Renacimiento
cristiano
UN FUTURO DE CALIDAD HUMANA Y CRISTIANA
Los
escenarios de la vieja Europa son siempre los mismos cuando presentan a los
turistas su tradicional cultura milenaria, llena de sentido cristiano, a través
de sus emblemáticos edificios, famosas pinturas, magníficas esculturas y múltiples obras artísticas y literarias que se han
extendido por todo el mundo, también la difusión de la música y de las costumbres
de los pueblos, harto conocidas por la historia universal.
Europa
es un retablo que retrata la historia de los ancestros culturales que han
influido notablemente en nuestras vidas y costumbres. Mirando sus calles y sus
gentes encontramos similitudes más que diferencias y sobre todo una falsilla cristiana que le da sentido a
todo, aunque algunos, por razones que ni
ellos mismos saben, quieren ocultarla para presentar una Europa que ha
superado etapas antiguas de “sumisión”
a la doctrina de la Iglesia.
No
en vano el recordado Papa San Juan Pablo II exclamaba: “Europa, ¡vuelve a tus raíces!” reclamando al viejo continente la
fidelidad perdida de los valores más elementales del ser humano, que son los
que señala el cristianismo para toda la humanidad. Es que Europa fue durante
siglos la pionera y la difusora por excelencia de la doctrina cristiana y así
logró un progreso notable para sus propios países y para toda la humanidad.
Hoy
en cambio muchos europeos viven cercanos al ateísmo con un liberalismo total
que les está complicando la existencia. Las crisis económica y moral, que se va multiplicando en muchos campos,
ha destruido muchas familias y ha herido gravemente a la sociedad que vive en
una especie de neurosis colectiva. Están sumergidos en la bonanza de un cómodo materialismo, pero con las angustias y hasta
la desesperación de no saber qué hacer por la falta de empleo y por los
conflictos de un grave desorden moral.
Al
viejo continente se le ve muy débil de espíritu cristiano. El progreso material no
ha contribuido a la mejora de las personas, al contrario parece que las ha
deteriorado; además Europa está
sufriendo las invasiones de los países pobres que desean salir de la indigencia,
(africanos) y de algunos países
asiáticos que buscan convertir a los europeos, y a toda la humanidad, a sus religiones orientales (musulmanes).
También
habría que advertir que estos invasores no han encontrado una acogida cristiana
sino una tolerancia forzada por una política de tinte solidario, sin un norte
claro. Es una suerte de consenso generalizado de los que optan por vivir al
margen de la religión, y muy orondos, presumen en tener capacidad para poder incluir a los demás en sus países y
costumbres sin recurrir a Dios; como si pudiera funcionar sin más el ponerse de acuerdo para convivir sin
pelear, por real decreto.
La
foto de la convivencia sin caridad refleja la caricatura de un forzado
respeto donde se cuidan las formas exteriores con escenarios aparentemente acogedores
y corazones tristemente endurecidos que hacen de tripas corazón para cumplir con una tolerancia de rigor establecida
por consenso. Si antes se metieron en la burbuja
que explotó, para caer en una crisis económica tremenda, ahora encienden la
mecha de muchas bombas que están explotando por doquier para enfrentar a las
personas que viven con un corazón herido por los voluntarismos del ego que no han podido dominar.
Los
planes de los Papas
El
plan elaborado por San Juan Pablo II al terminar el milenio anterior era hacer
una nueva evangelización en Europa, Estados Unidos y Canadá. Benedicto XVI, el Papa alemán que escogió el nombre del
patrón de Europa, secundando a su predecesor para dejar un legado cultural
cristiano en sus escritos de profundas dimensiones, recompuso los cimientos
para que el viejo continente no se derrumbara y continuara con su misión de
cristianizar a la humanidad. El Papa argentino, de origen italiano, está poniendo los puntos sobre las íes, de un
modo persuasivo y atrayente. Sin enfrentamientos y con una gran comprensión, va
por delante conduciendo a la humanidad por los derroteros de un auténtico
cristianismo, libre de las corruptelas que
se generaron en algunos sectores por los descuidos y la falta de lucha por ser
auténticos cristianos. Ahora está en el empeño de reconstruir a la familia
cristiana, que es la célula básica de la sociedad.
Promesas
de una futura cosecha
El beato Álvaro del Portillo secundando
el plan de la nueva evangelización de la Iglesia para recristianizar el mundo decía lleno de esperanza: “Ya
están los campos dispuestos para la ciega…¡qué promesas de cosecha…! ¡Qué
maravillosa floración en todo el mundo…!
El
27 de setiembre de 2014 cerca de 200 mil personas de todos los países del mundo
y de todas las edades, nos encontrábamos en Valdebebas, Madrid, para asistir a
la ceremonia de beatificación de Mons. Álvaro del Portillo, sucesor de San Josemaría
Escrivá de Balaguer. Era una beatificación más de las muchas que la Iglesia ha
realizado en los últimos tiempos, sin embargo los asistentes no eran
golondrinas de paso ni curiosos que estaban allí por casualidad. Se notaba, en gente muy variada, los efectos de una
preparación previa, no de un ensayo para
poder estar a tono con la ceremonia, sino de una formación arraigada en el
alma para ser cristianos a carta cabal.
Era
impresionante observar la cantidad de gente joven bien dispuesta y la variedad de
países que representaban. No era una masa de gente cogida a lazo, era una
verdadera selección mundial de personas que rezan y quieren a Dios. Juntos, sin ninguna uniformidad, daban un
ambiente de paz y de alegría que era tremendamente conmovedor. Era una pequeña
muestra de lo que hay en muchos países y que evidencian un futuro prometedor
que nos llena de esperanza. Ver a esas gentes era decir: tendremos un
maravilloso futuro, una mejor civilización, tal vez la civilización del amor
que deseaba San Juan Pablo II.
El
bien es superior al mal y es de por sí difusivo, decía Santo Tomás de Aquino.
El bien tiene una gran fuerza para ahogar el mal.
Cuando
vemos, en los tiempos actuales, una
juventud desalmada, de chicos descuidados y desorientados, que viven para
pasarla bien y están anémicos espiritualmente por efectos de una sociedad
relativista, crece la responsabilidad de advertirles para que cambien cuanto
antes y puedan cumplir con el
papel que les toca en la sociedad.
Es
posible, en todos los países del mundo,
formar personas comprometidas con los ideales cristianos. Los santos han dejado
con sus vidas un camino que se pueden seguir. Ellos no han pasado de moda, ni
son seres extraterrestres, Dios los coloca cerca para que sepamos emularlos.
San
Josemaría decía que uno que se entrega
a Dios se ve hoy como: “lo raro de no ser raro” en un mundo convulsionado por el
desorden moral y la falta de amor a Dios. Vale la pena el contraste del que va
contracorriente y está lleno de caridad para que muchas más personas puedan encontrarse
con Dios.
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