viernes, enero 23, 2015


La picardía se ha vuelto chusca
LA SOCARRONERÍA

La diferencia entre una persona graciosa y otra burlona es notable. La primera tiene un ángel que la hace grata, la segunda tiene una malicia oculta que busca complicidad para reírse de alguien y conseguir un "prestigio" o un beneficio personal o compartido.

Se llama socarrona a la persona que es astuta y burlona a la vez. Suele ser un engañador que obtiene un "triunfo" con una picardía burlona y chusca, de escaso nivel humano.  Puede confundirse con la conducta del campechano, aunque este último no es un “encantador de serpientes” como el que practica la socarronería; el campechano es más bien populachero, espontáneo, poco comedido; pero es sano y no tiene doblez.


La importancia de la cultura y del lenguaje

Cuando el nivel cultural es escaso se puede apreciar en la población una enorme variedad de conductas informales. La cultura eleva siempre el nivel humano y le da calidad a las relaciones personales. En cambio el bajo nivel cultural se presta a todo tipo de tretas y jugarretas de astutos y vivarachos que se aprovechan de la ignorancia para obtener ganancias y prebendas.

También es penoso observar, en los últimos años, el crecimiento de la vulgaridad y zafiedad en el lenguaje de las personas, incluso en las mujeres. La lengua sucia se ha multiplicado por todas partes: en el cine, en las revistas, en los periódicos y en el lenguaje diario de las oficinas y de muchos hogares.

El lenguaje sano y limpio es calificado hoy como propio de los nerds, (gente timorata y con poca personalidad), es por eso que muchos hombres y mujeres,  jóvenes y no tan jóvenes, se jactan de utilizar un lenguaje “florido” que incluye “sapos y culebras”, lisuras de todo calibre con insultos degradantes y vulgares, como si fuera lo más normal del mundo.


La socarronería de los entrevistadores

Los medios de comunicación juegan con la socarronería de los periodistas y entrevistadores. Con mucha frecuencia tocan con ironía los puntos débiles del entrevistado buscando que pierda los papeles. Hacen habitualmente de abogado del diablo atacando y culpando al interlocutor, que necesitaría tener una buena correa para capear el temporal y salir airoso de los incisivos cuestionamientos que le hacen.

Es todo un acoso verbal que no da opción a la réplica. Un callejón oscuro para dominar y someter a las personas que no “deberían” tener éxito, ni siquiera para salir airosas de una situación difícil.  El socarrón quiere tener pisados a los que podrían competir con él en los negocios o en los protagonismos. Utiliza esas “armas prohibidas” para no dar opción a que otro le haga sombra.


¿De dónde procede el espíritu socarrón?

En el origen de la socarronería  se mezclan la soberbia con un complejo de inferioridad notorio. El afectado tiene exceso de amor propio, por lo que fácilmente se le escapan  exabruptos que  ridiculizan o minimizan al que podría ser su adversario, o simplemente busca una víctima para poder, con su gracejo impertinente, obtener una ganancia o un triunfo para él.

El socarrón es como el ratón que está buscando la manera de entrar para robar protagonismo y sentirse conquistador antes que conquistado. No sabe entrar de otra manera, la burla es su tarjeta de presentación.


Los enredos y complicaciones del socarrón

El falso orgullo del socarrón le va a traer muchas complicaciones.  Al principio puede parecer una persona graciosa, de buen humor,  que cae bien porque hace reír a la gente. Después lo van a considerar como el chistoso y burlón de turno, que todo el mundo conoce. Y en una tercera etapa va a resultar molesto y cargante para todos, va dejando, por donde pasa, una estela de descontento general.

Como el socarrón tiene un amor propio desproporcionado buscará instintivamente jalar todas las aguas a su molino. Los demás, que en un primer momento pudieron quedar encandilados, se sentirán defraudados y si no lo pueden acusar de mentiroso y chantagista, dirán que es mediocre como persona, que va siempre a lo suyo y por lo tanto  no se le deberían confiar nunca los temas importantes de la vida.

La distancia de las personas sensatas

Las personas sensatas saben situarse lejos de la socarronería. A nadie le gusta que le hagan bromas descalificantes y burlonas que señalan defectos, o limitaciones para reírse con sorna. Emplear la inteligencia para la socarronería es desperdiciarla notablemente y perder un tiempo precioso para mejorar la calidad de las relaciones humanas.

Una persona inteligente tratará de orientar la “chispa graciosa” si la tiene,  para querer más a las personas. Evitará la “practica” inhumana y poco cristiana de una viveza vulgar y enfermiza que  procede del pecado y termina destrozando las relaciones humanas en cualquier frente donde se encuentre.  Al contrario, buscará con esfuerzo y lucha personal, el buen trato, no político ni diplomático, que ordena su corazón para mejorar calidad de sus relaciones con los demás. Eso es ser inteligente.

La finura y delicadeza en el trato no es propia de la mojigatería o de los espíritus infantiles o ñoños, es consecuencia de la conquista de las virtudes humanas que hacen buena y bella a la persona.

La persona de buen corazón es la que sabe poner su inteligencia para querer más a su prójimo y consigue, hilando fino, tejer amor por donde pasa; con el tiempo todos le terminarán diciendo, como afirma claramente Piper: “¡Qué bueno que existas!” , “¡Qué bueno que estés!”

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