jueves, agosto 15, 2013


El mal uso de los números
EL RELATIVISMO EN LOS NÚMEROS
Se suele decir que las matemáticas corresponden a las ciencias exactas, donde dos más dos son cuatro y punto, no se discute más; pero la experiencia también nos hace ver que para muchas cosas los números son relativos, las precisiones matemáticas no siempre expresan la realidad. Los filósofos antiguos ponían a las matemáticas en el segundo grado de abstracción por debajo de la filosofía que ocupaba el primer grado.
Hoy, por el influjo de economicismo, todo se quiere medir de acuerdo a los números. Se elige y se califica de acuerdo a las mayorías. Si la mayoría lo ha elegido es legal y por lo tanto se considera bueno. El consenso de las mayorías se considera  equivocadamente como una categoría moral y éste exige que el hombre de hoy haga caso a lo que la mayoría acepta, para que sea aprobado por la sociedad.

El miedo a la verdad complica la vida del hombre (lo debilita)
El hombre de hoy se asusta con la verdad objetiva, rechaza lo que podría tenerse como criterio, le parece que afirmar una verdad es peligroso porque suena a imposición o a rechazo de otras opciones. Cree que lo más seguro es no defender posturas firmes para no caer en el dogmatismo y no se da cuenta que con esa conducta está cayendo en la tiranía del relativismo,  ya que, al reforzar su autonomía para sentirse libre, se amarra en la esclavitud del propio yo, perdiendo la capacidad de un compromiso real para las relaciones humanas. Opta, sin darse cuenta, por una vía inhumana de un permisivismo que le impide reconocer la verdad y sujetarse a ella con firmeza; se va debilitando  y va cayendo poco a poco en la inseguridad de la tristeza, de la soledad y de la desesperación. Aunque tenga buena voluntad se siente inútil al pretender una unidad divorciada de la verdad.
Las actitudes melifluas de muchos, que temen tener una intervención que afirme una convicción sólida, con respecto a un criterio moral, desemboca en un permisivismo disfrazado de libertad que termina siendo, en realidad, una auténtica crueldad, porque sería como no alcanzar la medicina urgente a una persona que la debe tomar, por temor a contristar.
El miedo de no entrometerse y el deseo de quedar bien en el consenso general, es una mezcla de vanidad con ciertas dosis de cinismo (no hay otra palabra). Cinismo porque existe una malicia oculta que pretende compaginar, con una falsa “comprensión”, las actitudes de un mundo moderno, que “hay que entender”,  con unos “valores” subjetivos que están lejos de las exigencias de la verdad.  De estos parámetros surge la “verdad política” que es una mentira que todos ocultan por consenso. Saben que es mentira pero la prefieren a la verdad, real y objetiva, que ven como una amenaza, agresiva e impositiva.

Atrapados por el consenso de “una verdad” contra la verdad
De este tipo de conducta surgen tremendas esclavitudes, personas atrapadas por las mentiras de un consenso generalizado, por “verdades” políticas que miran más a las “leyes” que a las personas. Cuando se pierde la caridad, la justicia  podría convertirse en una gran injusticia. Basta unir los números con las leyes sin tener en cuenta otras circunstancias y tendremos lamentables maltratos.
Si se pierde el amor al prójimo y el respeto por la vida de las personas aparecen críticas despiadadas que califican negativamente a los seres humanos sin que se les de opción al perdón y al arrepentimiento. Dirían que si una persona hace algo malo es porque es mala, y entonces debe ser castigada y separada. Se le expulsa y no se quiere saber nada de ella, queda separada y abandonada. Solo se recuerda su mala conducta.
Si la mayoría condena a alguien, todos deberían condenarlo. Hoy nos encontramos con muchos descalificados que ya no tienen opciones ni oportunidades porque el consenso social  le ha cerrado las puertas.
Esta misma superficialidad y falta de tino existe para las alabanzas. Todos aceptan el valor y la calidad de una persona tan solo porque presentó el curriculum vitae. En muchas ocasiones suena ridículo la lectura del mismo: una lista interminable de grados académicos recibidos, de pertenencia a diversas jefaturas o puestos de trabajo, de premios recibidos y de obras realizadas. La sociedad aplaude al hombre que es presentado con sus pergaminos lleno de distinciones.

El mal uso de los números para las alabanzas o las condenas
El Papa Benedicto XVI decía que “rebajar a una persona a la condición de número era denigrarla”
Los números pueden ser una “tapadera” para ocultar algo, o un instrumento cruel para destrozar a una persona. Una contabilidad se puede ver muy ordenada con los asientos justificados por facturas o boletas adjuntas,  y muchas veces las cantidades han sido abultadas para obtener ganancias escondidas, incluso con el consentimiento de los que quieren cerrar los ojos,  porque permiten que se gane de esa manera.
En muchos negocios las “tapaderas” están a la orden del día. Cuando no se ve y parece que todo está en orden, se aprueba y no pasa nada. En muchos negocios existen consensos de encubrimiento, yo te cubro, pero tú también me cubres a mi, cuando lo necesite.  De este modo los que tienen rabo de paja continúan en los negocios, y en cambio los que son honrados se convertirían en un estorbo, son unos idiotas, enemigos de las mayorías y  habrá que quitarlos de en medio.

La política de la compensación y la repartija
La política de la “tapadera” que lleva un malicioso cinismo, crea la política de la compensación. Esta política no se rige por la verdad sino por el negociado, que es un acuerdo para repartija entre ellos.  De acuerdo a los beneficios se negocia tratando de que el adversario no sea enemigo. Hoy dejo que tú mandes, pero mañana me toca a mi.
Es entonces cuando se escoge de acuerdo a las apetencias de los distintos grupos para contentar a todos. No se tiene en cuenta la verdad sino la compensación. Es escoger a una persona por motivos políticos, para contentar al adversario o para pagar un favor que se hizo en un negociado. Existen verdaderos “artistas” para construir cuadros laborales o sociales que son verdaderos negociados, maquillados con elementos de legalidad. Que todo parezca legal.
Como puede verse, los números azules, de los distintos cuadros, son relativos porque están maquillados por razones de conveniencia. Son cuadros “arreglados” para que sean aceptados por las mayorías y así sus ejecutores pueden beneficiarse por lo bajo.
Y cuando los números son rojos, con pruebas contundentes que descalifican a las personas, las víctimas han perdido, y se quedan sin opción, porque “legalmente” los adversarios ganaron la partida con jaque y mate.  Así es de injusta la vida cuando es manejada por consensos mayoritarios que ocultan la verdad por razones de conveniencia para que “triunfen” los que supieron jugar mejor la partida de ajedrez.
Habría que ver quién pierde y quién gana de verdad.
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