jueves, julio 30, 2015


Ecología Global VI
EL MUNDO QUE QUEREMOS DEJAR
El Papa Francisco pregunta en la encíclica ¿qué mundo queremos dejar a los que vengan después? Los que vienen después son seres humanos que deberían encontrarse un mundo mejor. En toda persona hay un deseo de dejar algo mejor para las siguientes generaciones. Los padres desean que sus hijos sean mejores que ellos y tengan mejores oportunidades en la vida.
“¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan? ¿para qué estamos en la vida? ¿para qué trabajamos y luchamos? (Laudato Si, n.160)
¿Qué es lo mejor?  La conciencia de cada persona podría responder bien. Si hay verdaderamente amor al prójimo no se puede dejar cualquier cosa. Y en este mundo cargado de materialismo muchas personas están cegadas, viven como en una selva y no ven con claridad que es realmente lo mejor, lo que da felicidad, paz y libertad.

La efímera herencia materialista
Muchos al pensar en la herencia que van a recibir se fijan en lo que es exclusivamente material: una casa, un terreno, unos negocios, un automóvil, unas joyas y están deseosos de que llegue el momento para recibir lo que les toca. Las motivaciones para tener son tan grandes que no faltan los conflictos, incluso entre los mismos hermanos, por bagatelas que no tienen demasiada importancia. Los conflictos pueden dar origen a distanciamientos entre los hermanos y ha una ruptura en la familia que puede prolongarse en el futuro sin que exista una fecha para la reconciliación y el regreso a la unidad familiar.
Lamentablemente existen en el mundo muchas familias divididas y peleadas por conflictos de intereses. Esas contiendas originan juicios y muchas veces situaciones de violencia que claman al Cielo. La fraternidad rota por un afán desmedido y compulsivo de querer tener más.
La reconciliación debe empezar por la familia, ¿porqué tanto empeño por las cosas materiales y por el dinero? El materialismo corrompe los corazones y las personas pierden lo que realmente vale.
“Hoy existe el problema de volverse profundamente individualistas. Muchos problemas sociales se relacionan con el inmediatismo egoísta actual, con las crisis de los lazos familiares y sociales, con las dificultades para el reconocimiento del otro” (Laudato Si, n. 162).
El Papa Francisco insiste en poner el acento en las personas para quererlas de verdad, empezando por la familia. La sociedad está mal porque se ha roto la familia. Las individualidades no pueden sacar a la sociedad del hoyo. Las individualidades se vuelven originales y se encríptan en unas vidas melancólicas con retazos de entusiasmo por alguna conquista efímera.
En la historia vemos a los hombres que pasan; algunos contribuyeron a dejar algo valioso para el progreso y desarrollo de la sociedad y otros estuvieron pintados y dejaron el recuerdo de un nombre o de alguna idea que se ha quedado dibujada en un viejo papel sin mayores repercusiones para el bien de los demás.

“¿Qué mundo queremos dejar para los que vengan después?
Cuenta una vieja novela, “La Muralla” de Calvo Sotelo, que había un hombre que estaba en el umbral de la muerte, antes de pasar a la vida eterna se le presenta Dios y le hace un examen de conciencia; le advierte que si se muere así se irá al infierno y le regala unos días más de vida para que arregle su situación. Le hace ver que todo lo que había conseguido en su vida era a base de mentira y corrupción. Si moría en ese momento su familia, agradecida por todo lo que él les dio, lo enterraría con todos los honores y se llevarían un gran recuerdo de él, lo mismo iba a suceder con sus compañeros de trabajo. Moriría como una persona buena y honrada, pero eso era mentira. Dios le da unos días más de vida para que diga la verdad. Al confesar a los demás lo que realmente era le caería encima el desprestigio y la ira de todos los que habían sido engañados, lo meterían a la cárcel y perdería todos sus bienes, pero después al morir, por haber sido sincero y haberse arrepentido, se ganaría el Cielo.
En la novela se ve la angustia de este personaje que al final termina diciendo la verdad para irse al Cielo. Esta novela remueve la conciencia de las personas.

Rectitud de corazón
Si queremos dejar un mejor mundo para los que vienen después empecemos por mejorar nosotros mismos siendo honrados, nobles y sinceros, amar realmente a los demás y no tener que recurrir a los disfraces para aparentar lo que no se es. La persona que quiere hacer el bien deben mirarse tal como es delante de Dios y hacer la cosas cara a Dios, no cara a los demás para quedar bien.
De nada sirven las dádivas, si el corazón está torcido. De nada sirven los grandes proyectos económicos, si no hay unidad de vida. Una persona engañadora, de doble vida y doble discurso, no tiene nada que hacer en la construcción de una sociedad. No está en condiciones para hacer el bien, no es idóneo para sustentar proyectos de inversión porque estará ciego para el bien común. Su modo de dar está torcido y desacertado. Nadie da lo que no tiene. Si no tiene amor no puede dar amor.
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jueves, julio 23, 2015


Ecología (V)
LA ECOLOGÍA Y LA MENTALIDAD FINANCIERA
La mentalidad financiera de las grandes mayorías es una realidad a tener en cuenta cuando se quiere hablar de cambios estructurales para lograr una mejor relación entre los seres humanos. Cada día vemos con mayor claridad lo que años atrás decía el Papa Benedicto XVI cuando afirmaba que las relaciones humanas de hoy ya no son de gratuidad, fraternidad y caridad, sino de oferta y demanda.
Nuestro propósito en este artículo y el de la encíclica Laudato Si del Papa Francisco no es descalificar el capitalismo, ni los éxitos financieros que se han conseguido con la aplicación de ese sistema en los países más emblemáticos del mundo occidental y también en algunos países del oriente. El propósito es señalar el desorden que se ha producido en las cabezas de las personas para darle prioridad al consumo y al afán de tener más. Un desorden de cabeza es un desorden de vida, de allí que mucha gente gaste lo que no tiene y descarte como inservible lo que todavía puede servir.

La naturaleza y el sentido de la vida humana
La ecología es la limpieza y el cuidado de todo lo que hay en la humanidad. La naturaleza, con toda su riqueza, no es algo aparte del hombre. Existe una interrelación del hombre con la naturaleza que lo circunda. La teología, que tampoco puede estar al margen de la ecología (Dios ha creado el mundo), nos enseña que Dios está en el mundo por presencia, potencia y esencia; por lo tanto Dios está más en las cosas que las cosas en sí mismas, pero las cosas no son Dios, ni tampoco una parte de Dios, como afirman las corrientes panteístas. Hay una distancia grande entre Dios y las cosas y a mismo tiempo existe un estar de Dios en el Cielo, en la tierra y en todo lugar  y un actuar constante de Dios en el mundo. Dios se mete en la vida del hombre y le dice muchas cosas, que el hombre debe tener en cuenta para su felicidad.
“el regreso a sus fuentes permite a la religión, responder mejor a las necesidades actuales” (Laudato si, n 200)
Cuando miramos el medio ambiente tenemos que poner como centro al hombre, que fue creado a imagen y semejanza de Dios, y ver cuál es el plan que Dios le ha preparado dentro de la creación. Sin ir muy lejos nos encontramos con la ley natural que está inscrita y grabada en la misma naturaleza humana (son los 10 mandamientos que se resumen en los primeros principios: hacer el bien y evitar el mal) y encontramos también una gran diversidad entre las personas.
Como ya lo hemos dicho en los anteriores artículos, el hombre necesita tener su cabeza limpia y ordenada para poder conocer la realidad, que es conocer a las personas con sus diversidades y circunstancias. De este conocimiento se desprende el amor al prójimo. Un amor real que no es estrategia ni cálculo.
En cambio cuando falta el auténtico amor al prójimo se cae fácilmente  en el utilitarismo y en los “negociados” (relaciones de oferta y demanda) que llevan en el fondo un afán de competividad para ganar a costa de los otros y producir como meta situaciones de ganancias que fomentan el consumismo.
“La visión consumista del ser humano alentada por la economía globalizada debilita la variedad cultural. Las soluciones meramente técnicas corren el riesgo de atender a síntomas que no responden a las problemáticas más profundas” (Laudato Si, n. 144)
Cuando observamos cientos de propagandas que fomentan el consumo desmedido con todo tipo de ofertas y los grandes centros comerciales atiborrados de clientes que buscan comprar a como de lugar, y cuando en los teléfonos celulares aparecen incentivos para seguir gastando, como si el éxito o la felicidad de las personas estuviera en seguir consumiendo y llenándose de cosas, entonces estamos ante un mundo que ha equivocado su rumbo.
La propaganda de hoy también incentiva a que los carros, los teléfonos, las computadoras y demás aparatos electrónicos sean de última generación y además  promueven los cambios de equipo sean antes del año.
“El consumismo excesivo es el reflejo subjetivo del paradigma tecno económico. Tal paradigma hace creer a todos que son libres mientras tengan libertad para consumir” (Laudato si n. 203).
Todas estos incentivos han generado en los seres humanos una mentalidad financiera que se ha convertido en una fuerza compulsiva imparable. Muchos no pueden dejar de estar en la “honda” financiera para estar al día y no perderse nada. Las escuelas de negocios, también se van multiplicando, y están contribuyendo a que las personas vivan con esa mentalidad sin darse cuenta del laberinto donde se han metido, al no ver la realidad de la vida y de cada persona con sus circunstancias.
“…mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir” (Laudato si, n. 204)
En los mundos financieros donde todo es negocio y proyectos para seguir creciendo más, existe una miopía que es necesario corregir. De allí los conflictos entre las zonas rurales y urbanas, o con empresarios que buscan hacer grandes proyectos pensando solo en las ganancias, con un conocimiento limitado de las personas en cuanto a la tierra y a la historia ancestral de sus lugares donde viven.

Los proyectos futuros
El éxito de los grandes proyectos del futuro no será el dominio de unos pocos para extraer riqueza de un ambiente determinado y producir ganancias para el beneficio del país y de los habitantes de ese lugar; aunque se cuente con el beneplácito de los trabajadores. Este enfoque, que ha funcionado muchas veces en el pasado, está sesgado hacia el campo exclusivo de la producción y puede producir conflictos entre los seres humanos.
La ecología que plantea la encíclica del Papa Francisco, pone como prioridad al ser humano que vive dentro de un ambiente que es su habitat  natural. A ese ser humano hay que quererlo con su ambiente y su historia. Un proyecto sin un amor auténtico al prójimo podría parecer una invasión, con plata y recursos, de unas personas extrañas que solo ven la oportunidad de un negocio para ellos y también para los habitantes de ese lugar. Y los negocios, aunque sean beneficiosos para todos, están limitados a una relación comercial, que solo se puede dar si existen relaciones humanas entre las partes.
Las relaciones entre los seres humanos no deben tener como eje un negocio, aunque parezca muy rentable y conveniente. Se deben dar las relaciones que son propias del amor al prójimo y para eso es necesario que la cabeza esté ordenada y el corazón limpio.
Muchos piensan que estos objetivos son solo para los benefactores o misioneros y no se dan cuenta que son para todos los hombres. En los últimos años la economía mundial ha equivocado su direccionalidad. Ahora el Papa plantea un cambio, pero primero es necesario darse cuenta de estos desarreglos ocasionados por los mismos hombres que creen que puede manejar las cosas a su antojo.
“Es necesario reflexionar responsablemente el sentido de la economía y su finalidad, para corregir sus disfunciones y distorsiones” (Laudato si, n. 196)
Es penoso ver en los sistemas educativos potenciar la eficiencia económica y el deseo de tener más en vez de formar la generosidad de las personas para que puedan servir a su prójimo. Muchas familias se están lamentando de haber engreído demasiado a sus hijos. Los resultados están a la vista.
Los planteamientos de la encíclica podrían parecer a primera vista como una Utopía irrealizable, sin embargo los lineamientos y las metas están claras. Los seres humanos, dándonos cuenta de dónde hay que ir, podríamos ir avanzando en esa dirección y consiguiendo poco a poco el cambio de mentalidad para lograr esos objetivos.
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lunes, julio 13, 2015

Ecología Global (IV)
LOS POBRES Y LA POBREZA

Si hiciéramos una encuesta para preguntar ¿qué es un pobre? Y ¿en qué consiste la pobreza? La gran mayoría diría que pobre es el que no tiene plata y vive en la indigencia y que la pobreza es una situación inhumana de miseria.

Los barrios pobres están llenos de limitaciones y de falta de recursos: casuchas inestables, hacinamientos en las viviendas, carencia de agua o de energía eléctrica, deterioro de la salud por falta de higiene, ropas desaliñadas y percudidas, aspecto maloliente, ignorancia, falta de cultura, etc. Hay muchas fotografías, en todos los países, donde se encuentran estas situaciones de miseria donde vive gente angustiada porque no tienen salida de esas situaciones inhumanas. Están además a la vista de todo el mundo.

“El paso cotidiano del hacinamiento al anonimato social que se vive en las grandes ciudades puede provocar una sensación de desarraigo que favorece las conductas antisociales  y la violencia” (Laudato si, n. 149).


La otra cara de la moneda

Sin embargo encontramos en muchos barrios pobres, a pesar de las limitaciones y carencias, ambientes de solidaridad y unidad familiar.
“La vida social positiva y benéfica de los habitantes derrama luz sobre un ambiente aparentemente desfavorable…. Quiero insistir que el amor puede más. Muchas personas en estas condiciones son capaces de tender lazos de pertenencia y de convivencia que convierten el hacinamiento en una experiencia comunitaria donde se rompen las paredes del yo y se superan las barreras del egoísmo” (Laudato si, nn 148 – 149).
Si observamos bien nos daremos cuenta que hay ambientes y personas muy distintas en los barrios pobres. Existen barrios peligrosos liderados por delincuentes que organizan asaltos y están dispuestos a matar por robar cualquier cosa, y otros barrios de gente sencilla y generosa, que a pesar de vivir escasos, ofrecen hospitalidad en sus casas y están dispuestos a compartir con otros lo poco que tienen. Unos y otros necesitan ayuda.


Ayudar a todos

Es importante la unidad de todas las personas para combatir la miseria que hay en el mundo y sacar realmente de la indigencia a todos los que están en ella. Para lograrlo es necesaria la limpieza de corazón y la coherencia de vida, porque solo de ese modo se puede conocer para amar y comprender mil situaciones del prójimo que se deben respetar, junto a otras que hay que curar.

Tanto el que ayuda como el que es ayudado deben tener limpio y ordenado su corazón. El que quiere ayudar al limpiar su corazón, debe buscar que en los barrios de mayor indigencia se empiece por la limpieza del corazón. Al pobre no se le puede quitar el derecho de amar. Querer al pobre es querer que ame. Si no está bien su corazón la plata que reciba lo puede perjudicar, se volverá más egoísta y ambicioso y a la larga terminará descalificando y hasta eliminando al que lo ayudó, porque no lo supo amar.


La virtud de la pobreza

Es aquí cuando se puede entender muy bien la virtud de la pobreza. Es pobre el que está desprendido de las cosas, el que no pone su corazón en el dinero ni en las cosas materiales. El que tiene su corazón libre para amar a Dios y a  su prójimo.

La pobreza es una virtud para todos. El Señor les dice a los apóstoles que se van de misión “¡no llevéis nada! La Iglesia siempre ha predicado la virtud de la pobreza como esencial para llevar la Cruz de Jesucristo y poder ayudar a los demás.

La virtud de la pobreza puede costarle al pobre y al rico. El corazón se puede apegar a un Ferrari o a una carretilla. El efecto es el mismo.


Confusiones sobre la pobreza

Si seguimos con la encuesta para preguntar ¿en qué consiste la virtud de la pobreza?, empezamos a encontrar respuestas variadas y mucha confusión. Es Jesucristo quien nos pide ser pobres, pero ser pobres ¿es irse a vivir en una casucha?, ¿vestir ropas viejas y desteñidas?, ¿maldecir a los ricos?, ¿vender las grandes propiedades para darle el dinero a los pobres?

Acaso Dios quiere: ¿que no se construyan grandes residencias, que no se fabriquen los carros de buena marca, que no se diseñen vestidos finos y elegantes, que no se construyan los transatlánticos para hacer cruceros con los turistas?

“La auténtica humanidad habita en medio de la civilización tecnológica” (Laudato si, n. 112)

Lo que Dios quiere es que los hombres no se embelesen con las cosas materiales, que no estén tras el becerro de oro y que pongan su corazón en los valores trascendentes. Cuando el hombre tiene su corazón ordenado porque ama a Dios sobre todas las cosas entonces se dará cuenta que “la opción por los más pobres es una exigencia ética para el bien común” (Laudato si, n 158).


Para no dar tantas vueltas a las mismas ideas vamos a concretar y resumir en unos puntos lo que hemos venido diciendo:

ü  Un rico que vive metido en su riqueza gozando de ella y no se preocupa y ayuda a los que tienen menos, es un egoísta, que se alejará de su prójimo Si no cambia terminará deprimido en una penosa soledad y maltratando a la gente.
ü  Un pobre que busca con gran afán (comprensible) salir a toda costa de su indigencia  y está dispuesto a lograrlo como sea, pensando que “el fin que persigue justifica los medios” es un candidato para un fuerte egoísmo, que podría traer como consecuencia un maltrato sistemático al prójimo. Si sigue así le irá muy mal y vivirá quejándose, criticando y amargado.
ü  La justicia no se consigue con la lucha de clases, los ideales del marxismo son anticristianos. El marxismo fomenta el odio y el cristianismo el amor.
ü  Tampoco se arreglan las situaciones de indigencia e injusticia solo con la economía o la tecnología, como se ha comprobado en los últimos años.

“La inteligencia que se utilizó para un enorme desarrollo tecnológico no logra encontrar formas eficientes de gestión internacional en orden a resolver las graves dificultades ambientales y sociales” (Laudato si, n. 164).

ü   Los valores trascendentes son esenciales para que las personas se comprendan y no se peleen.

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*Próximo artículo: “Ecología Global V”


jueves, julio 09, 2015

Ecología Global (III)
EL PODER DEL CONQUISTADOR

Desde los albores de la historia de la humanidad el hombre ha ido conquistando poco a poco la tierra,  primero la descubre, después la invade y termina quedándose con ella.
Con el paso del tiempo el hombre, que se había apoderado de la tierra, la cuidaba celosamente y no dejaba que nadie se la quite. Si era más fuerte y tenía recursos invadía tierras ajenas y se apoderaba de ellas. El que era más fuerte solía tener más tierras. Poco a poco surgieron los poderosos que eran los que tenían más propiedades y por lo tanto se sentían mejores que el resto; el tener más tierras les daba un prestigio y un nivel social de categoría.

Las matanzas por las tierras
La historia de la humanidad está llena de conflictos y de guerras de los hombres que buscaban conquistar tierras y extender sus dominios. Así fue el nacimiento y el crecimiento de muchos países. Para no pelearse se establecieron las fronteras y a cada hombre se le pidió lealtad con su propio suelo. Los hombres estaban dispuestos a defender con sus vidas el territorio que consideraban suyo. Pero como las ambiciones de conquista  continuaban, entraron en guerras terribles de unos contra otros.  Cada país quiso ser grande y fuerte, más poderosos que los demás y por ese motivo el afán expansionista creció considerablemente motivando guerras cruentas.

Los conflictos mundiales causaron millones de muertes tan solo por un afán desmedido de poder, ser más grandes y dueños de extensas propiedades. Hasta hoy los países compiten en armamentos para defenderse de posibles invasiones; son muy celosos con sus fronteras territoriales y sus espacios aéreos.  El propietario, dentro de un país, también es celoso de sus dominios y el que no tiene nada, sueña con tener un terreno, una casa propia o un pequeño departamento. El hombre siempre está dispuesto a luchar para vivir con dignidad. Hoy se han multiplicado las migraciones con verdaderas invasiones de gente que quiere salir de la indigencia y encontrar un mundo mejor.

Justa repartición de los bienes
Dios creó el mundo para todos los hombres sin excepción. Los bienes de la tierra son para todos. Así como en la familia, que es la célula básica de la sociedad, se deben hacer justas reparticiones, igual es en la sociedad.

“Dios creó el mundo para todos. Dios ha dado la tierra a todo el género humano, para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie, ni privilegiar a ninguno” (Laudato si, n. 93).
Todos los seres humanos deben tener los recursos suficientes para paliar sus necesidades básicas. Si alguno se encuentra en la miseria todos deberían ayudarle de alguna manera. Unos podrán más otros menos, pero todos deben dar la mano y alcanzar, de modo gratuito, lo que es necesario para vivir.

El afán posesivo
Todo hombre debe dominar, con la educación que recibe, los afanes desordenados y ambiciosos de querer tener más y más. Este afán posesivo tiene una raíz pecaminosa que es el egoísmo, que puede aparecer y crecer en cualquier persona. Si el hombre se descuida ya se está apropiando de algo, le gusta ser propietario para sentirse en un status más elevado.

Ocurre con frecuencia con el amor humano cuando los valores trascendentes están lejos. Dos enamorados pueden ser dos cómplices egoístas que se prometen cosas para tener y apuntan exclusivamente a ese afán compartido. El hombre que conquista a la mujer para él, la utiliza para sus antojos y caprichos y dice: “¡ésta es mi mujer!” como si fuera de su propiedad; lo mismo le puede pasar a la mujer con respecto al hombre. De esas situaciones surgen los celos y las peleas. El amor real es entrega, no propiedad. El que quiere de verdad sabe respetar los distintos modos u opiniones de las personas y está dispuesto a dar y no a recibir.

El líder rico
Muchas veces el que lleva la voz cantante es el que tiene más dinero. El que tiene plata manda más y consigue gente sumisa. Algunos con el dinero compran voluntades y piden lealtad. Existen personas que se mueven solo por el dinero y no tienen otros objetivos, más valiosos, en la vida.

“El poder económico se está utilizando para dominar…” (vid. 104)
El poder económico crea oportunidades para tener mejores recursos y una capacidad de desenvolverse de mayor nivel humano, pero ese poder debe servir para lograr elevar el nivel de todos. El hombre, o la familia, encerrados en su poder económico, con los últimos adelantos técnicos, pierden la alegría, el poder ayudar a los demás y el sentido de la vida..

“La técnica no da esperanza de una vida feliz en el futuro…El avance de la economía y de la técnica no es el avance de la humanidad”  (vid. 113)

Los afanes egoístas del mundo contemporáneo
En los tiempos actuales el egoísmo de las personas ha crecido considerablemente, tanto que los que lo padecen no se dan cuenta que lo tienen. El egoísmo además ciega. Una persona egoísta piensa que está bien lo que hace, que tiene derechos, que no tiene porqué privarse de algo.

“Cuando el ser humano se coloca a sí mismo como el Centro de todo y termina dándole prioridad absoluta a sus conveniencias circunstanciales, todo lo demás se vuelve relativo. Para muchos nada sirve si no sirve a los propios intereses” (vid. 122)

“La cultura del relativismo empuja a una persona a aprovecharse de otra y a tratarla como mero objeto. Es la lógica del usar y tirar. (vid 123).

El egoísta, que se siente conquistador, porque tiene plata, termina maltratando a todo el mundo.

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miércoles, julio 01, 2015

Ecología Global (II)
EL GRAVE DESÓRDEN DE LOS GASTOS

“Lo que no se afronta con energía es el problema de la economía real” (Laudato si n.9) 

El Papa Francisco en el capítulo tercero de la encíclica señala los graves desórdenes ocasionados por los seres humanos en el manejo del dinero y los recursos. Habla de la ceguera y la irresponsabilidad de los tienen la sartén por el mango en los temas económicos del mundo. Quienes eligen los gastos se están equivocando.  Es urgente una advertencia, una orientación y una llamada a la responsabilidad de cada uno.

Unos cuantos ejemplos nos podrán situar en lo que el Santo Padre quiere decirnos. En Lima y en muchas otras ciudades ha ocurrido lo que se llama el boom de la construcción. Se han construido en los últimos años muchos edificios modernos en los distintos distritos de la capital, también, a lo largo del litoral muchos han hecho sus casas de verano para pasar las vacaciones. En muchos lugares se han multiplicado los Centros Comerciales (Shopping, Malls) con todo tipo de comodidades. Todo este crecimiento es un evidente signo de progreso.

Por otro lado en el mundo llaman la atención los edificios más altos. El rascacielo más grande está en Dubái, se llama Burj Khalifa, tiene 828 m y 183 pisos, costó 1,500 millones de dólares, es un hotel de 7 estrellas. Dubái es considerada la capital mundial del turismo, esta ciudad que se encuentra localizada en los Emiratos Árabes Unidos posee los hoteles de lujos más caros y prestigiosos del mundo, por dicha razón es visitada por millones de turistas al año. En el hotel más caro de Dubai una sola noche puede llegar a costar hasta 25 mil dólares. Esta cuidad se ha hecho tan famosa porque dicen que ellos no tienen pobreza, pero no es así. La diferencia entre los pobres y los ricos es tremenda.

El segundo edificio más grande del mundo está en la China, es el Shanghai Tower de 632 mts y 128 pisos. China es un país que tiene 1,300 millones de habitantes de los cuales 700 millones son pobres, 17,000 son multimillonarios y 80 millones de ricos (la población total de Alemania).

El tercer edificio está en Arabia Saudita, se llama: Torres de Abraj Al Bait, de 601 mts y 120 pisos; además en la ciudad existen shoppings de lujo, otros rascacielos y autos último modelo que conviven con una pobreza creciente e insostenible en todo el país. Como el reinado no lleva estadísticas sociales, distintas organizaciones y centros de investigación estimaron la pobreza en 33 por ciento. El desempleo, también estimado, es de 10,5% aunque entre los jóvenes llega al 35 por ciento. Arabia Saudita tiene la segunda reserva de petróleo del planeta, y es el primer exportador mundial. Las cuentas del petróleo generan más del 90% de las exportaciones y representa el 75% de los ingresos del país.  Sin embargo, los US$ 400.000 millones por año que le ingresan al país por la renta petrolera no significan más desarrollo. Cuando comenzó el auge petrolero en los 70, la población pasó de seis millones a 20 millones de habitantes. El problema son los 10 millones de extranjeros, más calificados, que viven y se quedan con los mejores trabajos. Según datos de la CIA, el 80% de la fuerza laboral del país es extranjeroEl desempleo llega al 10,5% (estimado por falta de cifras oficiales) pero asciende al 35% entre los jóvenes de entre 18 y 25 años. Sucede que el gobierno no orientó la educación hacia el petróleo. Los saudíes prefieren estudiar religión e idiomas, donde hay menos demanda laboral. Alrededor de 1,8 millón de habitantes cobran un seguro de desempleo. Toda esta gente que queda fuera del mercado pasa a ser pobre, el gran problema de la sociedad saudí. Y los saudíes que no trabajan para la industria petrolera ganan mucho menos que aquellos que sí lo hacen. Éstos también viven en condiciones de pobreza o con necesidades básicas incumplidas. 

El progreso material de unos pocos y la miseria espiritual de muchos
Todas estas construcciones y los avances materiales de la modernidad son admirables, se ve un crecimiento evidente en lugares que antes solo había miseria, algunos podrían decir, con respecto a los gastos: ¡Viva la libertad! Vale la pena construirlos aunque los gastos sean elevados, sin embargo, frente a muchas situaciones de pobreza y miseria, la conciencia advierte que algo no se está haciendo bien, o algo se está dejando de hacer.
Hace unos años, en un artículo de Adeamus hacíamos referencia al golf que se estaba construyendo en un arenal de las playas de Asia (al sur de Lima), frente a una población que no tenía agua potable para vivir. El campo de golf parecía fabuloso y además embellecía el paisaje, pero a los constructores y a los usuarios de ese campo habría que decirles: ¡miren!,  al frente  viven seres humanos que no tienen agua, ¿no podrían hacer algo por ellos? Esto es lo que nos dice el Papa, un poco más de responsabilidad en los gastos para poder ayudar y sacar de la indigencia a los que tienen menos.
El orden del corazón humano
Ocuparse de los pobres es cuestión de amor y no de números. No se trata de sacar la billetera sino de limpiar y abrir el corazón. Las injusticias persistirán si no hay caridad;  y la caridad es el amor auténtico a los demás
“En algunos círculos se sostiene que la economía actual y la tecnología resolverán todos los problemas ambientales, del mismo modo que se afirma, con lenguajes no académicos, que los problemas del hambre y la miseria en el mundo se resolverán con el crecimiento del mercado…El mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social” (Laudato si n. 109)
Copio una cita de mi libro: “La presencia de Dios en la lucha contra la corrupción” publicado en Lima el año 2010: “El hombre que se considera seguro, que vive o busca vivir con una posición económica holgada, que cree que tener dinero es suficiente para conseguir sus aspiraciones más altas; a ese hombre equivocado, que ha perdido la brújula, es necesario rescatarlo, para que se dé cuenta que el dinero no es Dios…No nos cansaremos de repetir que la solución de los problemas está en la educación no en la economía. La economía ha querido ser la “prima dona” en las universidades y en las empresas, ponerla como si fuera la ciencia de las ciencias, es una exageración,  es una ciencia como cualquier otra que podría ayudar a la solución de los problemas de la humanidad.
Los hombres que manejan la economía no deben encerrarse dentro de sus sistemas financieros para hacer una elite donde ellos son los que deciden. La presunción y el sentido de exclusividad con que se manejaron hace unos años les hizo cometer muchos desatinos que terminaron en una fuerte crisis económica que todavía tiene secuelas.
 El Papa llama ahora a todos, no solo a los economistas. La responsabilidad de limpiar y arreglar el mundo es de todos. Es necesario desterrar la política del descarte y contar con todas las personas para esta misión que ahora el Santo Padre nos señala como tarea de todos.
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*Próximo artículo: “Ecología Global”  (III).