jueves, octubre 30, 2014

¡Por qué es más bacán disfrazarse de diablo que de ángel?

EL HALLOWEEN y el relativismo cultural


Cada año se extienden más y cobran más realce las fiestas de Halloween. Participan en ellas miles de niños y adolescentes que se divierten con los estrambóticos disfraces que llevan y las golosinas que piden de puerta en puerta en las casas de la ciudad.

En las casas se suele preparar una buena reserva de dulces para entregar a los niños y evitar que éstos, si no se les da nada, manchen las paredes exteriores con pintas despectivas por ser “tacaños” Los papás apoyan esta costumbre porque ven que sus hijos disfrutan en esos afanes “locos”  del día de las brujas.

Halloween significa "All hallow's eve", palabra que proviene del inglés antiguo, y que significa "víspera de todos los santos", ya que se refiere a la noche del 31 de octubre, víspera de la Fiesta de Todos los Santos. Sin embargo, la antigua costumbre anglosajona le ha robado su estricto sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas. Halloween marca un retorno al antiguo paganismo, tendencia que se ha propagado también por todo el mundo.
Parece que los significados de fondo importan poco. Hoy los jóvenes pueden jugar con calaveras, máscaras del diablo, monstruos, animales salvajes, y no pasa nada, para ellos es solo una diversión que está de moda, incluso podemos observar, que en estas ocasiones, lo más irreverente se convierte en lo más atractivo. Hay una suerte de gusto por lo esotérico, terrorífico, brutal, informal y hasta satánico.

Los juegos fabricados para los niños tienen ahora esas características. Parece que estuvieran dirigidos a motivar la malicia de la naturaleza humana, de una manera atractiva y divertida, para romper esquemas de buenas costumbres y disciplina.


La vida cristiana y el halloween

Ante todos estos elementos que componen hoy el Halloween, vale la pena reflexionar y hacerse las siguientes preguntas:

¿Es que, con tal que se diviertan, podemos aceptar que los niños, al visitar las casas de los vecinos, exijan dulces a cambio de no hacerles un daño: pintar muros, romper huevos en las puertas, etc.?
¿Qué experiencia (moral o religiosa) queda en el niño que para "divertirse" ha usado disfraces de diablos, brujas, muertos, monstruos, vampiros y demás personajes relacionados principalmente con el mal y el ocultismo, sobre todo cuando la televisión y el cine identifican estos disfraces con personajes contrarios a la sana moral, a la fe y a los valores del Evangelio.?

Con los disfraces y la identificación que existe con los personajes del cine ¿no estamos promoviendo en la conciencia de los pequeños que el mal y el demonio son solo fantasías,  un mundo irreal que nada tiene que ver con nuestras vidas y que por lo tanto no nos afectan?¿No es Halloween otra forma de relativismo religioso con la cual vamos permitiendo que nuestra fe y nuestra vida cristianas se vean debilitadas?
Si aceptamos todas estas ideas y las tomamos a la ligera en "aras de la diversión de los niños" ¿qué diremos a los jóvenes cuando acudan a los brujos, hechiceros, médiums, y los que leen las cartas; a los que frecuentan las fiestas semáforo, donde no faltan  borracheras, pornografía, drogas? Son cientos y miles de jóvenes metidos todas las semanas en diversiones contrarias a lo que nos enseña la moral cristiana.


Algunos datos de la historia  (en relación con el Halloween)


Sobre la calabaza encendida
La costumbre de ahuecar y tallar una calabaza para convertirla en un farol llamado Jack-o-lantern tiene su origen en el folklore irlandés del siglo XVIII. Según se cuenta, Jack era un notorio bebedor, jugador y holgazán que pasaba sus días tirado bajo un roble. La leyenda cuenta que en una ocasión, se le apareció Satanás con intenciones de llevarlo al infierno. Jack lo desafió a trepar al roble y, cuando el diablo estuvo en la copa del árbol, talló una cruz en el tronco para impedirle descender. Entonces Jack hizo un trato con el diablo: le permitiría bajar si nunca más volvía a tentarlo con el juego o la bebida.
La leyenda dice que cuando Jack murió no se le permitió la entrada al cielo por sus pecados en vida, pero tampoco pudo entrar en el infierno porque había engañado al diablo. A fin de compensarlo, el diablo le entregó una brasa para iluminar su camino en la helada oscuridad por la que debería vagar hasta el día del Juicio Final. La brasa estaba colocada dentro de una cubeta ahuecada "llamada nabo" para que ardiera como un farol durante mucho tiempo.
Los irlandeses solían utilizar nabos para fabricar sus "faroles de Jack", pero cuando los inmigrantes llegaron a Estados Unidos advirtieron que las calabazas eran más abundantes que los nabos. Por ese motivo, surgió la costumbre de tallar calabazas para la noche de Halloween y transformarlas en faroles introduciendo una brasa o una vela en su interior. El farol no tenía como objetivo convocar espíritus malignos sino mantenerlos alejados de las personas y sus hogares.

La costumbre de pedir dulces
La costumbre de pedir dulces de puerta en puerta (trick-or-treating) se popularizó alrededor de 1930. Según se cree, no se remonta a la cultura celta sino que deriva de una práctica que surgió en Europa durante el siglo IX llamada souling, una especie de servicio para las almas. El 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, los cristianos primitivos iban de pueblo en pueblo mendigando "pasteles de difuntos" (soul cakes), que eran trozos de pan con pasas de uva. Cuantos más pasteles recibieran los mendigos, mayor sería el número de oraciones que rezarían por el alma de los parientes muertos. Las oraciones, incluso rezadas por extraños, podían acelerar el ingreso del alma al cielo.
La práctica se difundió en Estados Unidos como un intento de las autoridades por controlar los desmanes que se producían durante la noche de Halloween. Hacia fines del siglo XIX, algunos sectores de la población consideraban la noche del 31 de octubre como un momento de diversión a costa de los demás, probablemente inspirado por la "noche traviesa" (Mischief Night) que formaba parte de la cultura irlandesa y escocesa . La diversión consistía en derribar cercos, enjabonar ventanas y taponar chimeneas, pero gradualmente dio lugar a actos de crueldad contra personas y animales, llegando a su punto máximo en la década de 1920 con las masacres perpetradas por los enmascarados del Ku Klux Klan.
Diversos grupos de la comunidad comenzaron a proponer alternativas de diversión familiar para contrarrestar el vandalismo: concursos de calabazas talladas y disfraces o fiestas para niños y adultos. De este modo, se proponían retomar el espíritu de los primitivos cristianos, que iban casa por casa disfrazados o con máscaras ofreciendo una sencilla representación o un número musical a cambio de alimento y bebida.




La mentalidad relativista de la época

El relativismo cultural y religioso del mundo contemporáneo es cien por ciento permisivista y tremendamente superficial. Hoy todo se puede porque no pasa nada: se puede leer cualquier libro, ver todo tipo de películas, se puede ser amigo del diablo y de San Pedro. Para quienes están imbuidos en el relativismo la fiesta de Halloween es inocua y se puede permitir sin que pase absolutamente nada.

Sin ir muy lejos, cuando se trata del cine, para un considerable sector de la población, incluidos los mayores, las películas cargadas de sangre y violencia las tienen como preferidas para pasar el tiempo y no pensar mucho. En cambio las que tienen valores éticos les parecen insulsas, propia de un público dependiente o cucufato y por supuesto ni las miran.  Es el mismo criterio que se utiliza para las fiesta de Halloween,  dicen con toda paz: “es solo para la diversión de los niños y jóvenes, ¡no pasa nada! que se disfracen de diablos o de ángeles!”. Aquí tenemos un criterio propio de una mentalidad relativista.

En el otro extremo, exagerado por cierto, están los que piensan que las fiestas de halloween son una ofensa al cristianismo porque se hacen con el propósito de venerar al diablo o a los demonios. Lo cierto es que se ha convertido en una fecha para la diversión infantil con disfraces de terror o muerte, algo desagradable e inapropiado para la formación de los chicos.
Aunque los sucesos históricos, que dieron origen a estas fiestas, hayan sido oscuros y truculentos, tampoco tienen mucho sentido las prohibiciones o censuras, que en vez de resolver empeorarían las cosas.


Enseñar a pensar con coherencia

En cambio sí es importante enseñar a pensar y señalar los influjos de las corrientes en boga que desvían al hombre de los caminos correctos. No se puede decir que todo es bueno o que todo es malo. Los seres humanos deben saber distinguir el bien del mal y portarse de acuerdo a una regla de conducta que responda a la verdad.

La educación de los niños, que debe darse en la casa y en el colegio, no se puede reducir a los aspectos académicos, es necesario formar bien la conciencia y estar atento a las distintas actividades que hacen los chicos, incluso la de los aspectos lúdicos. No porque sea juego se puede permitir. Es absurdo, por ejemplo, que se difunda como juego la guija, que hace referencia al espiritismo (llamar a los difuntos y hacerlos intervenir). En los lugares donde se realiza el espiritismo hay intervenciones diabólicas.

De esos juegos infantiles que parecen  “muy divertidos” se podría pasar a la realidad de una amistad con el diablo por un pecado arraigado que no se quiere curar y que produciría en la persona una inclinación fuerte hacia el mal, con un odio creciente a todo lo que es de Dios. El mundo sufre los estragos del mal, que se va extendiendo, porque los hombres se alejan de Dios y van ingresando en esos mundos esotéricos donde la maldad primero se tolera y después adquiere carta de ciudadanía. El que no vive como debería pensar termina pensando como está viviendo.

Se podrían reorientar las fiestas de Halloween hacia los valores y fines buenos que toda persona debe alcanzar. En algunos lugares las han recuperado nuevamente, dejando de lado los significados y las manifestaciones anticristianas.

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miércoles, octubre 22, 2014


EL AUTISTA VOLUNTARIO
El hombre es por naturaleza un ser social que debe estar comunicado con su prójimo, especialmente con los que viven a su lado o trabajan con él. Toda persona desea llevarse bien con su prójimo y por lo tanto debería tener una fluida y armoniosa comunicación con las personas de su entorno familiar, laboral o social.
La falta de comunicación suele deteriorar la personalidad y entorpecer las relaciones humanas. Además, según las estadísticas, muchas personas que no lograron una comunicación adecuada cayeron luego en una triste soledad y algunas, con el tiempo, en una fuerte depresión.
El autismo es un trastorno neurológico y complejo  que daña la capacidad de una persona para comunicarse y relacionarse con otros. También, está asociado con rutinas y comportamientos repetitivos, tales como arreglar objetos obsesivamente o seguir rutinas muy específicas. Los síntomas pueden oscilar desde leves hasta muy severos.
Al autista se le trata para que logre dar pasos y consiga conectarse con su prójimo. Gracias a Dios la ciencia médica va avanzando y cada vez tenemos mejores resultados, a veces extraordinarios como el caso de Grandin Temple que fue llevado a la pantalla de cine con una extraordinaria película que dio la vuelta al mundo.

El autista voluntario
En este artículo no hablaremos del trastorno neurológico de los autistas sino de las personas normales, que por diversos motivos o circunstancias, se escapan de su relación con el prójimo y se esconden en un autismo creado por ellos mismos, que lo utilizan como un mecanismo de defensa para protegerse.
En una sociedad donde se ha roto la familia se crean mundos individuales que son bastante peculiares. El hombre, que se cierra en si mismo, encuentra justificaciones suficientes para creer tener derecho a una independencia que lo lleva de la mano a un autismo voluntario. No solo desea ser libre sino que le molesta estar comunicado con algunas personas de su entorno.
El autista voluntario se esconde habitualmente en su mundo de incomunicación, trata de evitar el encuentro con determinadas personas, prefiere no saludar y cuando lo tiene que hacer es extremadamente parco, solo busca a los seguidores que adiestró según su criterio. Su estilo de vida puede responder a la rectitud de unas normas o leyes que él subraya con importancia. Sus convicciones son tan fuertes que no admite que otras personas le contradigan o tengan una conducta que él no acepta. En la práctica no los puede ni ver y se retira de la presencia de ellos.

Tiene unas exigencias de vida peculiares y anda buscando seguidores  que lo entiendan. Quiere imponer a toda costa su estilo original y si no lo consigue se aparta con fastidio y con actitudes cortantes. Su lejanía con algunas personas, que puede durar años, es implacable, además piensa que tiene todas las justificaciones para actuar así y que se le debe respetar.
El autista voluntario va cosechando con el tiempo una fuerte incomunicación con una lista, cada vez más numerosa, de personas que estuvieron cerca de él y terminaron lejanas porque así lo decidió un día.

Es penoso ver, en los tiempos actuales, caer a muchas personas en esta triste  esclavitud generada fundamentalmente por un amor propio desordenado y hasta enfermizo. Habitualmente estas personas viven calientes y con un espíritu crítico bastante radical y severo. Son actitudes que suelen causar divisiones y distancias entre las personas, o  generan también en algunos un falso respeto, que es más bien, una estrategia para evitar discusiones o conflictos.

Cuando el enfermo se comunica mejor que el sano
El que realmente tiene la enfermedad del autismo consigue entre los suyos una mejor comunicación que el autista voluntario. La figura del niño autista produce una suerte de comunicación en los que están a su alrededor. Todos tratan de ayudarlo y se convierte en un tesoro para su familia.

Conocí una familia que tenían en casa una niña con síndrome de Dawn. Aquella persona discapacitada era muy buena y cariñosa con todos. Era realmente el tesoro de la casa. Un amigo que tenía sus hijos normales me decía que envidiaba a esa familia porque estaban todos unidos y se querían mucho, en cambio en su casa, sus hijos se habían alejado de él, se portaban muy mal, eran irreverentes, conflictivos, solo traían problemas y grandes preocupaciones.

Hoy muchas familias viven preocupadas por sus hijos, que son normales y están sanos pero tienen un desorden de vida considerable y una conducta rebelde e irreverente que los hiere habitualmente. No saben qué hacer con ellos.

El origen de esos desarreglos puede deberse, en algunos casos a la ausencia del amor familiar y en otros casos al excesivo consentimiento de unos papás que le dieron a sus hijos todo lo que les pedían y los convirtieron en unos engreídos insoportables.

Los padres tienen el deber de educar a sus hijos. El amor no es solo atenderlos bien y darles cosas, tampoco tenerlos apapachados con manifestaciones de afecto. Es formarlos bien y conseguir que tengan virtudes humanas, que sean personas sacrificadas que saben servir a los demás sin buscar nada para ellos.

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jueves, octubre 16, 2014


El día de la beatificación de Mons. Álvaro del Portillo
EL CARIÑO DEL PAPA FRANCISCO AL OPUS DEI
(*Fuente: Aleteia)

El sábado 27 de setiembre Mons. Álvaro del Portillo se convirtió en beato, reconocido por la Iglesia Católica, y junto a su recuerdo, pues hace ya veinte años que falleció, quisieron acompañarle 200.000 fieles venidos de todas las partes del mundo, concretamente de 88 países, que llegaron desde todos los rincones de la Tierra motivados por una gran devoción.

Sorprendía la cantidad de peregrinos de Corea, Japón, Honmk-Kong, Filipinas, Dubai y Emiratos Árabes, Líbano, y de toda la América Latina. Desatacaban muchos niños y niñas de muchos países. En realidad muchos de los asistentes eran familias que venían con sus hijos. Fue un encuentro marcado por el ambiente internacional, las banderas de todos los países adornaban las vallas de las distintas secciones.

La ceremonia fue presidida por el cardenal Ángelo Amato, prefecto de la congregación para las causas de los santos, enviado especial del papa Francisco, estaban a su lado en el altar el arzobispo emérito de Madrid, Mons. Antonio Rouco Varela y Monseñor Javier Echeverría, obispo Prelado del Opus Dei. Participaron en la ceremonia 17 cardenales, 120 arzobispos y obispos y 1.500 sacerdotes. Venían de todo el mundo, de los cinco continentes.  Entre los cardenales presentes destacan el prefecto para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller y el cardenal prefecto para los asuntos económicos, G. Pell. Entre las autoridades civiles presentes estaban los ministros españoles del Interior, Jorge Fernández Díaz, y de Economía y Competitividad, Luis de Guindos.

El Papa Francisco se unió a la ceremonia de beatificación de Álvaro del Portillo, enviándole al Obispo Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría, el siguiente mensaje:

Querido hermano:
La beatificación del siervo de Dios Álvaro del Portillo, colaborador fiel y primer sucesor de san Josemaría Escrivá al frente del Opus Dei, representa un momento de especial alegría para todos los fieles de esa Prelatura, así como también para ti, que durante tanto tiempo fuiste testigo de su amor a Dios y a los demás, de su fidelidad a la Iglesia y a su vocación. También yo deseo unirme a vuestra alegría y dar gracias a Dios que embellece el rostro de la Iglesia con la santidad de sus hijos.

Su beatificación en Madrid, la ciudad en la que nació y en la que transcurrió su infancia y juventud, con una existencia forjada en la sencillez de la vida familiar, en la amistad y el servicio a los demás, como cuando iba a los barrios para ayudar en la formación humana y cristiana de tantas personas necesitadas. Y allí tuvo lugar sobre todo el acontecimiento que selló definitivamente el rumbo de su vida: el encuentro con san Josemaría Escrivá, de quien aprendió a enamorarse cada día más de Cristo. Sí, enamorarse de Cristo. Éste es el camino de santidad que ha de recorrer todo cristiano: dejarse amar por el Señor, abrir el corazón a su amor y permitir que sea él el que guíe nuestra vida.

Me gusta recordar la jaculatoria que el siervo de Dios solía repetir con frecuencia, especialmente en las celebraciones y aniversarios personales: «¡gracias, perdón, ayúdame más!». Son palabras que nos acercan a la realidad de su vida interior y su trato con el Señor, y que pueden ayudarnos también a nosotros a dar un nuevo impulso a nuestra propia vida cristiana.

En primer lugar, gracias. Es la reacción inmediata y espontánea que siente el alma frente a la bondad de Dios. No puede ser de otra manera. Él siempre nos precede. Por mucho que nos esforcemos, su amor siempre llega antes, nos toca y acaricia primero, nos primerea. Álvaro del Portillo era consciente de los muchos dones que Dios le había concedido, y daba gracias a Dios por esa manifestación de amor paterno. Pero no se quedó ahí; el reconocimiento del amor del Señor despertó en su corazón deseos de seguirlo con mayor entrega y generosidad, y a vivir una vida de humilde servicio a los demás. Especialmente destacado era su amor a la Iglesia, esposa de Cristo, a la que sirvió con un corazón despojado de interés mundano, lejos de la discordia, acogedor con todos y buscando siempre lo positivo en los demás, lo que une, lo que construye. Nunca una queja o crítica, ni siquiera en momentos especialmente difíciles, sino que, como había aprendido de san Josemaría, respondía siempre con la oración, el perdón, la comprensión, la caridad sincera.

Perdón. A menudo confesaba que se veía delante de Dios con las manos vacías, incapaz de responder a tanta generosidad. Pero la confesión de la pobreza humana no es fruto de la desesperanza, sino de un confiado abandono en Dios que es Padre. Es abrirse a su misericordia, a su amor capaz de regenerar nuestra vida. Un amor que no humilla, ni hunde en el abismo de la culpa, sino que nos abraza, nos levanta de nuestra postración y nos hace caminar con más determinación y alegría. El siervo de Dios Álvaro sabía de la necesidad que tenemos de la misericordia divina y dedicó muchas energías personales para animar a las personas que trataba a acercarse al sacramento de la confesión, sacramento de la alegría. Qué importante es sentir la ternura del amor de Dios y descubrir que aún hay tiempo para amar.

Ayúdame más. Sí, el Señor no nos abandona nunca, siempre está a nuestro lado, camina con nosotros y cada día espera de nosotros un nuevo amor. Su gracia no nos faltará, y con su ayuda podemos llevar su nombre a todo el mundo. En el corazón del nuevo beato latía el afán de llevar la Buena Nueva a todos los corazones. Así recorrió muchos países fomentando proyectos de evangelización, sin reparar en dificultades, movido por su amor a Dios y a los hermanos. Quien está muy metido en Dios sabe estar muy cerca de los hombres. La primera condición para anunciarles a Cristo es amarlos, porque Cristo ya los ama antes. Hay que salir de nuestros egoísmos y comodidades e ir al encuentro de nuestros hermanos. Allí nos espera el Señor. No podemos quedarnos con la fe para nosotros mismos, es un don que hemos recibido para donarlo y compartirlo con los demás.

¡Gracias, perdón, ayúdame! En estas palabras se expresa la tensión de una existencia centrada en Dios. De alguien que ha sido tocado por el Amor más grande y vive totalmente de ese amor. De alguien que, aun experimentando sus flaquezas y límites humanos, confía en la misericordia del Señor y quiere que todos los hombres, sus hermanos, la experimenten también.

Querido hermano, el beato Álvaro del Portillo nos envía un mensaje muy claro, nos dice que nos fiemos del Señor, que él es nuestro hermano, nuestro amigo que nunca nos defrauda y que siempre está a nuestro lado. Nos anima a no tener miedo de ir a contracorriente y de sufrir por anunciar el Evangelio. Nos enseña además que en la sencillez y cotidianidad de nuestra vida podemos encontrar un camino seguro de santidad.

Pido, por favor, a todos los fieles de la Prelatura, sacerdotes y laicos, así como a todos los que participan en sus actividades, que recen por mí, a la vez que les imparto la Bendición Apostólica.
Que Jesús los bendiga y que la Virgen Santa los cuide.
Fraternalmente,
Franciscus


El mensaje del Santo Padre fue acogido con gran júbilo y emoción entre los fieles que se encontraban en la explanada asistiendo a la Santa Misa.

Luego, en  su homilía, el cardenal Ángelo Amato destacó la fidelidad, la humildad y el amor a la Iglesia del nuevo beato. "La Iglesia y el mundo –dijo-- necesitan del gran espectáculo de la santidad, para purificar, con su aroma agradable, los miasmas de los muchos vicios alardeados con arrogante insistencia. Ahora más que nunca necesitamos una ecología de la santidad, para contrarrestar la contaminación de la inmoralidad y de la corrupción. Los santos nos invitan a introducir en el seno de la Iglesia y de la sociedad el aire puro de la gracia de Dios, que renueva la faz de la Tierra".
Sorprendentemente, en la oración de los fieles antes de las ofrendas, la joven que rezó en lengua polaca, pidió a los presentes que rezáramos por Lorenzo, un niño que se debatía en estos momentos entre la vida y la muerte. ¿Se habrá salvador Lorenzo?  Fue milagrosa su curación según las últimas noticias.
La ceremonia terminó con una locución en la que el prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría, dio las gracias al papa Francisco –muy aplaudido-- por esta beatificación, y también extendió agradecimientos a los papas Benedicto XVI, san Juan Pablo II y san Juan XXIII, y también al papa Pablo VI con quien le unía una gran amistad. Todos los papas al ser citados recibieron los aplausos de los allí congregados. La ceremonia terminó con el rezo de una Salve a la Virgen, a la que tanto quería el Beato Álvaro, siguiendo en eso también fidelísimamente los pasos de San Josemaría.
No ha pasado desapercibido el buen número de fieles inválidos situados en la parte frontal, los recuerdos en los distintos discursos del sufrimiento y persecución de los cristianos en Oriente Medio, en Iraq y Siria especialmente, y en todos los lugares del mundo donde haya sufrimiento por causa de la fe. También se han racaudado limosnas para el proyecto social en África, Harambee, que ha elevado centros en Uganda, Congo y Costa de Marfil.  (Fuente: Aleteia)
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viernes, octubre 10, 2014


Renacimiento cristiano
UN FUTURO DE CALIDAD HUMANA Y CRISTIANA
Los escenarios de la vieja Europa son siempre los mismos cuando presentan a los turistas su tradicional cultura milenaria, llena de sentido cristiano, a través de sus emblemáticos edificios, famosas pinturas,  magníficas esculturas  y múltiples obras artísticas y literarias que se han extendido por todo el mundo, también la difusión de la música y de las costumbres de los pueblos, harto conocidas por la historia universal.
Europa es un retablo que retrata la historia de los ancestros culturales que han influido notablemente en nuestras vidas y costumbres. Mirando sus calles y sus gentes encontramos similitudes más que diferencias y sobre todo una falsilla cristiana que le da sentido a todo, aunque algunos, por razones que ni ellos mismos saben, quieren ocultarla para presentar una Europa que ha superado etapas antiguas de “sumisión” a la doctrina de la Iglesia.
No en vano el recordado Papa San Juan Pablo II exclamaba: “Europa, ¡vuelve a tus raíces!” reclamando al viejo continente la fidelidad perdida de los valores más elementales del ser humano, que son los que señala el cristianismo para toda la humanidad. Es que Europa fue durante siglos la pionera y la difusora por excelencia de la doctrina cristiana y así logró un progreso notable para sus propios países y para toda la humanidad.  
Hoy en cambio muchos europeos viven cercanos al ateísmo con un liberalismo total que les está complicando la existencia. Las crisis económica y moral, que se va multiplicando en muchos campos, ha destruido muchas familias y ha herido gravemente a la sociedad que vive en una especie de neurosis colectiva. Están sumergidos en la bonanza de un cómodo materialismo, pero con las angustias y hasta la desesperación de no saber qué hacer por la falta de empleo y por los conflictos de un grave desorden moral.
Al viejo continente se le ve muy débil de espíritu cristiano. El progreso material no ha contribuido a la mejora de las personas, al contrario parece que las ha deteriorado; además Europa está sufriendo las invasiones de los países pobres que desean salir de la indigencia, (africanos) y de algunos países asiáticos que buscan convertir a los europeos, y a toda la humanidad, a sus religiones orientales (musulmanes).
También habría que advertir que estos invasores no han encontrado una acogida cristiana sino una tolerancia forzada por una política de tinte solidario, sin un norte claro. Es una suerte de consenso generalizado de los que optan por vivir al margen de la religión, y muy orondos, presumen en tener capacidad para poder incluir a los demás en sus países y costumbres sin recurrir a Dios; como si pudiera funcionar sin más el ponerse de acuerdo para convivir sin pelear, por real decreto.
La foto de la convivencia sin caridad refleja  la caricatura de un forzado respeto donde se cuidan las formas exteriores con escenarios aparentemente acogedores y corazones tristemente endurecidos que hacen de tripas corazón para cumplir con una tolerancia de rigor establecida por consenso. Si antes se metieron en la burbuja que explotó, para caer en una crisis económica tremenda, ahora encienden la mecha de muchas bombas que están explotando por doquier para enfrentar a las personas que viven con un corazón herido por los voluntarismos del ego que no  han podido dominar.
Los planes de los Papas
El plan elaborado por San Juan Pablo II al terminar el milenio anterior era hacer una nueva evangelización en Europa, Estados Unidos y Canadá. Benedicto XVI, el Papa alemán que escogió el nombre del patrón de Europa, secundando a su predecesor para dejar un legado cultural cristiano en sus escritos de profundas dimensiones, recompuso los cimientos para que el viejo continente no se derrumbara y continuara con su misión de cristianizar a la humanidad. El Papa argentino, de origen italiano, está poniendo los puntos sobre las íes, de un modo persuasivo y atrayente. Sin enfrentamientos y con una gran comprensión, va por delante conduciendo a la humanidad por los derroteros de un auténtico cristianismo, libre de las corruptelas que se generaron en algunos sectores por los descuidos y la falta de lucha por ser auténticos cristianos. Ahora está en el empeño de reconstruir a la familia cristiana, que es la célula básica de la sociedad.
Promesas de una futura cosecha
El beato Álvaro del Portillo secundando el plan de la nueva evangelización de la Iglesia para recristianizar el mundo decía lleno de esperanza: “Ya están los campos dispuestos para la ciega…¡qué promesas de cosecha…! ¡Qué maravillosa floración en todo el mundo…!
El 27 de setiembre de 2014 cerca de 200 mil personas de todos los países del mundo y de todas las edades, nos encontrábamos en Valdebebas, Madrid, para asistir a la ceremonia de beatificación de Mons. Álvaro del Portillo, sucesor de San Josemaría Escrivá de Balaguer. Era una beatificación más de las muchas que la Iglesia ha realizado en los últimos tiempos, sin embargo los asistentes no eran golondrinas de paso ni curiosos que estaban allí por casualidad. Se notaba, en gente muy variada, los efectos de una preparación previa, no de un ensayo para poder estar a tono con la ceremonia, sino de una formación arraigada en el alma para ser cristianos a carta cabal.
Era impresionante observar la cantidad de gente joven bien dispuesta y la variedad de países que representaban. No era una masa de gente cogida a lazo, era una verdadera selección mundial de personas que rezan y quieren a Dios. Juntos, sin ninguna uniformidad, daban un ambiente de paz y de alegría que era tremendamente conmovedor. Era una pequeña muestra de lo que hay en muchos países y que evidencian un futuro prometedor que nos llena de esperanza. Ver a esas gentes era decir: tendremos un maravilloso futuro, una mejor civilización, tal vez la civilización del amor que deseaba San Juan Pablo II.
El bien es superior al mal y es de por sí difusivo, decía Santo Tomás de Aquino. El bien tiene una gran fuerza para ahogar el mal.
Cuando vemos, en los tiempos actuales, una juventud desalmada, de chicos descuidados y desorientados, que viven para pasarla bien y están anémicos espiritualmente por efectos de una sociedad relativista, crece la responsabilidad de advertirles para que cambien cuanto antes  y puedan cumplir con el papel que les toca en la sociedad.
Es posible, en todos los países del mundo, formar personas comprometidas con los ideales cristianos. Los santos han dejado con sus vidas un camino que se pueden seguir. Ellos no han pasado de moda, ni son seres extraterrestres, Dios los coloca cerca para que sepamos emularlos.
San Josemaría  decía que uno que se entrega a Dios se ve hoy como: “lo raro de no ser raro en un mundo convulsionado por el desorden moral y la falta de amor a Dios. Vale la pena el contraste del que va contracorriente y está lleno de caridad para que muchas más personas puedan encontrarse con Dios.
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