viernes, setiembre 25, 2015


Deformación de la conciencia
LA MALICIA DEL QUE NO PAGA SU DEUDA

Es penoso encontrarse en la vida con el que se hace el loco y busca que pase el tiempo para que su deuda prescriba y el prestamista se olvide de insistir para cobrarle.

Lamentablemente hay muchos endeudados caraduras que guardan un silencio sepulcral, no le dan al prestamista ninguna información sobre los pagos pendientes, no dicen nada y cuando se les recuerda prometen sínicamente que lo van a pagar todo, pero los días siguen pasando sin que exista ninguna novedad.

Es cierto que algunos prestamistas son usureros abusivos que cobran grandes intereses y extorsionan al endeudado para que pague cuanto antes. Algunos acuden a la policía y consiguen un embargo o la cárcel, si la deuda no es pagada.

Pero también existen personas generosas que al ver una carestía se ofrecen para ayudar poniendo plena confianza en el necesitado. El aprecio por la persona que ayuda es de tal magnitud que se le presta sin firmar papeles, ni ponerle plazos. Tiene el convencimiento de que el endeudado, cuando salga de su apuro, le va a devolver todo, o al menos lo va a tener informado de lo que está haciendo para pagar su deuda.

Estos casos suelen darse cuando se trata de préstamos familiares o de amigos muy allegados. Sin embargo algunas veces la sorpresa es dolorosa, cuando el que fue ayudado, con tanto cariño y solicitud, desaparece del mapa sin decir ni pagar nada.


La conducta correcta del endeudado

La conducta correcta de la persona ayudada es mantener contacto con su prestamista e irle informando qué es lo que está haciendo para cumplir con el pago de su deuda, diciéndole siempre la verdad, sin engañarle.

En cambio es indignante cuando el prestamista descubre que el endeudado es un fresco que actúa como un “necesitado” (“¡no tengo plata!”) y observa que va gastando dinero en otras cosas, sin poner ni un céntimo para el pago de su deuda. Si procede así, por muy pariente o amigo que sea, se estaría convirtiendo en un sinvergüenza, que actúa sintiéndose víctima y creyendo que tiene derecho a defenderse de su prestamista, manteniéndolo a distancia para que no insista.

El prestamista, que actuó con buena voluntad para ayudarlo, se sentiría muy maltratado por esa actitud canallesca que lo inhibe, le tapa la boca y no le da opción a recuperar el dinero que prestó con tanta generosidad.


La conducta del prestamista

No nos ocuparemos en este artículo del que hace negocio con los préstamos y cobra intereses para ganar dinero, vamos a referirnos más bien a la persona generosa que ayuda a salir a otro de un apuro con un préstamo de dinero que debe ser devuelto en un tiempo prudencial, porque además, el dinero que consiguió, con bastante esfuerzo y sacrificio, debe ser repuesto. Nos estamos refiriendo entonces a un prestamista que quiere mucho al que ayuda y no duda de brindarle su todo apoyo.

Aunque un triste refrán de la sabiduría popular diga: “donde hay confianza hay asco”; pienso que esa afirmación no es acertada, porque la confianza siempre se debe dar, aunque el prestamista sea engañado. Una persona buena que confía y siembra confianza, ganará con el tiempo muchas amistades; aunque alguno se aproveche de su generosidad y lo abandone sin pagar lo que le debe.

Es cierto que algunas veces confiar puede traer sinsabores y amarguras y uno diga: “¡que tonto fui!” y haga el propósito de ¡no prestar a nadie!; sin embargo la misma vida enseña que confiar trae más alegrías que sinsabores. Al final, el que queda amargado no es el que confía sino el que se aprovecha de la confianza. Además, todo se sabrá en el juicio final.

Por otro lado hay que tener en cuenta que la vida nos enseña a tener más experiencia para conocer mejor a las personas. Así aprendemos que las apariencias engañan porque hay personas que “se venden” muy bien y luego al desaparecer con el botín, se sabe lo que realmente son. El buen prestamista pudo ser un poco ingenuo al no darse cuenta que, no todo lo que brilla es oro. Para la siguiente vez ya estará vacunado.


La grandeza de un corazón noble

El Señor nos pide a todos tener un corazón noble y generoso para animarnos a regalar o prestar al que tiene necesidad, incluso corriendo el riesgo de perder ese dinero. Vale más la conducta noble de ayuda generosa que la cantidad que se presta. Cuando el dinero se prestó para un fin bueno, el que lo puso recibe muchas retribuciones de Dios, aunque no se haya logrado el fin que se propuso.

En cambio el que recibe el préstamo tiene dos obligaciones: luchar para que el fin se cumpla y devolver el dinero que le prestaron. Si lo logra, la gracia de Dios será también abundante para él y lo notará en su propia vida. Si no cumple, algún día lo tendrá que pagar, después de haber recorrido un camino que el mismo minó con las ignominias que causó al haber medrado.


La formación de la conciencia

La conciencia bien formada es la honrada,  la de la persona que no se queda con nada y cuando hay una deuda tiene la inquietud responsable que lo motiva a buscar la forma de pagarla cuanto antes. No se debe permitir la frescura, ni los aprovechamientos indebidos, o privilegios impropios de un desaprensivo que no gana nada de esa forma sino que más bien termina perdiendo lo que más vale en la vida.

Agradecemos sus comentarios



No hay comentarios.: