miércoles, febrero 11, 2015

Abrazos y besos que debilitan a las personas
EL FALSO AMOR DE ENAMORAMIENTO EGOÍSTA

Cuando la relación entre dos enamorados se queda en encendidos afectos, es muy probable que sean cómplices de un egoísmo muy grande que va creciendo entre ellos, sin que a penas se den cuenta.
Si la relación continúa sin poner los medios para disminuir el egoísmo, los sufrimientos irán en aumento. Lo puramente afectivo es inseguro y la voluntad, por mucho que se esfuerce, no podrá conseguir la fidelidad de esa relación solo con los afectos.

Se puede sembrar mal con una semilla buena cuando ésta cae entre las piedras o en las espinas. Lo que se siembra mal, siempre acaba mal. Si se siembra amor se recoge amor, si se siembra egoísmo, pensando que es amor, primero empiezan los sin sabores, luego los temores y al final el hartazgo. Siembra egoísmo la persona que está pensando constantemente en sí misma y todo lo ve de acuerdo a lo que le gusta o a su beneficio personal. Y esto puede suceder fácilmente en una pareja de enamorados: se engríen entre ellos, se llenan de caprichos, pierden el tiempo con imaginaciones románticas que no tienen sustento. Además, cuando solo hay egoísmo el afán de posesión puede unirse fácilmente al placer impropio de querer hacer lo que no está permitido. Se quiere llegar hasta el límite pero luego todo termina desbordándose, para la infelicidad de ambos.

El egoísta fácilmente puede caer, olvidándose de los argumentos morales que estarían guardados en su razón. Prefiere no escuchar la voz de la conciencia porque la atracción física, que tiene en su cuerpo, se lo impide. Si no reacciona a tiempo apartándose de esas ocasiones, terminaría pensando como vive y cerrará sus ojos y sus oídos a las advertencias sobre la moralidad de sus acciones, si es que alguien se las dice, o buscaría justificaciones, en la sociedad relativista, para manejar argumentos voluntaristas, y poder rebatir los criterios morales, a los que calificará irresponsablemente como antiguos o impositivos.

Los arrumacos que debilitan la fortaleza que debe tener el amor
En el escenario del mundo se ven millones de jóvenes entregados a los arrumacos de un amor sensible que los debilita en vez de fortalecerlos. Entre ellos se alaban y se prometen cosas “maravillosas” para un futuro de felicidad en medio de fuertes abrazos y prolongados besos. En esas situaciones cargadas de “romanticismo” se hacen prometer amor eterno y se juran fidelidad hasta la muerte. Quisieran conservar siempre esos momentos de sintonía que los llena de alegría. Pero luego, salvo contadas excepciones, lo que parecía firme e irrompible termina rompiéndose. Lo más triste es cuando esas rupturas llegan después de un compromiso matrimonial.

Si nos parece terrible ver las matanzas que se están produciendo en el mundo por efecto de un terrorismo desbordante e injustificado, también tendríamos que reaccionar frente a los abusos y a las grandes injusticias que se cometen en el ámbito matrimonial, y que se están multiplicando por todo el mundo. Nos referimos a los daños que se producen por las rupturas de los compromisos. Ellos mismos la pasan mal y cargan con un peso de amargura, que a veces dura toda la vida, a sus familiares, sobre todo a los hijos, que pueden sufrir consecuencias serias en su formación como personas.

Los esposos que se encuentran peleados, habían sido enamorados, decían que se querían mucho, antes vivían abrazados, llenos de manifestaciones afectuosas, prometiéndose, a cada rato, mutua fidelidad. Si todo se quedó en los afectos, con el paso de los años esos engreimientos mutuos se terminaron y dieron paso al capítulo de las discusiones agrias con insultos y lamentos: “¡Te odio! , ¡lamento profundamente haberte conocido!, ¡no te quiero ni ver! ¡me das lástima!.... son algunas de las frases que se oyen decir, de modo habitual, en las casas y a veces delante de los niños o adolescentes, que tiene que soportar y sufrir esas desavenencias de sus padres. Otros hacen “arreglos” para no entrar en situaciones violentas y dibujan un escenario desabrido y triste donde predomina la tensa calma de los que no se quieren ver pero “¡tienen que hacerlo!” por los hijos.

¿Qué se debe hacer para que no ocurran estos desórdenes?
La respuesta es muy sencilla: hacer las cosas bien. Esto quiere decir que todo debe hacerse con orden y por lo tanto cada cosa tiene su momento. San Josemaría decía: “Guarda el orden y el orden te guardará a ti”

Una relación de enamoramiento no debe cambiar el orden que una persona debe tener en el cumplimiento de sus obligaciones. La ceguera de un apego egoísta es como comer siempre chocolate y olvidarse de los otros alimentos. La persona apegada “locamente enamorada”  podría olvidarse de sus compromisos con Dios o de los compromisos con su propia familia, como si el enamoramiento justificara alejarse o desinteresarse de esas obligaciones. Además hay que tener en cuenta que cuando hay obsesión, y ésta es compulsiva, la persona está más cerca del vicio que de la virtud.

Un amor auténtico implica renuncia y sacrificio. Los enamorados suelen ser jóvenes y por lo tanto tienen deberes familiares (en casa con sus padres y hermanos) y de estudio. Deben ocupar su tiempo en esas obligaciones y la cabeza debe estar totalmente despejada para sacar adelante y bien esos deberes.

Cuando una persona quiere “cumplir” con sus obligaciones quitándose las cosas de encima a como de lugar,  lo más probable es que esté fallando su corazón (querer acabar los estudios de cualquier manera o dedicar un “ratito” para ver a sus padres como quien marca una tarjeta y se va volando….).  Un mal enamoramiento podría ser el origen de esas situaciones que impiden que la persona se porte bien en los ámbitos familiares y como estudiante. 

El amor entre colegas
También es necesario advertir que los enamoramientos entre colegas de estudio o de trabajo pueden ser peligrosos, cuando los enamorados están todo el día juntitos. El exceso de convivencia, sin que haya una madurez adecuada, produce fricciones que originan desencantos y algunas veces aburrimientos. En otros casos se puede producir un acostumbramiento que origina una sobreprotección inadecuada, que los llevaría a querer hacerlo todo juntos. Esta situación los limitaría para sus relaciones laborales y sociales, que también deben tener un nivel adecuado.

Las personas no deben buscar nunca situaciones cómodas. La lucha diaria es necesaria para ser fieles. Nadie debe afincarse de una manera fija de acuerdo a sus preferencias. Los seres humanos estamos de paso, debemos estar preparados para cualquier eventualidad, enfermedad, muerte, reveses económicos, contradicciones, etc. Los afectos deben estar respaldados por el amor auténtico de un corazón ordenado. El corazón no puede estar suelto a los vaivenes de los sentimientos.

El amor es la fortaleza que nos hace luchar para perseverar en el buen camino ayudando a los demás con verdadero espíritu de sacrificio. El mejor ejemplo es Jesucristo.

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