miércoles, enero 28, 2015


La jugarreta de la mano negra
LOS COLORES DE LA CONSPIRACIÓN
Sin que haya mucha conciencia de lo que se está haciendo un porcentaje bastante elevado de reuniones se han convertido en verdaderas conspiraciones. Las vemos en los distintos campos del quehacer humano: gubernamental, político, empresarial, comercial, deportivo, eclesiástico y domestico.
Hacer lobby para hablar de terceros podría ser beneficioso para todos cuando se trata de ver posibilidades humanas y posibles cambios de personal para mejorar las instituciones, las empresas o a las mismas personas. Los cambios deberían darse con normalidad, por distintos motivos coyunturales, y sin cometer injusticias con preferencias, discriminaciones o silencios administrativos inhumanos.
Toda persona es cambiable, nadie puede atribuirse para sí el privilegio de ser considerado vitalicio,  es importante saber dar un paso al costado o retirarse cuando las circunstancias lo aconsejen. Las razones serán siempre de sentido común.

Motivaciones para las reuniones

El término “lobby” proviene de inglés, y quiere decir: “vestíbulo”, representando el modo en que los grupos de presión consiguen un encuentro con los miembros del Estado, o con los de un organismo importante, para obtener beneficios.

Se hace lobby en distintos ámbitos o sectores de la sociedad; lo hacen diversos grupos, con intereses variados, con el fin de obtener una influencia que beneficie un negocio o conseguir un  posicionamiento social más atractivo para los clientes o seguidores.

Cuando en los distintos sectores sociales se conjugan las intenciones sanas con el buen trato entre las personas, todo sale muy bien. Las buenas relaciones entre los seres humanos son indispensables para que las cosas caminen sin que se generen conflictos. Dentro de las buenas relaciones pueden haber situaciones de dolor o contradicciones que suelen superarse de un modo sensato y cordial, respetando siempre a las personas y a sus familias, con la trasparencia de la sinceridad y una lealtad sin fisuras.

Las peleas y los conflictos en las relaciones humanas
En los lugares donde las virtudes humanas se han perdido, (en esta época por el influjo de un relativismo banal, que expulsa la verdad y los criterios de bien y de mal de la sociedad), aparece el cáncer del maltrato y del atropello.
En esos sectores, descuidados e informales, las relaciones humanas entran fácilmente en conflicto por cualquier nimiedad: se ve gente peleada que permanece años resentida y distante, incluso dentro de las mismas familias.
En ese clima,  enrarecido y maleado, va tomando cuerpo la “cultura de la muerte” con el crecimiento de la inseguridad y la violencia, que va aumentando de día en día creando un ambiente de zozobra entre los pobladores, que viven angustiados sin encontrar salida a ese problema social, que es como un cáncer con metástasis.
En las sociedades relativistas, dominadas por el equívoco principio de la libertad absoluta, surgen mecanismos de defensa que se consideran, equivocadamente, como la solución definitiva para evitar conflictos mayores: represión, un fuerte contingente militar, más armas, más cárceles, reglajes, controles, etc.
En estas sociedades, donde la inseguridad está a la orden del día, las reuniones que se organizan se convierten en verdaderas conspiraciones. Quienes las integran apenas se dan cuenta de lo que están haciendo.  Les parece normal aliarse con unos, para ir contra otros.
Hoy, se puede decir, que el 80% de las reuniones están motivadas para ir contra sistemas, ideologías, organizaciones o personas. Se busca una alianza para un enfrentamiento, o para desacreditar y expulsar a personas.
No es raro encontrar clanes que buscan reforzar una postura organizando tretas para derrotar a un adversario y dejarlo fuera de juego.  Se han sofisticado los sistemas para urdir en la vida privada de las personas y descalificarlas de inmediato: chuponeo, ampays, reglaje, trampas, calumnias, informes adulterados y exagerados que constituyen verdaderas persecuciones.

Los clanes de los conspiradores
Los clanes de los conspiradores terminan siendo verdaderas mafias y éstas se han multiplicado en los distintos sectores sociales. La lealtad que se pide, para estas organizaciones, no tiene en cuenta la verdad y el bien. Es un compromiso de consenso para obtener beneficios por caminos “legales” con interpretaciones originales de la norma, que no miran el bien de las personas sino los procedimientos para obtener ganancias.
El Papa Benedicto XVI decía, lamentándose, que las relaciones humanas ya no son de fraternidad, gratuidad y caridad, son ahora de oferta y demanda. Estas relaciones, propias del economicismo, van contra el hombre, fomentando primero la separación y luego la pelea.
El lenguaje técnico que se suele emplear en diversas reuniones de trabajo parece aséptico, en una primera instancia, pero luego, si las relaciones humanas no son virtuosas, se crea automáticamente una insana rivalidad que, en algunos casos, llega a los insultos y muchas veces a la violencia.
Estas situaciones, de escaso nivel humano, ahuyentan  a las personas mejor preparadas que no quieren intervenir para no entrar en conflicto; optan por la política de la no intervención, guardando un silencio irresponsable, con una interioridad cargada de indignación.
El relativismo es una crisis que crea un fastidio en la interioridad de la persona que no se define al quedarse en un término medio, incómodo, que contradice a sus mismas afirmaciones contundentes de la libertad absoluta. Se pronuncia como dueño de la verdad con un fuerte subjetivismo y autonomía de conciencia, pero a la vez es melifluo y dubitativo en sus decisiones.
Dentro de esta mentalidad cada hombre se convierte en un pequeño dictador o tirano, que al dogmatizar sus opiniones relativiza los dogmas.
Quien está esclavizado por el relativismo liberal, se dedica a las jugarretas de la conspiración con sus “amistades”, que son más bien cómplices para la obtención de beneficios. Saben conchabarse  para tramar y asechar por lo bajo con una mano negra, que se mueve astutamente, guiada por los colores de su organización.
Cada organización manipula de acuerdo a sus propios intereses y entra en competencia con otras organizaciones o con grupos disidentes de la propia organización. No prima la fidelidad y la lealtad, las traiciones están a la orden del día y los tránsfugas se multiplican.
Un primer paso es recuperar el compromiso con la verdad para darle luz verde a las virtudes humanas que mejoran la relación entre las personas. Al crear un clima de amistad y solidaridad las reuniones ya no serán conspiraciones, aunque continúen los diversos colores de los intereses humanos.
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