viernes, octubre 22, 2010

Las virtudes humanas de los grandes deportistas

EL DEPORTE ES MUCHO MÁS QUE UN JUEGO

En nuestra sociedad contemporánea el deporte ha tomado unas dimensiones que son realmente espectaculares en gran parte de sus disciplinas. Los deportistas profesionales llegan a unos niveles de fama e importancia que les da un prestigio considerable frente a los demás. La opinión de un deportista destacado tiene un peso social muy grande y puede representar un influjo serio en la vida de un país.

Destacar deportivamente, sobre todo en las disciplinas emblemáticas, (las más extendidas y las que mueven más dinero) es hacerse famoso a través de los programas de televisión más sintonizados y los periódicos y revistas más vendidos, ¿quién no conoce a los mejores deportistas del mundo? Es más, muchos jóvenes no saben quiénes son los políticos, las autoridades, los intelectuales o los científicos más importantes de su país, sin embargo saben perfectamente los nombres de los futbolistas de los equipos de primera división.

Uno de los logros de la globalización es haber extendido por los cuatro continentes la afición por los deportes. Cada día hay más gente que sigue las ligas de otros países, muchos están detrás de los partidos de fútbol, basket, tenis y otras disciplinas. Tampoco faltan aficionados para el golf, el surf y para las carreras de la formula 1.

¿Son tan importantes los deportes?

Algunas veces los educadores e intelectuales cuestionan el exceso de importancia que la sociedad les da a estas aficiones. No faltan quienes miran con cierto desden este fenómeno y piensan que es falta de cultura o simplemente un signo de la crisis de valores que hay en el mundo, no se explican que la gente pierda tanto tiempo jugando o siguiendo a un equipo y no lo aprovechen en otras actividades más importantes para su formación humana y cultural.

Sin tener que apelar a los signos de los tiempos, que no indicarían más que dar cuenta de lo que está pasando, es obvio y de sentido común afirmar que el deporte es una gran cosa. Es bueno aspirar que la gente sea deportista y que los niños se instruyan en alguna disciplina con un afán de competividad. Las competencias bien orientadas son formativas. Son también un medio excelente para fomentar y desarrollar las virtudes humanas.

Cuando los educadores se encuentran con jóvenes que aspiran a ser deportistas profesionales, porque les gusta mucho la disciplina que están practicando, suele haber una cierta resistencia para aprobar sin más sus propuestas. Al principio les parece que esos planteamientos son demasiado ilusorios o un poco descabellados; es entonces cuando les piden que, adicionalmente, estudien una carrera para asegurar su futuro. De la mayoría se suele dudar que puedan llegar a los niveles de los grandes deportistas.

No les falta razón para pensar de esa manera. Hay una diferencia grande entre los famosos y los que se dedican a una disciplina deportiva solo porque les gusta y sin tener las condiciones suficientes para ser seleccionados. Son muchos los que se quedan sin las posibilidades de estudiar algo que les sirva para el futuro y al final, ellos y sus familiares, terminan lamentándose del tiempo que perdieron en la juventud.


La formación humana de los deportistas

También entre algunos famosos se ven grandes falencias, por problemas familiares o por no haber recibido una educación adecuada. Un profesional del deporte que es llamado para una selección debe ser una persona de calidad en todos los aspectos y por lo tanto se le debe exigir las virtudes humanas necesarias para representar a su país. Si no es capaz, por los motivos que sean, no es conveniente que forme parte de la selección.

La exigencia a los deportistas debe empezar en la infancia. Los padres y educadores deben formarlo bien y no solo preocuparse del desarrollo de sus facultades deportivas. Es lamentable darles facilidades para practicar un deporte y no formarlos como personas con las exigencias debidas. Con ellos se debe ser más exigente que con los demás, en su formación cultural y moral.

Ningún educador podrá saber si el joven de marras será un astro o no en el futuro. Todos los chicos deberían encontrar en el educador a una persona con una gran apertura hacia los deportes en general, e incluso con una afición marcada hacia alguna disciplina y un conocimiento general de los grandes deportistas mundiales. La afición deportiva de un educador es muy valorada por la juventud y muchas veces se convierte en un medio extraordinario para conseguir grandes progresos en la formación de la personalidad de los chicos.

Cuando un educador tiene delante a un buen deportista, con un futuro prometedor, debería hacerle ver las grandes posibilidades que tiene de hacer muchísimo bien influyendo, con el ejemplo de su conducta, en los ambientes juveniles. Puede hacer más bien que un político o un intelectual, porque el prestigio del deportista tiene una mejor aceptación en el mundo, aunque a muchos no les guste.

El valor de los triunfos y de la hinchada

La alegría que despiertan en el mundo las disciplinas deportivas, es un valor que no se puede soslayar y que merece la aprobación de las autoridades y de los educadores. Es impresionante ver todo lo que se maneja para la organización de un mundial de fútbol. Los aficionado o hinchas están a la expectativa con una esperanza grandiosa en la llegada de esos campeonatos.

Los partidos en los estadios y a través de la televisión, reúnen a millones de personas que se unen en la alegría de un espectáculo entusiasmante donde se arenga y se aplaude a las virtudes y a las capacidades de los jugadores. Los triunfos unen a miles en una exultación colectiva que coloca la afectividad de las personas en un alto nivel de intensidad, (grandes y prolongados abrazos en los deportistas y en los hinchas, el correr por las canchas llenos de alegría con signos de agradecimiento y ofrecimiento, público que aplaude con húrras hasta la afonía y lágrimas de emoción). Todo un rito con ribetes de solemnidad que es respetado y querido por todos, en el mundo entero.

Como en todas las demás actividades, lo que sea malo hay que extirparlo y no dejar que se extienda como un cáncer. No es correcto asociar el fútbol a la hordas de las barras bravas o a la violencia callejera. Los actos delincuenciales hay que tratarlos como lo que son y para eso está la policía. Es un error pensar que el fútbol (el rey de los deportes) es una actividad que incita a la mediocridad de las personas. Al contrario se debe reconocer, que el fútbol, igual que los demás deportes, tiene cabida en la cultura de la humanidad. Un humanista de nivel puede ser un buen hincha que viva con pasión su afición deportiva y si no es hincha también podrá reconocer los valores humanos que se esconden en las disciplinas deportivas, así tendrá un mejor nivel cultural.

Es bueno que el hombre tenga en la vida, como en el deporte, el deseo de triunfo y luche con ahínco para llegar a las metas más preciadas. El querer ganar y la alegría por un gol son realidades que marcan en los deportistas, en los hinchas y en el mundo entero, el entendimiento de una unidad que va más allá de un simple momento de entusiasmo, y el saber que no se trata solo de un juego y nada más.

El deporte es mucho más que un juego y tiene para la vida de un país y del mundo más importancia, para el progreso de las personas, que muchas otras actividades profesionales y sociales. La actividad deportiva debe entrar dentro de una jerarquía de valores para evitar los fanatismos o cualquier tipo de exageración pueda perjudicar el orden correcto que debe tener toda persona en el empleo del tiempo.

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