lunes, julio 13, 2015

Ecología Global (IV)
LOS POBRES Y LA POBREZA

Si hiciéramos una encuesta para preguntar ¿qué es un pobre? Y ¿en qué consiste la pobreza? La gran mayoría diría que pobre es el que no tiene plata y vive en la indigencia y que la pobreza es una situación inhumana de miseria.

Los barrios pobres están llenos de limitaciones y de falta de recursos: casuchas inestables, hacinamientos en las viviendas, carencia de agua o de energía eléctrica, deterioro de la salud por falta de higiene, ropas desaliñadas y percudidas, aspecto maloliente, ignorancia, falta de cultura, etc. Hay muchas fotografías, en todos los países, donde se encuentran estas situaciones de miseria donde vive gente angustiada porque no tienen salida de esas situaciones inhumanas. Están además a la vista de todo el mundo.

“El paso cotidiano del hacinamiento al anonimato social que se vive en las grandes ciudades puede provocar una sensación de desarraigo que favorece las conductas antisociales  y la violencia” (Laudato si, n. 149).


La otra cara de la moneda

Sin embargo encontramos en muchos barrios pobres, a pesar de las limitaciones y carencias, ambientes de solidaridad y unidad familiar.
“La vida social positiva y benéfica de los habitantes derrama luz sobre un ambiente aparentemente desfavorable…. Quiero insistir que el amor puede más. Muchas personas en estas condiciones son capaces de tender lazos de pertenencia y de convivencia que convierten el hacinamiento en una experiencia comunitaria donde se rompen las paredes del yo y se superan las barreras del egoísmo” (Laudato si, nn 148 – 149).
Si observamos bien nos daremos cuenta que hay ambientes y personas muy distintas en los barrios pobres. Existen barrios peligrosos liderados por delincuentes que organizan asaltos y están dispuestos a matar por robar cualquier cosa, y otros barrios de gente sencilla y generosa, que a pesar de vivir escasos, ofrecen hospitalidad en sus casas y están dispuestos a compartir con otros lo poco que tienen. Unos y otros necesitan ayuda.


Ayudar a todos

Es importante la unidad de todas las personas para combatir la miseria que hay en el mundo y sacar realmente de la indigencia a todos los que están en ella. Para lograrlo es necesaria la limpieza de corazón y la coherencia de vida, porque solo de ese modo se puede conocer para amar y comprender mil situaciones del prójimo que se deben respetar, junto a otras que hay que curar.

Tanto el que ayuda como el que es ayudado deben tener limpio y ordenado su corazón. El que quiere ayudar al limpiar su corazón, debe buscar que en los barrios de mayor indigencia se empiece por la limpieza del corazón. Al pobre no se le puede quitar el derecho de amar. Querer al pobre es querer que ame. Si no está bien su corazón la plata que reciba lo puede perjudicar, se volverá más egoísta y ambicioso y a la larga terminará descalificando y hasta eliminando al que lo ayudó, porque no lo supo amar.


La virtud de la pobreza

Es aquí cuando se puede entender muy bien la virtud de la pobreza. Es pobre el que está desprendido de las cosas, el que no pone su corazón en el dinero ni en las cosas materiales. El que tiene su corazón libre para amar a Dios y a  su prójimo.

La pobreza es una virtud para todos. El Señor les dice a los apóstoles que se van de misión “¡no llevéis nada! La Iglesia siempre ha predicado la virtud de la pobreza como esencial para llevar la Cruz de Jesucristo y poder ayudar a los demás.

La virtud de la pobreza puede costarle al pobre y al rico. El corazón se puede apegar a un Ferrari o a una carretilla. El efecto es el mismo.


Confusiones sobre la pobreza

Si seguimos con la encuesta para preguntar ¿en qué consiste la virtud de la pobreza?, empezamos a encontrar respuestas variadas y mucha confusión. Es Jesucristo quien nos pide ser pobres, pero ser pobres ¿es irse a vivir en una casucha?, ¿vestir ropas viejas y desteñidas?, ¿maldecir a los ricos?, ¿vender las grandes propiedades para darle el dinero a los pobres?

Acaso Dios quiere: ¿que no se construyan grandes residencias, que no se fabriquen los carros de buena marca, que no se diseñen vestidos finos y elegantes, que no se construyan los transatlánticos para hacer cruceros con los turistas?

“La auténtica humanidad habita en medio de la civilización tecnológica” (Laudato si, n. 112)

Lo que Dios quiere es que los hombres no se embelesen con las cosas materiales, que no estén tras el becerro de oro y que pongan su corazón en los valores trascendentes. Cuando el hombre tiene su corazón ordenado porque ama a Dios sobre todas las cosas entonces se dará cuenta que “la opción por los más pobres es una exigencia ética para el bien común” (Laudato si, n 158).


Para no dar tantas vueltas a las mismas ideas vamos a concretar y resumir en unos puntos lo que hemos venido diciendo:

ü  Un rico que vive metido en su riqueza gozando de ella y no se preocupa y ayuda a los que tienen menos, es un egoísta, que se alejará de su prójimo Si no cambia terminará deprimido en una penosa soledad y maltratando a la gente.
ü  Un pobre que busca con gran afán (comprensible) salir a toda costa de su indigencia  y está dispuesto a lograrlo como sea, pensando que “el fin que persigue justifica los medios” es un candidato para un fuerte egoísmo, que podría traer como consecuencia un maltrato sistemático al prójimo. Si sigue así le irá muy mal y vivirá quejándose, criticando y amargado.
ü  La justicia no se consigue con la lucha de clases, los ideales del marxismo son anticristianos. El marxismo fomenta el odio y el cristianismo el amor.
ü  Tampoco se arreglan las situaciones de indigencia e injusticia solo con la economía o la tecnología, como se ha comprobado en los últimos años.

“La inteligencia que se utilizó para un enorme desarrollo tecnológico no logra encontrar formas eficientes de gestión internacional en orden a resolver las graves dificultades ambientales y sociales” (Laudato si, n. 164).

ü   Los valores trascendentes son esenciales para que las personas se comprendan y no se peleen.

Agradecemos sus comentarios

*Próximo artículo: “Ecología Global V”


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