viernes, octubre 10, 2014


Renacimiento cristiano
UN FUTURO DE CALIDAD HUMANA Y CRISTIANA
Los escenarios de la vieja Europa son siempre los mismos cuando presentan a los turistas su tradicional cultura milenaria, llena de sentido cristiano, a través de sus emblemáticos edificios, famosas pinturas,  magníficas esculturas  y múltiples obras artísticas y literarias que se han extendido por todo el mundo, también la difusión de la música y de las costumbres de los pueblos, harto conocidas por la historia universal.
Europa es un retablo que retrata la historia de los ancestros culturales que han influido notablemente en nuestras vidas y costumbres. Mirando sus calles y sus gentes encontramos similitudes más que diferencias y sobre todo una falsilla cristiana que le da sentido a todo, aunque algunos, por razones que ni ellos mismos saben, quieren ocultarla para presentar una Europa que ha superado etapas antiguas de “sumisión” a la doctrina de la Iglesia.
No en vano el recordado Papa San Juan Pablo II exclamaba: “Europa, ¡vuelve a tus raíces!” reclamando al viejo continente la fidelidad perdida de los valores más elementales del ser humano, que son los que señala el cristianismo para toda la humanidad. Es que Europa fue durante siglos la pionera y la difusora por excelencia de la doctrina cristiana y así logró un progreso notable para sus propios países y para toda la humanidad.  
Hoy en cambio muchos europeos viven cercanos al ateísmo con un liberalismo total que les está complicando la existencia. Las crisis económica y moral, que se va multiplicando en muchos campos, ha destruido muchas familias y ha herido gravemente a la sociedad que vive en una especie de neurosis colectiva. Están sumergidos en la bonanza de un cómodo materialismo, pero con las angustias y hasta la desesperación de no saber qué hacer por la falta de empleo y por los conflictos de un grave desorden moral.
Al viejo continente se le ve muy débil de espíritu cristiano. El progreso material no ha contribuido a la mejora de las personas, al contrario parece que las ha deteriorado; además Europa está sufriendo las invasiones de los países pobres que desean salir de la indigencia, (africanos) y de algunos países asiáticos que buscan convertir a los europeos, y a toda la humanidad, a sus religiones orientales (musulmanes).
También habría que advertir que estos invasores no han encontrado una acogida cristiana sino una tolerancia forzada por una política de tinte solidario, sin un norte claro. Es una suerte de consenso generalizado de los que optan por vivir al margen de la religión, y muy orondos, presumen en tener capacidad para poder incluir a los demás en sus países y costumbres sin recurrir a Dios; como si pudiera funcionar sin más el ponerse de acuerdo para convivir sin pelear, por real decreto.
La foto de la convivencia sin caridad refleja  la caricatura de un forzado respeto donde se cuidan las formas exteriores con escenarios aparentemente acogedores y corazones tristemente endurecidos que hacen de tripas corazón para cumplir con una tolerancia de rigor establecida por consenso. Si antes se metieron en la burbuja que explotó, para caer en una crisis económica tremenda, ahora encienden la mecha de muchas bombas que están explotando por doquier para enfrentar a las personas que viven con un corazón herido por los voluntarismos del ego que no  han podido dominar.
Los planes de los Papas
El plan elaborado por San Juan Pablo II al terminar el milenio anterior era hacer una nueva evangelización en Europa, Estados Unidos y Canadá. Benedicto XVI, el Papa alemán que escogió el nombre del patrón de Europa, secundando a su predecesor para dejar un legado cultural cristiano en sus escritos de profundas dimensiones, recompuso los cimientos para que el viejo continente no se derrumbara y continuara con su misión de cristianizar a la humanidad. El Papa argentino, de origen italiano, está poniendo los puntos sobre las íes, de un modo persuasivo y atrayente. Sin enfrentamientos y con una gran comprensión, va por delante conduciendo a la humanidad por los derroteros de un auténtico cristianismo, libre de las corruptelas que se generaron en algunos sectores por los descuidos y la falta de lucha por ser auténticos cristianos. Ahora está en el empeño de reconstruir a la familia cristiana, que es la célula básica de la sociedad.
Promesas de una futura cosecha
El beato Álvaro del Portillo secundando el plan de la nueva evangelización de la Iglesia para recristianizar el mundo decía lleno de esperanza: “Ya están los campos dispuestos para la ciega…¡qué promesas de cosecha…! ¡Qué maravillosa floración en todo el mundo…!
El 27 de setiembre de 2014 cerca de 200 mil personas de todos los países del mundo y de todas las edades, nos encontrábamos en Valdebebas, Madrid, para asistir a la ceremonia de beatificación de Mons. Álvaro del Portillo, sucesor de San Josemaría Escrivá de Balaguer. Era una beatificación más de las muchas que la Iglesia ha realizado en los últimos tiempos, sin embargo los asistentes no eran golondrinas de paso ni curiosos que estaban allí por casualidad. Se notaba, en gente muy variada, los efectos de una preparación previa, no de un ensayo para poder estar a tono con la ceremonia, sino de una formación arraigada en el alma para ser cristianos a carta cabal.
Era impresionante observar la cantidad de gente joven bien dispuesta y la variedad de países que representaban. No era una masa de gente cogida a lazo, era una verdadera selección mundial de personas que rezan y quieren a Dios. Juntos, sin ninguna uniformidad, daban un ambiente de paz y de alegría que era tremendamente conmovedor. Era una pequeña muestra de lo que hay en muchos países y que evidencian un futuro prometedor que nos llena de esperanza. Ver a esas gentes era decir: tendremos un maravilloso futuro, una mejor civilización, tal vez la civilización del amor que deseaba San Juan Pablo II.
El bien es superior al mal y es de por sí difusivo, decía Santo Tomás de Aquino. El bien tiene una gran fuerza para ahogar el mal.
Cuando vemos, en los tiempos actuales, una juventud desalmada, de chicos descuidados y desorientados, que viven para pasarla bien y están anémicos espiritualmente por efectos de una sociedad relativista, crece la responsabilidad de advertirles para que cambien cuanto antes  y puedan cumplir con el papel que les toca en la sociedad.
Es posible, en todos los países del mundo, formar personas comprometidas con los ideales cristianos. Los santos han dejado con sus vidas un camino que se pueden seguir. Ellos no han pasado de moda, ni son seres extraterrestres, Dios los coloca cerca para que sepamos emularlos.
San Josemaría  decía que uno que se entrega a Dios se ve hoy como: “lo raro de no ser raro en un mundo convulsionado por el desorden moral y la falta de amor a Dios. Vale la pena el contraste del que va contracorriente y está lleno de caridad para que muchas más personas puedan encontrarse con Dios.
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