viernes, octubre 31, 2008

El culto y los profanadores impunes

IMÁGENES SAGRADAS Y PROFANACIÓN
Lo Sagrado y las costumbres (veneración y respeto)

Todos los años en Octubre los periódicos y la televisión nos muestran imágenes de la multitudinaria procesión del Señor de los Milagros en Lima, enriquecidas con historias de conversiones y milagros del Cristo de Pachamamilla y acompañadas de una tradición folklórica de hábitos morados, el turrón de “Doña Pepa” y las corridas de toros.

El cuadro tradicional del mes morado, que se prolonga hasta noviembre, (con el culto a los fieles difuntos), presenta escenarios variados donde se conjuga la fe del pueblo con las costumbres típicas del mes morado, una amalgama vistosa de razas en una unidad de sentimientos, que combinan la tradición de un pueblo con la religión.

Todo se da en un ambiente respetuoso que va mucho más allá de la simple tolerancia. Es el amor a lo nuestro, a nuestros antepasados y a nuestros orígenes. Es el amor a la vida que hemos recibido y que tenemos; y el amor a la Vida que tendremos después de muertos. Son valores que respetamos y queremos.

Estas costumbres no son sólo limeñas. En todo el país vivimos las fiestas cristianas que despiertan devociones multitudinarias y que persisten a través de los tiempos, muy por encima de los ateísmos y de los relativismos de la modernidad. Algunos lo llaman fenómenos religiosos, que además están presentes en todo el mundo, (para botón de muestra tenemos en América a la Virgen de Guadalupe y en Europa el Santuario de Lourdes).


Los profanadores modernos

En medio de estas vivencias de alegría y fe de los pueblos, no faltan los ataques de quienes ven con malos ojos las realidades cristianas en los ambientes típicos y en las costumbres. Proceden por lo general de una escasa minoría que busca en sus intervenciones un protagonismo personal.

Al no tener argumentaciones serias para presentar alternativas optan por el camino fácil y denigrante del ataque y la profanación. Al estilo de los narcotraficantes que blanquean el dinero mal habido, buscan presentar “sus” obras originales, (científicas o artísticas), para utilizarlas como “cortinas de humo” de sus ganancias ilícitas.

El procedimiento que utilizan para tener éxito es el contrario al de los narcotraficantes: en vez de “convertir” lo malo en “bueno”, cogen lo bueno (lo sagrado) y le dan un significado escandaloso, profanándolo. Así consiguen los adeptos y una buena clientela para vender sus “productos”, o, se contentan con llamar la atención, con el afán perverso de herir la fe de los creyentes.

Son los profanadores impunes que viven, amparados en la “libertad de expresión”, sin que ninguna autoridad se atreva a ponerles freno prohibiendo esa nefasta labor de ataque irreverente.

No son novedad las persecuciones que ha tenido y tiene la Iglesia desde su fundación; quizá ahora son más sofisticadas y solapadas. Los profanadores de hoy se presentan como investigadores o artistas, como “mansas palomas” que contribuyen con la ciencia y con el arte para el progreso de los pueblos, dejando una estela de odio al cristianismo con una mordacidad enfermiza.

Es más grande nuestro asombro y desconcierto cuando vemos que estos profanadores actúan a vista y paciencia de las autoridades, sin que nadie les diga nada, en un país que es, además, mayoritariamente católico.

El Relativismo de hoy que quiere relegar la religión al ámbito de lo privado, no tiene escrúpulos en pedirle a las autoridades que hagan otra vez de Poncio Pilatos (lavarse las manos y desentenderse); y que incluso prohíban las imágenes sagradas en los lugares públicos. En México por ejemplo, se prohibió a los sacerdotes vestir como sacerdotes, en Alemania se prohibieron los crucifijos y en España se han quitado las imágenes religiosas de las oficinas estatales, donde también se han prohibido las ceremonias religiosas, en los Estados Unidos no está permitido armar Nacimientos Navideños en lugares públicos.

En cambio se permite atacar los valores cristianos. Cualquiera que quiera decir o publicar algo contra Jesucristo, la Virgen María o los Santos tienen libertad de expresión. En algunos países quienes desfiguran las imágenes religiosas y las tratan de un modo irreverente reciben subvenciones del gobierno.

Es cierto que hacer caso y protestar contra estas infamias podría darles más propaganda y protagonismo. Es además lo que desean los profanadores. No hacerles caso puede ser un arma eficaz para que caigan en el olvido. Pero también es cierto que los católicos no podemos "chuparnos el dedo" y dejar que estos propagadores de infamias y trapisondas continúen hiriendo la buena fama y fe de los cristianos.

Como dice el manido refrán: “respetos guardan respetos” No es moral atacar lo que es santo y sagrado para denigrarlo y obtener ventaja por el escándalo y la destrucción. Eso denota pobreza mental y falta de categoría humana.

Construyamos una sociedad respetuosa de las buenas costumbres y de las cosas santas que son sagradas, donde todos estemos unidos con ideales nobles y con autoridades que hagan respetar el orden que debemos tener en la sociedad.

Agradecemos sus comentarios.

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