jueves, diciembre 26, 2013


Espaldarazo mundial al Espíritu Santo
EL HOMBRE DEL AÑO

El Papa Francisco ha sido elegido el hombre del año, no sólo por distintas  revistas y medios de comunicación de gran prestigio en el mundo, sino por la voluntad de millones de personas que están de acuerdo en otorgarle al Santo Padre esta designación o título mundial de reconocimiento por los méritos alcanzados.

Gente de todos los colores, ideologías, religiones y modos diversísimos de ser, dan su aprobación, porque les parece, en un consenso tácito y colectivo, y movidos por distintos criterios, que el hombre del año debe ser el que los ha removido hasta las entrañas en los temas esenciales de la vida, que además  los transmite con una facilidad admirable: el ejemplo y la coherencia de una vida cristiana.

Siguiendo a Jesucristo, según el espíritu genuino de los evangelios, va por delante abriendo camino con una sonrisa franca y sincera, sin temores ni rencillas, y sin que las investiduras se lo impidan,  para predicar, a tiempo y a destiempo, la misericordia y la comprensión que Dios tiene con todos los hombres, para rescatar a los que se han alejado, haciéndoles ver que la Iglesia es su casa.

Repite una y otra vez, que los pobres y los más necesitados, tienen prioridad, cita los textos bíblicos, la doctrina de la Iglesia y se aleja del marxismo y de las ideologías de odio y violencia, que todavía persisten en el mundo de la politiquería mundial.

Estamos observando que con el Papa Francisco hay, por encima de criterios doctrinales, filosóficos o teológicos, una verdad aceptada por todos, que sale de un hombre que convence y persuade, porque es de la Iglesia y quiere a la Iglesia con pasión.

Es la misma Iglesia que fundó Cristo y el Papa, que es el Vicario de Cristo, es fiel al legado que Jesús dejó en la Iglesia para transmitirlo a todos.  El espíritu del evangelio lo vive quien sabe difundirlo para todos, con el ejemplo de una conducta cristiana.

Jorge Mario Bergoglio fue un hombre que no quiso ser protagonista, siempre rechazó el boato y la ambición de poder, nunca se movió por el dinero ni por intereses partidarios, buscó ayudar al que lo necesitaba, le dio la mano al enemigo dejando de lado rivalidades y peleas, habló claro para advertir y aconsejar con un sentido común preciso y contundente, y en muchas ocasiones procuró reformar los corazones humanos, para que los hombres sean mejores personas.
¿A qué se debe o a quién se deben estás condiciones que encontramos en un hombre? ¿Será sólo, como dirían algunos, por ser el Papa? o ¿hay algo más? Empecemos por dar respuesta a estas preguntas con las palabras del mismo Pontífice cuando se dirigía a los cardenales y obispos el Brasil: "Ya se puede ser Papa, cardenal, obispo o sacerdote, si no se es santo, no sirve para nada"

¿Qué es ser santo?
Hoy es importante aclarar bien en qué consiste la santidad y a qué se está refiriendo el Papa cuando dice: sí no se es santo no sirve para nada. Estas palabras recuerdan a San Pablo cuando decía en la carta a los Corintios que si no había Caridad no había nada: "ya podría tener el don de la predicación y conocer todos los secretos y todo el saber; podría tener una fe como para mover montañas, si no tengo amor no soy nada”.

Estas palabras del apóstol de las gentes son muy útiles para aproximarnos a las consideraciones que queremos hacer en este artículo y aclarar el concepto de santidad que está bastante confundido en el mundo.

Está claro que el papa Francisco no será santo por ser nombrado el hombre del año, tampoco por el consenso colectivo de las mayorías, mucho menos por el protagonismo de una coyuntura al ser elegido Papa de un modo sorpresivo, tampoco por ser sudamericano o por tener habilidad para llegar a la gente.

Evidentemente todas las cualidades obedecen a algo que se es y que se tiene como propio, pero cuando escuchamos que él mismo dice que es un pecador y que necesita confesarse por lo menos cada 15 días, se está refiriendo a una realidad de su ser, y nos está haciendo ver que un santo no es un ser impecable y sin defectos.

El Papa reconoce sus debilidades y miserias y al mismo tiempo reconoce el poder de un Redentor, es por eso que ese hombre, elegido el hombre del año, acude a quien lo puede ayudar de verdad a ser santo y quiere ser santo porque se lo ha pedido Dios, para que pueda cumplir con el papel o la misión que el mismo Dios le ha dado en la tierra y que ahora millones aplaudimos.

Los santos y los santones

Es bueno establecer las diferencias para aclarar los conceptos. Al santón lo eligen los hombres porque destacó en algo que fue beneficioso para los hombres, el santo en cambio es el que corresponde a un querer de Dios y procura parecerse al modelo de santidad que Dios envió al mundo: Jesucristo.

Los santones no son necesariamente seguidores de Cristo, el santo sí. El mundo está lleno de santones elegidos por consensos colectivos y con unos seguidores que lo veneran con gran sentimiento y unción, sin que importe mucho si la hoja de ruta personal sigue o no los criterios de vida y las virtudes señaladas por Cristo para todos los hombres.

Hace años existían unas revistas que distinguían las vidas ilustres de las ejemplares. La primeras resaltaban los méritos de los héroes, los científicos, los  literatos, los deportistas o los artistas de mayor fama y prestigio. Las segundas, la vida de los santos: una conducta moral intachable con virtudes cristianas vividas de modo heroico.

Ojo que la santidad no es exclusividad para una sola persona o para una elite determinada, es para todos los hombres y el mérito está en saber corresponder a lo que Dios le da. Eso es lo que pide el Papa procurando ir por delante en esa lucha.

En el umbral de un nuevo año las palabras claras y contundentes del Papa Francisco, señalan el camino a seguir para hacer un mundo más humano y limpio, donde las personas se quieran de verdad.

¡Feliz Año 2014!

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