jueves, julio 09, 2015

Ecología Global (III)
EL PODER DEL CONQUISTADOR

Desde los albores de la historia de la humanidad el hombre ha ido conquistando poco a poco la tierra,  primero la descubre, después la invade y termina quedándose con ella.
Con el paso del tiempo el hombre, que se había apoderado de la tierra, la cuidaba celosamente y no dejaba que nadie se la quite. Si era más fuerte y tenía recursos invadía tierras ajenas y se apoderaba de ellas. El que era más fuerte solía tener más tierras. Poco a poco surgieron los poderosos que eran los que tenían más propiedades y por lo tanto se sentían mejores que el resto; el tener más tierras les daba un prestigio y un nivel social de categoría.

Las matanzas por las tierras
La historia de la humanidad está llena de conflictos y de guerras de los hombres que buscaban conquistar tierras y extender sus dominios. Así fue el nacimiento y el crecimiento de muchos países. Para no pelearse se establecieron las fronteras y a cada hombre se le pidió lealtad con su propio suelo. Los hombres estaban dispuestos a defender con sus vidas el territorio que consideraban suyo. Pero como las ambiciones de conquista  continuaban, entraron en guerras terribles de unos contra otros.  Cada país quiso ser grande y fuerte, más poderosos que los demás y por ese motivo el afán expansionista creció considerablemente motivando guerras cruentas.

Los conflictos mundiales causaron millones de muertes tan solo por un afán desmedido de poder, ser más grandes y dueños de extensas propiedades. Hasta hoy los países compiten en armamentos para defenderse de posibles invasiones; son muy celosos con sus fronteras territoriales y sus espacios aéreos.  El propietario, dentro de un país, también es celoso de sus dominios y el que no tiene nada, sueña con tener un terreno, una casa propia o un pequeño departamento. El hombre siempre está dispuesto a luchar para vivir con dignidad. Hoy se han multiplicado las migraciones con verdaderas invasiones de gente que quiere salir de la indigencia y encontrar un mundo mejor.

Justa repartición de los bienes
Dios creó el mundo para todos los hombres sin excepción. Los bienes de la tierra son para todos. Así como en la familia, que es la célula básica de la sociedad, se deben hacer justas reparticiones, igual es en la sociedad.

“Dios creó el mundo para todos. Dios ha dado la tierra a todo el género humano, para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie, ni privilegiar a ninguno” (Laudato si, n. 93).
Todos los seres humanos deben tener los recursos suficientes para paliar sus necesidades básicas. Si alguno se encuentra en la miseria todos deberían ayudarle de alguna manera. Unos podrán más otros menos, pero todos deben dar la mano y alcanzar, de modo gratuito, lo que es necesario para vivir.

El afán posesivo
Todo hombre debe dominar, con la educación que recibe, los afanes desordenados y ambiciosos de querer tener más y más. Este afán posesivo tiene una raíz pecaminosa que es el egoísmo, que puede aparecer y crecer en cualquier persona. Si el hombre se descuida ya se está apropiando de algo, le gusta ser propietario para sentirse en un status más elevado.

Ocurre con frecuencia con el amor humano cuando los valores trascendentes están lejos. Dos enamorados pueden ser dos cómplices egoístas que se prometen cosas para tener y apuntan exclusivamente a ese afán compartido. El hombre que conquista a la mujer para él, la utiliza para sus antojos y caprichos y dice: “¡ésta es mi mujer!” como si fuera de su propiedad; lo mismo le puede pasar a la mujer con respecto al hombre. De esas situaciones surgen los celos y las peleas. El amor real es entrega, no propiedad. El que quiere de verdad sabe respetar los distintos modos u opiniones de las personas y está dispuesto a dar y no a recibir.

El líder rico
Muchas veces el que lleva la voz cantante es el que tiene más dinero. El que tiene plata manda más y consigue gente sumisa. Algunos con el dinero compran voluntades y piden lealtad. Existen personas que se mueven solo por el dinero y no tienen otros objetivos, más valiosos, en la vida.

“El poder económico se está utilizando para dominar…” (vid. 104)
El poder económico crea oportunidades para tener mejores recursos y una capacidad de desenvolverse de mayor nivel humano, pero ese poder debe servir para lograr elevar el nivel de todos. El hombre, o la familia, encerrados en su poder económico, con los últimos adelantos técnicos, pierden la alegría, el poder ayudar a los demás y el sentido de la vida..

“La técnica no da esperanza de una vida feliz en el futuro…El avance de la economía y de la técnica no es el avance de la humanidad”  (vid. 113)

Los afanes egoístas del mundo contemporáneo
En los tiempos actuales el egoísmo de las personas ha crecido considerablemente, tanto que los que lo padecen no se dan cuenta que lo tienen. El egoísmo además ciega. Una persona egoísta piensa que está bien lo que hace, que tiene derechos, que no tiene porqué privarse de algo.

“Cuando el ser humano se coloca a sí mismo como el Centro de todo y termina dándole prioridad absoluta a sus conveniencias circunstanciales, todo lo demás se vuelve relativo. Para muchos nada sirve si no sirve a los propios intereses” (vid. 122)

“La cultura del relativismo empuja a una persona a aprovecharse de otra y a tratarla como mero objeto. Es la lógica del usar y tirar. (vid 123).

El egoísta, que se siente conquistador, porque tiene plata, termina maltratando a todo el mundo.

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