sería como no alcanzar la medicina urgente a una
persona que la debe tomar, por temor a contristar.
El
miedo de no entrometerse y el deseo de quedar bien en el consenso general, es
una mezcla de vanidad con ciertas dosis de cinismo (no hay otra palabra). Cinismo porque existe una malicia oculta que
pretende compaginar, con una falsa
“comprensión”, las actitudes de un mundo moderno, que “hay que entender”, con unos “valores” subjetivos que están
lejos de las exigencias de la verdad. De estos parámetros surge la “verdad política” que es una mentira que todos ocultan por consenso.
Saben que es mentira pero la prefieren a la verdad, real y objetiva, que ven como una amenaza, agresiva e impositiva.
Atrapados por el consenso
de “una verdad” contra la verdad
De
este tipo de conducta surgen tremendas esclavitudes, personas atrapadas por las
mentiras de un consenso generalizado, por “verdades”
políticas que miran más a las “leyes” que a las personas. Cuando se pierde
la caridad, la justicia podría convertirse
en una gran injusticia. Basta unir los números con las leyes sin tener en
cuenta otras circunstancias y tendremos lamentables maltratos.
Si
se pierde el amor al prójimo y el respeto por la vida de las personas aparecen
críticas despiadadas que califican negativamente a los seres humanos sin que se
les de opción al perdón y al arrepentimiento. Dirían que si una persona hace
algo malo es porque es mala, y entonces debe ser castigada y separada. Se le
expulsa y no se quiere saber nada de ella, queda separada y abandonada. Solo se
recuerda su mala conducta.
Si
la mayoría condena a alguien, todos deberían condenarlo. Hoy nos encontramos
con muchos descalificados que ya no tienen opciones ni oportunidades porque el
consenso social le ha cerrado las
puertas.
Esta
misma superficialidad y falta de tino existe para las alabanzas. Todos aceptan
el valor y la calidad de una persona tan solo porque presentó el curriculum vitae. En muchas ocasiones
suena ridículo la lectura del mismo: una
lista interminable de grados académicos recibidos, de pertenencia a diversas
jefaturas o puestos de trabajo, de premios recibidos y de obras realizadas. La
sociedad aplaude al hombre que es presentado con sus pergaminos lleno de
distinciones.
El mal uso de los números para
las alabanzas o las condenas
El
Papa Benedicto XVI decía que “rebajar a
una persona a la condición de número era denigrarla”
Los
números pueden ser una “tapadera” para
ocultar algo, o un instrumento cruel para destrozar a una persona. Una
contabilidad se puede ver muy ordenada con los asientos justificados por
facturas o boletas adjuntas, y
muchas veces las cantidades han sido abultadas para obtener ganancias
escondidas, incluso con el consentimiento de los que quieren cerrar los ojos, porque permiten que se gane de esa
manera.
En
muchos negocios las “tapaderas” están
a la orden del día. Cuando no se ve y parece que todo está en orden, se aprueba
y no pasa nada. En muchos negocios existen consensos de encubrimiento, yo te cubro, pero tú también me cubres a mi,
cuando lo necesite. De este
modo los que tienen rabo de paja continúan
en los negocios, y en cambio los que son honrados se convertirían en un
estorbo, son unos idiotas, enemigos
de las mayorías y habrá que
quitarlos de en medio.
La política de la
compensación y la repartija
La
política de la “tapadera” que lleva un malicioso cinismo, crea la política de
la compensación. Esta política no se rige por la verdad sino por el negociado, que
es un acuerdo para repartija entre
ellos. De acuerdo a los beneficios
se negocia tratando de que el adversario no sea enemigo. Hoy dejo que tú mandes, pero mañana me toca a mi.
Es
entonces cuando se escoge de acuerdo a las apetencias de los distintos grupos
para contentar a todos. No se tiene en cuenta la verdad sino la compensación. Es
escoger a una persona por motivos políticos, para contentar al adversario o
para pagar un favor que se hizo en un negociado. Existen verdaderos “artistas”
para construir cuadros laborales o sociales que son verdaderos negociados, maquillados con elementos de legalidad.
Que todo parezca legal.
Como
puede verse, los números azules, de los
distintos cuadros, son relativos porque están maquillados por razones de
conveniencia. Son cuadros “arreglados” para que sean aceptados por las mayorías
y así sus ejecutores pueden beneficiarse
por lo bajo.
Y
cuando los números son rojos, con pruebas
contundentes que descalifican a las personas, las víctimas han perdido, y
se quedan sin opción, porque “legalmente” los adversarios ganaron la partida
con jaque y mate. Así es de injusta la vida cuando es
manejada por consensos mayoritarios que ocultan la verdad por razones de
conveniencia para que “triunfen” los que supieron jugar mejor la partida de ajedrez.
Habría
que ver quién pierde y quién gana de verdad.
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