miércoles, mayo 06, 2015


La sensibilidad herida
EL RESENTIMIENTO SOCIAL    (I)
 Las causas del resentimiento de una población pueden ser diversas y de distinta intensidad. Las heridas sociales pueden llevar a grandes revoluciones o situaciones de violencia perennes que pueden durar siglos.
Son faltas de entendimiento y de cercanía originadas por pertenencias a clases sociales distintas, o motivadas por discriminaciones tradicionales arraigadas en la sangre, por diversidad de raza,  religión, o situaciones laborales de privilegio frente a otras de esclavitud, también podría ser por rivalidades familiares que producen frecuentes enfrentamientos y situaciones tensas entre parientes, o los fuertes nacionalismos que impiden la aceptación de extranjeros con la crítica vehemente a sus avances y progresos.
Otras causas del resentimiento las encontramos en las heridas de las guerras pasadas, que pueden incluir deseos de venganza, heredados por una tradición que se mantiene en el consenso colectivo de una nación. En tiempos de guerra una arenga a favor del enemigo podría costar el fusilamiento de una persona. En tiempos de paz un traidor a la patria genera un gran resentimiento social que solo se calma cuando el agresor recibe el castigo que se merece.

La herida interior
Aunque el sentimiento (lo que se siente) es parecido, es importante mirar la causa que lo motiva y cual es la reacción del corazón de la persona que lo recibe. Un ataque se puede contestar con otro ataque (ojo por ojo…) o con el perdón y el olvido. Depende de la persona que lo reciba y de las circunstancias en las que se encuentra.
Que una sociedad conserve un gran resentimiento por algún suceso determinado, no quiere decir que todas las personas lo tengan. Unos estarán más resentidos que otros y algunos no tendrán resentimiento alguno. En lo social hay mucha variedad aunque se den consensos políticos que ponen sobre el tapete una “verdad” política (herida), que a veces se llama histórica, y que puede ser distinta de los verdaderos sentimientos que hay en el fondo de cada persona.
Una “verdad” política que está de moda, se difunde en los discursos de las autoridades, en los artículos periodísticos, en los programas de televisión, creando una opinión pública favorable a lo que se defiende. Suele darse una aceptación colectiva política donde campean gruesos matices de hipocresía.
Muchas personas, por quedar bien, no se atreven a decir lo que realmente piensan, otras, para ganar en una contienda, o porque no les gusta que alguien ocupe un puesto determinado, están dispuestos a defender con ahínco una “verdad” política y no hacer caso a su conciencia que le reclama la auténtica verdad. “Venderse” a unas ideas puede resultar beneficioso para una persona que no le importa la verdad.


Cuando en una sociedad se esconde la verdad (consecuencias)
Lamentablemente en esta época de relativismo se esconde con facilidad la verdad. Para una sustantiva mayoría ésta ya no importa tanto. Sin embargo cerrar los ojos a la realidad es una gran irresponsabilidad que da paso a muchos desarreglos e injusticias que claman al cielo.
Cuando la verdad está escondida en una colectividad los resentimientos crecen a unas velocidades astronómicas. El habitante medio se vuelve supra sensible y sus heridas  no se curan fácilmente.
Las heridas hay que curarlas para que no se infecten. La infección puede ser mortal. Cuando la verdad está oculta y no es considerada, entra a tallar,  con mucha facilidad, una imaginación calienturienta que mide las cosas de un modo dramático, inclinada a favor de lo que se quiere atacar o defender.
En esas circunstancias,  y con esas personas sensibles, la realidad queda distorsionada por impresiones exageradas, expresadas con la vehemencia de un voluntarismo repleto de razonadas.
Son las manifestaciones de personas heridas por un resentimiento que utilizan todos los tonos para convencer a sus interlocutores de la “verdad” de esas aseveraciones. Ponen tanta fuerza en lo que expresan,  acrecentando los argumentos, para autononvencerse  de sus propias afirmaciones a base de repetirlas una y otra vez, sin tener las pruebas o demostraciones suficientes que den crédito a lo que afirman.
Y así, con esos argumentos endebles,  se empeñan en querer convencer a los demás, que deben aceptar sí ó sí lo expresado con tanta contundencia como real.
Después, cuando sale a flote la realidad, se desinflan y no comentan nada de lo que habían propuesto o defendido con tanta fuerza. Uno de los grandes peligros del resentimiento es que quita la capacidad de pedir perdón. Si el corazón está herido por el amor propio es imposible que se de al mismo tiempo la contrición.
Una persona que no sepa reconocer sus errores y pedir perdón está perdida como persona y terminará quedándose sola, esclavizada en el horrible mundo de sus estúpidos egoísmos.

Agradecemos sus comentarios
*Continuaremos en el siguiente artículo: “El resentimiento social ( II)”


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