viernes, agosto 15, 2014


Somos espectadores de películas geniales y de muertes fatales (¿así tiene que ser?)
LA MUERTE DE LAS ESTRELLAS
Sin ser ningún experto en cine me gustan mucho las buenas películas. He admirado y sigo admirando a extraordinarios artistas que han dejado una huella imborrable de buena actuación en películas que han dado la vuelta al mundo y que también forman parte de la historia de la humanidad.
Como sacerdote, selecciono el cine que ayuda al ser humano a tener esperanza y una visión positiva de la vida con artistas que estimulan las buenas obras, las virtudes humanas y el espíritu de servicio. Existen en la cartelera muchos documentos fílmicos de extraordinario valor que contribuyen a la formación de las personas y a la mejora de la sociedad. No me estoy refiriendo a los documentales sino a los largos metrajes de emblemáticos artistas de fama mundial.
En mi blog, <cinemass.wordpress.com> presento un elenco de películas que a mi juicio tienen valores rescatables para la educación y la familia, que es el campo donde apunto para organizar sesiones de cine-forum. Además tengo un programa de televisión donde procuro difundirlas con la ayuda de algunos amigos aficionados a la educación y al cine. Después de verlas, una vez a la semana, las comentamos resaltando las bondades que encontramos, para darles a los espectadores un mensaje de paz y de esperanza.
La actuación en las películas y la vida privada de los artistas
Ver buen cine y admirar a los buenos artistas es algo que se da a la vez, pero también es inevitable que, por el rabillo del ojo, ingresen otros datos, que los medios difunden, sobre la vida privada de los artistas. Muchas veces preferimos no enterarnos de esas noticias desagradables, para que no se rompan los buenos esquemas que tenemos de esos notables actores, que tanto nos gusta ver.
A quien no le apena ver a sus ídolos caer en desgracia y en situaciones que nadie desea. Algunos, además, dejan una estela de desavenencias con heridas, muchas veces irreparables, en personas cercanas. Son incoherencias que no responden a la lógica de sus brillantes actuaciones. A todos nos gusta verlos en sus películas, pero, cuando llegan esas noticias  de los medios, quisiéramos cerrar los ojos y no enterarnos. 
Frente a esta dicotomía inevitable y difícil de aceptar, ¿cuál debería ser nuestra actitud? ¿Podría ser ecléctica y quedarnos solo con lo bueno, genial y extraordinario del artista y poner aparte su vida privada (aunque los medios la difundan por todas partes)?
Es la actitud que se suele tener cuando solo se habla del artista en sus actuaciones, como si la vida se centrara exclusivamente en eso y nada más. Está claro que si el artista fuera pariente nuestro estaríamos pendientes y sufriríamos por lo que ocurre en su vida privada más que por su actuación. A la familia, lo que realmente le interesa es si su ser querido está bien en su vida personal: si está contento, si se lleva bien con los demás, si está sano, si come bien, etc.

El fatal deseo de la total independencia
También habría que decir que algunas personas no quieren ni que su propia familia se meta en su vida privada. El crecimiento de la individualidad (enfermedad de la época actual) aísla a la persona de sus propios seres queridos. Y este encerrarse del hombre en una privacidad absoluta puede ser fatal para sí mismo, como lo demuestran muchos casos de suicidio, que se van multiplicando en el mundo entero. De allí la importancia de la comunicación dentro de la familia.
Los problemas de alcoholismo y de drogas son consecuencia de la falta de amor que hay en los hogares. La persona que se siente sola, que no tiene el respaldo de una familia que lo quiere y está pendiente de él, fácilmente cae en esos vicios que lo destruyen y lo llevan a la depresión.
La familia es muy importante para la estabilidad de las personas pero cuando vemos que está en crisis, que un artista es una persona solitaria, que se fue de su casa por los maltratos, que vive de una manera inestable y cercana a los vicios, ¿no se debe hacer algo para rescatarlo de esa esclavitud?
En el caso de los artistas vemos que estas situaciones irregulares se dan habitualmente (aunque tengan mucho dinero). Lamentablemente todavía nadie coge el toro por las astas para corregir esos desarreglos.  El criterio de tolerancia, que se ha difundido en el mundo, pasa por alto el desorden de una vida privada (relaciones impropias, excesos de alcohol, drogadicción, ludopatía), existe un permisivismo irresponsable. Pareciera que se está respetando la libertad cuando se cierra los ojos a esos aspectos negativos de la realidad al mismo tiempo que se expresa una admiración por los aspectos positivos de la genialidad o del talento humano.
Mirándolo desde otro ángulo también cabría preguntarse:
¿Se puede vivir de una manera y actuar de otra?  ¿acaso el talento es solo para la actuación artística? ¿y para la vida privada no existe un talento ? ¿Una persona talentosa no sería más bien, la que consigue tener  una vida privada correcta?

Unidad de vida
Hay artistas de cine que reflejan en sus actuaciones las virtudes que han adquirido para vivir de una manera digna y respetuosa.  La realidad de esas vidas virtuosas le podría dar a la actuación una mejor dosis de autenticidad. Actuar para enseñar valores sin tenerlos podría ser posible, pero los espectadores preferimos que nuestros artistas tengan esos valores positivos en sus propias vidas. ¡Que sea real lo que están enseñando! 
Jim Caviezel, que representó a Jesucristo en “La Pasión” de Mel Gibson es un hombre de Misa y comunión diaria. Su actuación correspondía a la realidad de su vida. En cambio cuando nos enteramos que Mel Gibson tuvo problemas de violencia por el alcohol, nos dio pena esa situación que contrastaba con la genialidad de su trabajo en el cine.
Si el cine le diera al espectador la oportunidad de ver una obra genial donde se nota que los artistas y los realizadores no solo actúan sino que también tienen una vida coherente y ejemplar, sería doblemente genial.
Quizá sea una utopía lo que estamos diciendo, algo irrealizable, en este mundo tan complejo; sin embargo apuntar hacia esa coherencia puede traer grandes beneficios a la humanidad.
Terminemos nuestro análisis con otras preguntas que tal vez, por influjo del consenso general de esta época,  la sociedad no las quiera responder con la sinceridad necesaria para afrontar los problemas y resolverlos de inmediato:
¿Porqué las estrellas de cine se suicidan con relativa frecuencia? ¿porqué tiene unas vidas tan desordenadas? ¿porqué rompen fácilmente la fidelidad matrimonial? ¿porqué tienen una actitud de permisividad para poner en la pantalla escenas que podrían hacer daño a los espectadores?
Al buen cinéfilo también se le puede pedir que contribuya con sus buenos consejos para que los artistas, con una vida coherente, nos llenen de valores, de esperanza y de entusiasmo con sus películas.
A todos nos gustaría un cine más sano, de categoría que nos divierta y a la vez nos edifique. Para los artistas difuntos las coronas, el respeto y la oración, deseando lo mejor para ellos, y para los que están todavía en las pantallas que brillen, como las estrellas, con la luz del buen ejemplo, para la felicidad de todos.
Agradecemos sus comentarios


1 comentario:

Anónimo dijo...

Buen articulo Padre, me voy con un mensaje claro "Las leyes son para los hombres, no los hombres para las leyes"
Saludos
Diego Revilla