sábado, febrero 21, 2015


No es una situación geográfica
¿QUIÉNES ESTÁN EN LA PERIFERIA?
El Papa Francisco insiste una y otra vez, desde el inicio de su Pontificado, que los católicos debemos salir a la periferia y no quedarnos encerrados en nuestros ambientes habituales. 
Dadas las circunstancias actuales y la mentalidad de la época es muy difícil que las personas,  incluidos los católicos, nos demos cuenta en qué consiste la periferia.
Sin ir muy lejos se suele llamar periferia, en el lenguaje común y corriente, al barrio o a los barrios que están localizados en los contornos de las ciudades y que son pobres. Lima, por ejemplo, tiene un gran cordón periférico de poblaciones que viven en condiciones infrahumanas de pobreza y miseria. Según este criterio los que están en la periferia son los pobres e indigentes de los contornos.
Efectivamente el Santo Padre llama la atención a sus fieles para que no se olviden de los pobres que viven en esas situaciones de miseria.
Si seguimos escuchando al Papa nos damos cuenta que su advertencia va mucho más lejos. En muchos documentos nos hace ver que los que se encuentran en la periferia son los alejados de Dios que no quieren saber nada con la Iglesia y que incluso la atacan. El Papa nos anima a acercarnos a ellos con un mensaje más persuasivo y sobre todo con el testimonio de una vida llena de amor y comprensión.
De acuerdo a esta advertencia, el criterio sobre la periferia tiene una mayor amplitud, los católicos tendríamos que pensar más hacia dónde tenemos que dirigirnos.

Las obras de misericordia de los evangelios
Por otro lado cuando leemos los evangelios nos encontramos con un elenco de obras de misericordia  en muchos campos distintos y con la insistencia de Jesucristo para seamos misericordiosos como lo es su Padre Celestial. Este punto es clave para entender quienes pueden estar en la periferia y cómo podemos hacer obras de misericordia con ellos.
Hay que tener en cuenta que, cuando el Papa se refiere a la misericordia y a la atención de los más alejados, está hablando a cada católico en particular. No se dirige a las empresas o instituciones, tampoco a los gobiernos, se dirige fundamentalmente al corazón de cada persona.
Cada persona para poder responder y ponerse en condiciones de acudir a la periferia, y poder ayudar a los más necesitados, debe mirar primero su propio corazón. El beato Álvaro del Portillo decía que muchas personas“quieren resolver los problemas de los demás sin sondear antes su propio corazón” 
Es indispensable ver primero cómo se encuentra el propio corazón para ver si se está en condiciones de atender en la periferia.  También el Papa Francisco le dice a los católicos que la Iglesia no es una ONG; Cristo no nos pide intervenir en obras filantrópicas, sino en obras de misericordia y éstas parten del propio corazón que debe estar lleno de misericordia.

La periferia no es un lugar geográfico lejano
Quizá algún misionero o algún sacerdote piense que está en la periferia por el hecho de atender a un pueblito alejado de la serranía o de la selva;  igualmente los pobladores de aquellos pueblos apartados pueden sentir que ellos pertenecen la periferia por encontrarse allí y que por lo tanto tienen derecho se ser atendidos con prioridad por parte de la Iglesia.
También cabe la posibilidad de que ni los sacerdotes ni los pobladores  de esos lugares alejados se encentren en la periferia a la que el Papa se refiere.
Demás está decir que da mucha alegría ver la llegada de la Iglesia a los lugares más recónditos de la tierra. Los sacerdotes o misioneros hicieron una labor  extraordinaria y muy sacrificada con poblaciones muy pobres, durante años, y además pudieron formar una unidad solidaria con un ambiente cristiano muy bueno desde donde incluso salieron vocaciones para la Iglesia. Son realidades que se ven en todo el mundo y no se pueden negar.
Dios bendice esas labores, pero podrían ya no encontrarse en la periferia a la que se refiere el Santo Padre. Esos misioneros y el pueblo deben pensar también cómo ir a la periferia, hacia otros que están alejados de Dios y no tienen a nadie que los pueda acercar.

La primera lección que da el que va a la periferia es la generosidad y el primer resultado que debe lograr de esas personas apartadas es también la generosidad
Lo primero que debe entender el que está apartado de Dios es que la felicidad más grande consiste en darse para poder dar lo que se debe dar.  Si la persona que va a la periferia es generosa y entregada, motivará al más alejado para que cambie de vida. El ejemplo de la auténtica generosidad  convence y se convierte en la motivación principal.
A los alejados no se les debe motivar con las gollerías de un materialismo superficial (cosas superfluas que no valen nada y parecen valiosas). No se trata de contentar a la gente con los caramelos o los festejos de un placer efímero. Existen muchos charlatanes que engañan a los pobres prometiéndoles un futuro mejor de progreso material.
El mendigo mejor formado es el que se encuentra en capacidad de dar y no el que eterniza una situación de indigencia para seguir recibiendo.
La Iglesia forma a sus fieles para que sean generosos y eviten siempre ser medrosos. Por desgracia existen todavía muchos que se acercan a la Iglesia para vivir de la Iglesia y piensan que tienen derecho a ser mantenidos.
Por otro lado habría que pensar también en la sabiduría del refrán que dice: “candil de la calle, oscuridad de su casa”  Lamentablemente en esta época de crisis familiar la periferia de muchos está en la propia casa.
No sabe amar el que piensa irse al extremo del mundo para ayudar a una persona y no se da cuenta que el que está su lado necesita de él para acercarse a Dios.
En el ámbito de los misioneros, que son enviados lejos por sus superiores, podría ocurrir que los que están en la periferia sean sus mismos hermanos misioneros y no lo pueblos alejados que atienden con entrega y alegría.
Están muy bien todas las atenciones, pero habría que ver, en cada circunstancia concreta, las necesidades de las almas que necesitan prioridad.
Agradecemos sus comentarios

No hay comentarios.: